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Más de 300 muertos por atentado contra una mezquita egipcia
Es el peor de la historia en el país; Cancillería uruguaya expresó su repudio
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25 de noviembre de 2017 a las 05:00
Egipto sufrió el viernes el peor atentado de su historia: al menos 300 personas murieron y más de 100 resultaron heridas tras el ataque a una mezquita de la región egipcia de El Sinaí.
Aunque no hubo una reivindicación formal, la forma de operar apunta, una vez más, al terrorismo yihadista de Estado Islámico (EI), que ya supo dejar su marca en esa región en anteriores oportunidades.
Uno de los puntos de mira de la organización yihadista en Sinaí y otras parte de Egipto son los cristianos coptos, a quiénes busca exterminar y expulsar del país.
Pero esta vez, el objetivo fue otro: el sufismo. Este es un grupo del islam al que el Estado Islámico ve como promotor de herejías.
Y la mezquita en la que se produjo el atentado es frecuentada por partidarios de esa corriente.
Desde el año 2013 a la fecha, luego que el ejército egipcio sacara del poder al entonces presidente islamista Mohamed Morsi, distintas organizaciones yihadistas, no solo el Estado Islámico, consumaron ataques contra policías y soldados, pero también contra civiles, sobre todo cristianos y partidarios del sufismo.
Los miembros del Estado Islámico comparten una visión puritana del salafismo, un movimiento islámico reformista surgido en el siglo XIX, que promueve un retorno a las fuentes, es decir las ideas del Corán.
Los yihadistas consideran al sufismo (al que se considera la dimensión mística e inicial de la religión del islam) como promotor de herejías.
Por ejemplo, en 2016, terroristas yihadistas habían secuestrado y decapitado a un líder sufí, acusado de realizar pruebas de "magia", además de haber raptado a distintos cultores del sufismo.
"Uruguay reitera una vez más su profundo rechazo a todo acto de terrorismo que atenta contra la vida de civiles y alienta a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos dentro del derecho internacional para combatir este flagelo", añade el texto.
Entre ellos, se encuentra la rama egipcia del Estado Islámico.
El atentado comenzó con la detonación de una bomba en la mezquita Rawda, poco antes de que un grupo de tiradores disparara contra los fieles que realizaban en ese momento la oración semanal.
Distintos testigos indicaron que los autores del atentado cercaron la mezquita con varios vehículos todoterreno, además de colocar el explosivo en los alrededores de la mezquita.
Cuando los fieles, alertados por la detonación, intentaron escapar, fueron literalmente emboscados por los terroristas, que les dispararon a mansalva.
Hospitales y servicios de emergencia trabajaban a tope para auxiliar a las víctimas del ataque.
El presidente Abdel Fatah al Sisi dispuso tres días de duelo nacional, en homenaje a las víctimas del ataque, informó la televisión local.
Las repercusiones internacionales no tardaron en llegar: por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó el ataque como "horrible y cobarde" a través de la red social Twitter.
Pero no fue el único: su colega ruso, Vladimir Putin, se sumó al coro de reprobación, al condenar la "crueldad y cinismo" del atentado en la mezquita egipcia.
La Liga Árabe tampoco permaneció al margen, y a través de su secretario general, Ahmed Abul Gheit, también condenó lo que llamó un "terrorífico crimen".
Un 10% del total de la población egipcia –compuesta por 90 millones de personas– integra esta minoría.
Por ejemplo, en diciembre, un yihadista suicida atentó contra una iglesia de El Cairo; esa vez hubo 29 muertos.
En abril de este año, en pleno domingo de Ramos, un grupo de kamikazes del EI provocó un atentado contra dos iglesias coptas del norte de Egipto: el balance esa vez fue de 45 muertos.
Pero habría más: un mes más tarde, el EI volvió a reivindicar otro atentado, que costó la vida a 29 coptos que se trasladaban hacia un monasterio.
Aunque no hubo una reivindicación formal, la forma de operar apunta, una vez más, al terrorismo yihadista de Estado Islámico (EI), que ya supo dejar su marca en esa región en anteriores oportunidades.
