Soñando con dar el salto a Qatar, Arabia o Kuwait, mercados futbolísticos mucho más apetecibles económicamente, Raúl Tarragona aceptó la propuesta que le hizo un empresario para jugar en el club Salam Zgharta, de la ciudad de Zgharta, al norte del Líbano. Allá conoció una realidad muy diferente a la de Uruguay o Ecuador, donde también jugó. Por ejemplo, compartió el plantel con compañeros que participaron de la guerra del Líbano de 2006 (entre Israel y la organización terrorista Hezbollah), que mostraban con orgullo las secuelas de la crueldad: balas y perdigones metidos en la piel.
"Por la religión que profesan eran terroristas (sic) y siempre decían que si los volvían a llamar para pelear iban otra vez. Los crían así de chicos. En Líbano te preguntan en todos lados tu nombre y de que religión sos. La ciudad donde vivíamos es católica y nunca tuvimos problemas con los compañeros musulmanes", contó Tarragona a Referí.
El delantero es uno más de los tantos trotamundos del fútbol uruguayo. En 2015 marcó 15 goles jugando en Boston River y uno de los financistas de ese club, de origen venezolano-libanés, le ofreció irse a aquel país de Oriente Medio. Claro, faltó un pequeño detalle: cuando llegó allá se enteró que el equipo era semiprofesional y que estaba peleando el descenso.
"Había mucha gente que no tenía idea de lo que era un club profesional. Los jugadores eran universitarios y lo tomaban como hobby. A veces entrenábamos con cinco, seis o siete jugadores. Así es imposible. El fin de semana la mayoría pedía el cambio porque se acalambraba. Y como pasa en todos lados, después si perdés la culpa es del extranjero", expresó el futbolista que hace unos días regresó para jugar en Rentistas.
A pesar de las noticias que llegan desde allá ("googleas y te asustás", dijo), el país "es tranquilo y en materia de seguridad es perfecto. Podés dejar el auto abierto que no pasa nada y si te olvidás de la billetera en algún lugar te la devuelven. Las casas de cambio y los bancos no tienen seguridad".
El clima es similar a Uruguay, tienen las cuatro estaciones y la diferencia es que "allá hay nieve, por las montañas, y en verano a veces se arman tormentas de arena". "Un viernes estábamos entrenando y una tormenta de arena nos echó de la cancha hasta el lunes siguiente. Te obligan a no salir por los problemas respiratorios. Es como si fuera una niebla de arena".
Tarragona vivía adentro del estadio del club, donde hay apartamentos. Aunque al principio tenían poco mantenimiento, luego tuvo la posibilidad de optar: "Cuando llegó mi señora y mi hija de 8 años nos preguntaron si queríamos quedarnos ahí y nos daban el auto que usaba un técnico que echaron o nos alquilaban otro apartamento. Preferimos el auto para llevar a la niña al colegio. Al principio teníamos temor de cruzar la ciudad porque cada 5 kilómetros hay peajes caseros que hacen los militares. Generalmente no pasa nada, te miran la cara y te dejan pasar".
Futbolísticamente no le fue mal. Marcó 10 goles y el equipo se salvó del descenso. Aún así no surgió ninguna posibilidad de jugar en alguno de los mercados cercanos y por eso regresó a Montevideo para defender a Rentistas en la Segunda división, donde también existen problemas, pero son más conocidos. Y sus compañeros muestran las marcas de los tapones y no las de las balas.
Los problemas para salir del país
En Líbano nació la segunda hija del futbolista. Se llama Briana. Pero la anécdota es el problema que tuvieron junto a su señora para salir del país. "El papeleo fue tremendo, primero tuvimos que sacarle el pasaporte porque no se podía incluir en el de nosotros. La partida de nacimiento estaba en árabe, por lo que había que traducirla al español. Nos costó, pero por suerte la embajada de Uruguay allá nos ayudó un montón". Su otra hija se adaptó al país. Concurrió a un colegio "en inglés" y aunque al principio le costó, después no quería regresar a Uruguay.
La lucha por pasajes y por cobrar
Si bien para el futbolista y su familia es toda una aventura vivir en un país tan lejano y diferente, no siempre la pasan bien. "Estuve luchando como dos meses para que me dieran los pasajes para que viajaran mi señora y mi hija. Es muy pobre la organización y no te solucionan nada. Había que pasar por una cadena de personas para pedir algo. Para cobrar también fue difícil. Nos pagaban cada dos meses y peleando todos los días. Incluso me quedaron debiendo. Imaginate lo que es vivir sin cobrar y un país que no es el tuyo". Comer también es complicado, pero ahí se arreglaron "cocinando en casa".
Central Español, Bella Vista, Liverpool, Racing, Cerro Largo, Mushuc Runa y Técnico Universitario (Ecuador), Boston River, Salam Zgharta (Líbano) y Rentistas.
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