MOHAMMED AL-RIFAI / AFP

¿Quién protege a los refugiados? Las vidas precarias de 100 millones de personas

La ONU libró US$ 15 millones de su fondo de emergencia para tratar el coronavirus en áreas vulnerables en todo el mundo

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29 de marzo de 2020 a las 05:00

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Entre los millones de personas vulnerables al contagio del coronavirus, están los refugiados y desplazados que no cuentan con acceso a sistemas sanitarios. 

Es común que vivan en condiciones de hacinamiento, con imposibilidad de bañarse, o incluso de lavarse las manos con agua y jabón. Esas personas no solo están expuestas al contagio, sino que ni siquiera pueden aislarse dado que no cuentan con espacios físicos suficientes para ello.

No hay datos específicos  aún sobre eventuales enfermos de coronavirus entre esta frágil población.  

Por un lado, los países priorizan la atención y el control de sus propias poblaciones. Por otro, se trata de personas que muchas veces están al margen de la asistencia de los estados. 

Se estima que unas 100 millones de personas viven en forma muy precaria en refugios, zonas de guerra y otros entornos de emergencia.

La Agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Refugiados (Acnur) informó el año pasado de más de 70 millones de desplazos a la fuerza.

La ONU ha liberado US$ 15 millones de su fondo de emergencia para tratar el coronavirus en áreas vulnerables. Además, ha liberado fondos administrados específicamente en Afganistán, Sudán y Jordania para reforzar la preparación ante la pandemia.

Los países con más refugiados por cada 1.000 habitantes son Líbano, Jordania, Turquía, Uganda y Chad. En Asia-Pacífico, Kutupalong en Cox´s Bazar de Bangladesh es el mayor asentamiento de refugiados del mundo, albergando a más de 630.000 personas en solo ocho kilómetros cuadrados.

Los rohingyas, una minoría musulmana perseguida por motivos religiosos y étnicos en Myanmar, han buscado protección en Bangladesh desde el año 2017, lo que colapsó el lugar. 

“Cox´s Bazar es uno de los lugares que más nos preocupa, porque si surgen casos de coronavirus en un campo de esa magnitud, el descontrol será muy rápido. Lo que queremos es retrasar la propagación del virus en esas poblaciones”, dijo a El Observador Josefina Martorell, directora general de la oficina de Médicos Sin Fronteras (MSF) para América del Sur (exceptuando a Brasil), desde Buenos Aires. 

Martorell agregó que “Médicos Sin Fronteras está interviniendo en Cox´s Bazar desde 2015, cuando había unas 200 mil personas.

MSF

Varias organizaciones internacionales han focalizado su ayuda en  quienes viven en campos de refugiados superpoblados, en regiones afectadas por guerras o en países con sistemas de salud frágiles, como Yemen, Siria, Sudán del Sur o la República Centroafricana, donde están trabajando no solo en relación al Covid-19, sino también a otras enfermedades, como la malaria, el sarampión o infecciones respiratorias.

Otra de las zonas más indefensas del mundo contra el coronovirus en este momento es la frontera turco-siria, en la que están ubicados campamentos improvisados en la provincia de Idlib, controlada por los rebeldes sirios.

La OMS ha dicho que el covid-19 se dirige hacia esa provincia devastada por la guerra como un “tsunami lento” y que podría cobrar miles de vidas. 

Idlib tiene tres millones de habitantes que viven una terrible escasez de agua, jabón, desinfectantes y medicamentos.

En Europa, el campo de refugiados de Moria, situado en la isla griega de Lesbos, fue definido como una “bomba sanitaria” por el portavoz del Ejecutivo Stelios Petsas.

Ese campo es el mayor de Europa, diseñado para 3.000 personas, pero actualmente alberga 20.000 migrantes, la mayoría provenientes de Turquía, quienes viven en condiciones infrahumanas. Algo similar ocurre en otras islas del Egeo.

Se podría seguir enumerando, ya que la situación es alarmante en la mayoría de los campamentos de refugiados o desplazados del mundo, en especial los más numerosos. Si bien la pandemia no surgió en esos ámbitos, estos se han convertido en un caldo de cultivo por sus condiciones míseras. 

Las medidas 

Organizaciones de ayuda humanitaria han expresado la necesidad de que los refugiados y desplazados sean llevados a lugares más seguros para protegerse mejor de la enfermedad, pero no se cuenta con infraestructura para ello, los sistemas de salud están desbordados y los traslados suelen ser vistos como riesgosos. 

¿Qué medidas se han tomado en relación a estos grupos vulnerables en estas últimas semanas?