Uno de los puntos de mira de la organización yihadista en Sinaí y otras parte de Egipto son los cristianos coptos, a quiénes busca exterminar y expulsar del país.
Pero esta vez, el objetivo fue otro: el sufismo. Este es un grupo del islam al que el Estado Islámico ve como promotor de herejías.
Y la mezquita en la que se produjo el atentado es frecuentada por partidarios de esa corriente.
Desde el año 2013 a la fecha, luego que el ejército egipcio sacara del poder al entonces presidente islamista Mohamed Morsi, distintas organizaciones yihadistas, no solo el Estado Islámico, consumaron ataques contra policías y soldados, pero también contra civiles, sobre todo cristianos y partidarios del sufismo.
Los miembros del Estado Islámico comparten una visión puritana del salafismo, un movimiento islámico reformista surgido en el siglo XIX, que promueve un retorno a las fuentes, es decir las ideas del Corán.
Los yihadistas consideran al sufismo (al que se considera la dimensión mística e inicial de la religión del islam) como promotor de herejías.
Por ejemplo, en 2016, terroristas yihadistas habían secuestrado y decapitado a un líder sufí, acusado de realizar pruebas de "magia", además de haber raptado a distintos cultores del sufismo.
Comunicado
El gobierno uruguayo expresó su "más enérgico repudio al atentado terrorista". A través de un comunicado emitido por la Cancillería uruguaya, el gobierno hizo llegar sus "sentimientos de pesar y solidaridad" hacia el pueblo egipcio y sus autoridades."Uruguay reitera una vez más su profundo rechazo a todo acto de terrorismo que atenta contra la vida de civiles y alienta a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos dentro del derecho internacional para combatir este flagelo", añade el texto.
El ataque
En ese contexto fue que se produjo el atentado en la localidadf de Bir al Abed, al oeste de El Arish, capital de la provincia del Norte-Sinaí, donde tropas gubernamentales combates asiduamente a distintos grupos terroristas.Entre ellos, se encuentra la rama egipcia del Estado Islámico.
El atentado comenzó con la detonación de una bomba en la mezquita Rawda, poco antes de que un grupo de tiradores disparara contra los fieles que realizaban en ese momento la oración semanal.
Distintos testigos indicaron que los autores del atentado cercaron la mezquita con varios vehículos todoterreno, además de colocar el explosivo en los alrededores de la mezquita.
Cuando los fieles, alertados por la detonación, intentaron escapar, fueron literalmente emboscados por los terroristas, que les dispararon a mansalva.
Hospitales y servicios de emergencia trabajaban a tope para auxiliar a las víctimas del ataque.
El presidente Abdel Fatah al Sisi dispuso tres días de duelo nacional, en homenaje a las víctimas del ataque, informó la televisión local.
Las repercusiones internacionales no tardaron en llegar: por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó el ataque como "horrible y cobarde" a través de la red social Twitter.
Pero no fue el único: su colega ruso, Vladimir Putin, se sumó al coro de reprobación, al condenar la "crueldad y cinismo" del atentado en la mezquita egipcia.
La Liga Árabe tampoco permaneció al margen, y a través de su secretario general, Ahmed Abul Gheit, también condenó lo que llamó un "terrorífico crimen".
Cristianos coptos
Desde finales del año pasado, el Estado Islámico había dejado una interminable estela de horror y muerte en Egipto, cuyas víctimas fueron cristianos coptos.Un 10% del total de la población egipcia –compuesta por 90 millones de personas– integra esta minoría.
Por ejemplo, en diciembre, un yihadista suicida atentó contra una iglesia de El Cairo; esa vez hubo 29 muertos.
En abril de este año, en pleno domingo de Ramos, un grupo de kamikazes del EI provocó un atentado contra dos iglesias coptas del norte de Egipto: el balance esa vez fue de 45 muertos.
Pero habría más: un mes más tarde, el EI volvió a reivindicar otro atentado, que costó la vida a 29 coptos que se trasladaban hacia un monasterio.
