Espectáculos y Cultura > FAVIO POSCA

“La verdad es que el teatro me aburre”

Favio Posca presenta en el teatro Stella Bad time good face, una forma propia de pararse sobre un escenario
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08 de noviembre de 2012 a las 19:41

Lejos están ahora el tono burdo de El Perro o la sensualidad under de Myriam, la travesti que se quitó los dientes para poder hacer mejor su trabajo. Tampoco hay rastros de la esquizofrenia abrumadora de Pitito.

En la entrevista que Favio Posca, creador de estos seres oscuros, concedió a El Observador, se muestra como un hombre “común y silvestre” que no pudo evitar la tentación de traerse la bicicleta y que pide recomendaciones de lugares verdes donde poner el birrodado en funcionamiento.

De hecho, detrás de su universo de personajes extremos y grotescos, hay un hombre de familia, con dos hijos adolescentes, un matrimonio de más de 25 años y una capacidad de desdoblamiento de la que dice sentirse orgulloso.

“Yo no tengo absolutamente nada que ver con la vida que llevan mis personajes y me enorgullezco de ello, porque eso es el arte. Si yo fuera lo que soy arriba del escenario, ¿dónde estaría la actuación?”, pregunta sin esperar respuesta.

El artista define a Bad time good face, el espectáculo que presentará desde hoy hasta el domingo en el Teatro Stella, como un show de dos horas “de puro rock, risas, superadrenalínico”, en donde estarán sus clásicos personajes pero mucho más evolucionados. Pitito, por ejemplo, hace una comedia musical con dos enanos imaginarios, canta a tres voces y su nivel de locura ha superado todo límite.

Aunque seguramente esta no sea ni la primera vez ni la última que un espectáculo suyo enoje a un espectador al punto de motivarlo a levantarse antes de tiempo de su asiento, Posca no cree que su séptimo espectáculo sea el más controversial. Sin embargo, advierte: “Siempre puede aparecer alguien cuya represión sea tal que ni siquiera se permita mirar algo que podría pasarle a él mismo, pero, en todo caso, ese estaría más loco que yo”, sentencia.

De cualquier manera, más vale advertir que el sello Posca alude a insultos sobre el escenario, a palabras que llaman a las cosas por su nombre y a un repertorio temático que da un alto protagonismo al sexo, las drogas y los excesos, no aptos para almas recatadas.

Sin ir más lejos, hace más de una década Posca fue censurado y no pudo presentarse en las cuatro funciones previstas en el teatro del Notariado, porque se consideró que su contenido era inapropiado. Pero el artista confía en que ya no correrá la misma suerte: “El tiempo ha pasado y las mentes más libres lograron sobreponerse. Confío en la libertad del arte y en la democracia”, dice.

En el ruedo
La adrenalina es una sensación que siempre lo acompaña sobre el escenario. “Soy un convencido de que no existe el público pintado, y siento que el único responsable de movilizar a la gente soy yo. Ante cualquier falla humana o técnica estoy solo para enfrentarla y eso me requiere mucha concentración”, cuenta.

Su estilo no es improvisado; por el contrario, lo compara con el de un “relojito”: “Durante cada presentación estoy muy atento, no tanto a las necesidades del público sino a mis propias necesidades. Por eso siempre voy variando mis shows, voy sacando y agregando cosas. Es como que voy surfeando, según mi estado interior”.

Aunque desde hace tiempo sus espectáculos teatrales están ligados a interpretaciones de lenguaje triple equis y a las propuestas de trasnoche, su currículum teatral es mucho más abarcativo e incluye pasajes por el teatro San Martín, el Parakultural y el Centro Cultural Rojas, así como lecciones de danza, acrobacia y pantomima.

Posca entiende que la clave del éxito sobre un escenario no solo radica en el talento, sino en la preparación. “Yo creo en el estudio y en los clásicos para después hacer con ellos lo que quiera. Haber laburado durante muchos años en el teatro San Martín, con grandes elencos, me sirvió para ser más libre”, afirma.

No obstante, dispara una frase contundente: “La verdad es que el teatro me aburre, tanto leerlo como ir a ver una obra. El teatro convencional es un arte sin sorpresa. Por eso, decidí hacer mi propio camino y en esa búsqueda atraje a gente joven que tampoco suele ir al teatro”.

Si pudiera, erradicaría su espectáculo del casillero “teatro” y en forma juguetona arriesga su propia etiqueta: “Lo que hago se llama Posca, my style”.

Y continúa: “Si bien soy superteatral, porque estoy ahí arriba del escenario componiendo y transpirando personajes, no meto al espectador en convenciones que no existen, porque ni yo me las creo. La risa la saco de las anécdotas que voy haciendo, de mi capacidad de narración que tiene mucho más que ver con el cine”.

Como un detractor teatral, Posca dice no tener ningún referente en el ramo: “Fui buscando a partir de lo que no me gustaba. No me quedé en una actitud posmoderna, porque criticar y no hacer nada no es mi estilo”.

Su principal musa inspiradora y cable a tierra a la hora de componer un espectáculo es su propia esposa, Luisa Callau, psicóloga de profesión, que aparece en los créditos de Bad time good face y de sus seis anteriores creaciones para un escenario.

Con ella comparte dos hijos, Manuela de 18 años y Rocco de 12, un tatuaje del símbolo de amor y paz en el dedo anular, y un gran interés por la psicología.

“Me he interesado por la locura toda la vida. Siempre me gustó el psicoanálisis. (Sigmund) Freud es un genio y (Jacques) Lacan también. En un punto son como grandes constructores de ficciones, porque en verdad podés creer en el ello y en el superyó, pero siempre es un acto de fe”.

Al artista, que esta noche subirá al escenario del Teatro Stella, también se lo puede ver por la pantalla del canal 12 en el ciclo de unitarios Condicionados, bajo la piel de Bebe, el amigo incondicional de los Cocker (Oscar Martínez y Soledad Silveyra).

Para Posca, el personaje le permitió mostrar a nivel masivo una nueva faceta profesional.
“Fue un aprendizaje, un desafío y una oportunidad para demostrarle al resto del elenco y a la productora que podía ajustarme a las necesidades del libreto. Es genial porque se me abren otras puertas. Posca es Ronco y Ezequiel y todos esos personajes oscuros, pero también es este personaje llano y adaptado a lo que tiene que decir”, cuenta.

No obstante, la versatilidad de este marplatense nacido en 1966 ya había quedado demostrada antes, en su amplio historial televisivo que arrancó en De la cabeza (1992), germen del humor de Cha Cha Chá, siguió con su personaje de Hormiga en el programa de Nico Repetto y más recientemente en el cómico villano de Los únicos.

Pero si tuviera que optar entre la televisión y el escenario, optaría por este último, sin dudar: “La televisión es una leve porción de mí como artista, pero no estoy en ella por un interés meramente económico. Si así fuera, hubiera aceptado cualquier proyecto y no lo hice. Tengo un nivel de vida tranquilo, les doy de comer a mis hijos, les banco un buen colegio y soy feliz con eso”.

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