Alberto Fernández: el líder improbable de América Latina

A pesar del estado lamentable de la economía de su país, el presidente de Argentina está buscando un papel regional más importante

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25 de febrero de 2021 a las 14:08

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Michael Stott

Normalmente, el líder de un país sumido en el tercer año de una profunda recesión que está luchando por renegociar las aplastantes deudas internacionales descartaría cualquier aspiración a un papel global más importante.

Pero éstos no son tiempos normales y Alberto Fernández se está posicionando como un líder natural para América Latina, una región devastada por el coronavirus, acosada por serios problemas sociales y económicos y sin ningún abanderado obvio.

El presidente expresó su mensaje en un elegante discurso en vídeo al Foro Económico Mundial de Davos el mes pasado. La pandemia, dijo, fue "una llamada de atención para construir una casa común sobre diferentes cimientos".

Puliendo sus credenciales regionales, Fernández ha construido puentes entre la izquierda y la derecha, visitando a los presidents de centro derecha de Chile y Uruguay mientras festeja las recientes victorias electorales de los socialistas en Bolivia y Ecuador. Esta semana, Fernández visitó México como “orador distinguido” en las conmemoraciones del 200 aniversario de la proclamación de la independencia. Fue el único líder latinoamericano invitado por el presidente ilustremente insular del país, Andrés Manuel López Obrador.

Este estallido de diplomacia es oportuno. La administración Biden está ofreciendo una nueva agenda para América Latina, dejando atrás la presión de la era Trump sobre la inmigración y el cambio de régimen en Cuba y Venezuela y, en cambio, acogiendo los derechos humanos, la protección ambiental y la lucha contra la corrupción.

Pero Fernández necesita socios. "Cuando observas a la región, hay una ausencia de liderazgo", dijo Tom Long, profesor asociado de las nuevas potencias mundiales en ascenso en la Universidad de Warwick. “La política está realmente fragmentada y no existen figuras sobresalientes para liderar los esfuerzos regionales".

Éste, dicen diplomáticos y analistas, es el espacio que el presidente argentino espera llenar.

No fue casualidad que Fernández fue uno de los primeros líderes mundiales en felicitar a Joe Biden por su elección y fue el primer líder latinoamericano en tener una conversación sustancial con el nuevo presidente de EEUU después de su toma de posesión, según el embajador de Argentina en Washington, Jorge Argüello. Los dos líderes hablaron durante 35 minutos y discutieron su admiración común por el Papa Francisco y los valores católicos que comparten, dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores en Buenos Aires.

Por el contrario, el líder de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, y el presidente López Obrador de México estaban en buenos términos con Donald Trump al final de su mandato y estuvieron entre los últimos líderes mundiales que reconocieron la victoria de Biden. Bolsonaro y el presidente de EEUU aún no han hablado.

Dicho esto, los obstáculos que enfrenta Fernández en su intento por desempeñar un papel regional más importante son formidables.

América Latina carece de foros efectivos para la coordinación regional. Si bien la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) se ha convertido en un organismo regional exitoso en el sudeste asiático y la Unión Africana desempeña un papel clave en ese continente, América Latina está plagada de esfuerzos fallidos de integración regional.

Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un grupo de expertos de Washington, cree que Buenos Aires podría desempeñar un papel para ayudar a EEUU a negociar una solución diplomática a la crisis de Venezuela; EEUU también podría estar interesado en asociaciones de energía renovable. Pero dijo: “En la medida en que Argentina esté sumida en su crisis económica, su efectividad como socio de EEUU en Venezuela, el clima y otros temas será limitada”.

Shannon O'Neil, vicepresidenta del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, cree que la política interna puede ser un problema. “Hay una apertura para un líder pragmático y estratégico en América Latina pero el desafío que tendrá Alberto Fernández son los argentinos”, ella dijo. “Puede que tenga esas ambiciones internacionales, pero Argentina es un país cada vez más insular”.

Una argentina en particular podría provocar problemas: Cristina Fernández de Kirchner,  ampliamente vista como una potencia detrás del trono. Como dijo Moisés Naím, un miembro distinguido de la Fundación Carnegie: “Alberto no viene solo. Tiene equipaje”.

Luego está la economía. Argentina todavía está tratando de renegociar US$44 mil millones de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sus reservas de dólares se están agotando y la impresión de dinero del banco central ha impulsado la inflación, dejando a la economía en un estado lamentable.

Ante problemas como éstos, quizás no sea de extrañar que Fernández hiciera frecuentes referencias al Papa en su conversación con Biden. La intervención divina puede ser una bendición.

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