Muchos países intentan protegerlos con asistencia que resulta insuficiente, al tiempo que han interrumpido sus programas de acogida, suspendido los trámites de asilo o decretado cuarentena. 

De un repaso de algunos casos, el martes 17, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Acnur anunciaron la suspensión de los viajes de reasentamiento para los refugiados. 

En EEUU se aplazaron los pedidos de asilo de migrantes que aguardan en México. En Alemania, donde viven 1,3 millones de solicitantes de asilo y migrantes, los servicios públicos destinados a ellos fueron suspendidos. Hungría también suspendió la concesión de visados a los iraníes, así como la recepción de las demandas de asilo en sus fronteras. 

La policía francesa evacuó a varios cientos de migrantes instalados en un campamento de migrantes en Aubervilliers (norte de París), donde vivían entre 300 y 600 inmigrantes. 

Valeska Cordier /MSF

América Latina y El Caribe

En América Latina, el gobierno de López Obrador anunció esta semana la suspensión de los trámites de refugio y asilo por un mes, como medida de “distanciamiento social” para contener la expansión de la pandemia, lo que afecta sobre todo a los migrantes centroamericanos.

En conversación con El Observador, Juan Carlos Murillo, representante regional de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), señaló que la situación actual de pandemia impacta de manera diferente en la región. 

En tal sentido, los países más afectados en América Latina y El Caribe son, según cifras oficiales, Brasil y Chile, que superan las 1.500 y las 1.000 personas contagiadas, respectivamente. “Venezuela también presenta un alto índice, pero los números oficiales no son aportados con regularidad”, agregó Murillo. (ver página 7)

No obstante, otras organizaciones advierten que la situación en Venezuela es calamitosa, sin políticas epidemiológicas desarrolladas, sin médicos suficientes dado que han emigrado, ni medicamentos casi de ningún tipo.

El gobierno de Nicolás Maduro declaró cuarentena total y bien es sabido que los cortes de electricidad y agua corriente, que ya existían por la crisis político-económica del país en los últimos años, son condiciones óptimas para la propagación del virus. El temor de los gobiernos de otros países de la región es que esa situación se propague rápidamente.

Colombia cerró todas sus fronteras, terrestres, marítimas y fluviales, desde el pasado 16 de marzo al 30 de mayo, aunque podría extenderse el plazo. Esto ha trancado la llegada masiva de venezolanos a su territorio, pero no ha mejorado en absoluto las condiciones de los migrantes en la zona limítrofe.

Además, la crisis sanitaria de la pandemia está dando lugar a situaciones de violación de derechos humanos.  
“Algunos alcaldes colombianos han comenzado cacerías de brujas con los venezolanos, se ha cerrado el corredor humanitario y se han dejado puntos de control, como en el páramo de Berlín (departamento de Santander) para que los migrantes se devuelvan de a pie, sin recursos y en condiciones lastimosas. La pandemia ha servido de excusa a las autoridades locales para atropellar a la gente. Queremos que se establezca un protocolo de atención humanitaria y hemos elevado peticiones formales a la defensoría del pueblo”, dijo a El Observador Vanessa Apitz, coordinadora de la Fundación Nueva Ilusión en Santander, Colombia.

Adriana Parra, abogada y subdirectora de la Fundación Entre Dos Tierras en Bucaramanga (cerca de la frontera colombo-venezolana), también contó que los refugiados allí están totalmente desabastecidos.

“Hay asentados unos 55.000 venezolanos que no han traído el virus, pero igual se los segrega por miedo, inseguridad, aporofobia y otras formas de discriminación”, dijo. 

Asimismo, explicó que esas personas viven prácticamente en la indigencia en calles, parques o hacinados en casas de alquiler por día.

“En Bucaramanga, hay casas antiguas en barrios pobres en las que viven 30 o 40 personas, con un solo baño y sin buena ventilación. Aunque se decrete el aislamiento, es imposible que lo puedan hacer”, señaló.

Otro foco es México, con una frontera caliente con Estados Unidos, donde, por ejemplo, hay un extenso campamento en la ciudad Matamoros, con carpas improvisadas. Las autoridades locales ya han dicho que, de llegar el brote de la epidemia, colapsaría inmediatamente el sistema de salud.

En suma, la situación general en la región es delicada y seguirá así por bastante tiempo más, probablemente hasta que se descubra la vacuna contra el virus. Las organizaciones consultadas advierten que con la llegada del invierno en los países del sur, el frío y las lluvias agravarán aún más la condición de vulnerabilidad de los refugiados y desplazados.  

 

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