AFP

Afganistán tenía un ejército de 300 mil soldados: ¿por qué colapsó ante 75 mil talibanes?

Trump firmó la retirada, Biden la apoyó, el gobierno afgano nunca creyó que lo iban a hacer y los soldados se dieron cuenta que nadie los iba a salvar

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16 de agosto de 2021 a las 14:32

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Amy Kazmin, Benjamin Parkin and Katrina Manson

Hace apenas seis semanas, Joe Biden parecía confiar en que los 300.000 hombres de las Fuerzas de Defensa y Seguridad Nacional Afganas tenían la formación, el equipamiento y la competencia necesarios para frenar la toma del país por parte de los talibanes tras la retirada de las fuerzas militares estadounidenses.

"La probabilidad de que los talibanes se apoderen de todo y sean dueños de todo el país es muy baja", dijo el presidente estadounidense a principios de julio, al tiempo que afirmaba su determinación de completar la retirada estadounidense antes del 31 de agosto. "Les proporcionamos a nuestros socios afganos todas las herramientas, y permítanme subrayar todas las herramientas, el entrenamiento y el equipamiento de cualquier ejército moderno".

Sin embargo, a pesar de la superioridad armamentística y de entrenamiento de las fuerzas afganas, los combatientes talibanes montaron esta semana una ofensiva relámpago que les permitió capturar más de dos tercios del territorio afgano y llegar a las afueras de la capital, Kabul, a menudo con poca resistencia.

Las tropas del ejército afgano simplemente se desvanecieron, se retiraron o se replegaron a sus bases, a pesar de los miles de millones de dólares gastados en su formación y equipamiento por parte de EEUU y sus aliados. En algunos casos, dejaron armamento avanzado para que se lo apropiaran los milicianos islamistas que conducen motos y empuñan kalashnikovs.

Exoficiales militares occidentales y académicos independientes afirman que el colapso de las fuerzas armadas afganas refleja la desilusión generalizada de la población con el gobierno del presidente Ashraf Ghani, la corrupción crónica y la mala gestión dentro de las fuerzas armadas, y la absoluta falta de confianza entre las tropas de que podrían vencer a los talibanes sin el apoyo militar y de inteligencia de EEUU.

"El problema del ejército no fue la falta de entrenamiento o de armas. Lo más importante en la guerra es la política", dijo Mike Martin, exoficial del ejército británico y autor de un libro sobre el conflicto de Afganistán, que ya ha durado décadas, titulado An Intimate War (Una guerra íntima).

Martin dijo que Ghani (quien según se informa abandonó el país el domingo), un tecnócrata del Banco Mundial que escribió un libro sobre la reconstrucción de Estados fallidos antes de ser elegido presidente en 2014, carecía de las habilidades políticas para mantener a los numerosos grupos étnicos del país leales a la idea de una causa nacional.

Ante la inminente retirada estadounidense, los lazos étnicos, tribales e incluso familiares más tradicionales de muchos afganos eclipsaron cualquier lealtad que pudieran sentir hacia el naciente ejército afgano, lo cual les permitió a los comandantes talibanes provinciales negociar la rendición prácticamente pacífica de muchas tropas.

"La franquicia política de los talibanes fue capaz de separar partes del gobierno porque éste no atendía lo suficiente a sus electores, las tribus, los clanes, las milicias y las etnias. Ése es el problema fundamental", dijo Martin. "Los comandantes del ejército simplemente se rindieron a cambio de una amnistía, que los talibanes les concedieron y los dejaron irse a sus casas".

El acuerdo de febrero de 2020 del expresidente estadounidense Donald Trump con los talibanes, combinado con la determinación de Biden de adherirse a éste sin un plan de transición militar bien planificado, envalentonó a los talibanes y afectó la moral de las fuerzas armadas afganas justo cuando el país comenzaba su temporada de combates. Por lo general, este periodo va de abril a octubre, antes de que el invierno deje gran parte del país cubierto de nieve.

Ali Yawar Adili, director para el país de la Red de Analistas de Afganistán, dijo que las tropas afganas quedaron profundamente desconcertadas por la forma abrupta en que se retiró el apoyo logístico y aéreo estadounidense. Muchos afganos — incluyendo Ghani — nunca se lo esperaron.

"Las fuerzas afganas dependían en gran medida del apoyo aéreo proporcionado por las fuerzas estadounidenses, y también del apoyo logístico proporcionado por los contratistas estadounidenses, y esos apoyos ya no existen", dijo.

Elizabeth Threlkeld, exfuncionaria del Departamento de Estado de EEUU y ahora alta funcionaria del Centro Stimson en Washington, dijo que el rápido avance de los talibanes y la rendición pacífica de algunas unidades del ejército habían animado a muchos otros a seguir su ejemplo.

"Adquiere un aire de inevitabilidad", dijo. "Si estás en una de esas capitales provinciales que quedan, tienes que preguntarte: ‘¿por qué estoy luchando y qué probabilidades de éxito tengo?’ Lo que hemos visto es que las tropas afganas reconocen las advertencias y han tomado medidas para proteger sus propios intereses en lugar de luchar".

Un exoficial militar de alto rango de EEUU dijo que la Fuerza Aérea Afgana se vio especialmente afectada por la salida de más de 15,000 contratistas que solían ayudar a mantener la capacidad de vuelo de los aviones y helicópteros proporcionados por EEUU.

"La preparación operativa de su fuerza aérea se está degradando al esparcirse por todo el país intentando responder a diferentes situaciones desesperadas", dijo el funcionario. "Una vez que las tropas se den cuenta de que nadie las va a rescatar, desertarán, huirán o se rendirán".

No todas las fuerzas afganas se han rendido sin resistencia. Los comandos de las Fuerzas Especiales lucharon con denuedo y resistieron contra los talibanes en algunas ciudades, como Lashkar Gah, hasta se dio la orden de retirarlos. Pero simplemente eran demasiado pocos para evitar la embestida nacional.

Mientras tanto, las fuerzas armadas han estado plagadas de corrupción, como el tema de los "soldados fantasmas" que existen en el papel, pero no son reales, lo cual les permite a otros cobrar sus salarios.

Aunque oficialmente hay 300,000 soldados afganos, Threlkeld dijo que "es justo decir que en realidad hay muchos menos".

Pero lo que también contribuyó al colapso es la negación por parte del gobierno de Ghani de que Biden retiraría efectivamente las últimas tropas estadounidenses y sus contratistas militares de Afganistán este año, y su consiguiente falta de preparación.

"Ghani y quienes lo rodean no podían creer que los estadounidenses los hubieran abandonado así", dijo el analista pakistaní Ahmed Rashid, autor de varios libros sobre Asia central y meridional. "Existía la esperanza de que cuanto peor fuera la situación, más evidente sería que debían quedarse".

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