Chile, el preferido de China en América Latina

La más reciente expansión de la Iniciativa Un Cinturón, Una Ruta conlleva nuevas inversiones y retos

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28 de febrero de 2019 a las 15:41

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Benedict Mander

La reciente llegada a Santiago de 200 autobuses eléctricos fabricados por la compañía china Yutong ha puesto de relieve un dramático cambio en la relación de China con Latinoamérica.

Funcionarios en Santiago dijeron que el acuerdo con Yutong — el cual hará que la capital de Chile tenga la segunda flota de autobuses eléctricos más grande del mundo, por un precio que no fue divulgado — representa sólo el comienzo de un aumento de la inversión china en Latinoamérica.

Si bien Brasil, la mayor economía de Latinoamérica, sigue siendo el ‘premio’ más codiciado, China está cada vez más enfocada en hacer incursiones en la región a través de países como Chile, cuya economía de rápido crecimiento, gobierno estable y recursos naturales como el litio — un componente clave en las baterías que proporcionan energía a todo, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles eléctricos — lo convierten en un atractivo objetivo para los esfuerzos de China de expandir su alcance global.

Pero las ambiciones latinoamericanas de China — las cuales se han producido conforme EEUU se ha retirado de una región que una vez llamó su "patio trasero" — han generado críticas de quienes temen que Beijing esté tratando de expandir su dominio geopolítico, dejando a los países socios con cuantiosas deudas. Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, por ejemplo, se ha quejado de que China está "comprando Brasil".

Hasta hace poco, la inversión de China en Chile era limitada, a pesar de la robusta actividad comercial; Chile es el principal productor de cobre del mundo y China el mayor comprador. Pero en noviembre, Chile se unió a otros seis países de Latinoamérica y el Caribe, incluidos Ecuador, Panamá y Cuba, para firmar un memorándum de entendimiento con China para participar en su Iniciativa Un Cinturón, Una Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), una estrategia de desarrollo dirigida a mejorar la infraestructura y la conectividad con China de los países vecinos.

La administración de Sebastián Piñera también le ha dado prioridad al aumento de la inversión extranjera directa (IED) desde que asumió el cargo el año pasado, promulgando una ley destinada a reducir la burocracia y alentar nuevas inversiones. El resultado, según el gobierno, fue de US$8.2 mil millones en IED en 2018, un aumento del 28% con respecto al año anterior.

China ha aprovechado la invitación. Tianqi Lithium Corp., una compañía con sede en China, adquirió una participación del 24% en la minera chilena de litio SQM por US$4 mil millones, la mayor inversión extranjera en el país en 2018. Las empresas chinas también han invertido en los sectores de electricidad, energía renovable, salmón y frutas de Chile durante el pasado año.

China también ha comenzado a competir con EEUU como proveedor de tecnología. La aplicación china de taxis Didi Chuxing compite directamente con Uber en Brasil y México, y está programada para expandirse a Chile, así como a Perú y a Colombia.

Mientras tanto, los planes para US$1,8 mil millones en inversiones de empresas chinas, incluyendo de China Three Gorges Corporation, de State Grid y de Alibaba, duplicarían el monto de las inversiones del país en Chile con respecto al año anterior, antes del acuerdo con Tianqui, declaró Cristián Rodríguez Chiffelle, el director de InvestChile, la agencia estatal de promoción de inversiones.

Sin embargo, el incrementado interés de China en Chile no ha estado libre de controversias. Ese interés en la región ha llevado a los funcionarios estadounidenses a advertirle a Latinoamérica acerca de la naturaleza "depredadora" de China y acerca de las "trampas de deuda" que ha creado en los países en desarrollo.

Incluso en Chile, el cual ha sido mayormente receptivo al avance de China, ha habido cierta oposición. El acuerdo con Tianqi ocasionó preocupaciones acerca del potencial de otorgarle a China un mayor control sobre el mercado, ya extremadamente concentrado, de litio.

Las autoridades antimonopolio de Chile analizaron detenidamente el acuerdo, generando críticas por parte del embajador de China en Chile, Xu Bu, quien le comentó al periódico local "La Tercera" que tal oposición pudiera "dejar influencias negativas en el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales entre ambos países".

Finalmente se llegó a un acuerdo, el cual le permitió a Tianqi comprar la participación, pero le impidió designar a sus empleados para formar parte de la junta directiva de SQM y le exigió que les informara a los reguladores sobre los futuros acuerdos de litio con SQM o con su principal rival, Albemarle.

Sin embargo, numerosos gobiernos latinoamericanos con escasez de efectivo que buscaban obtener crédito chino durante la última década habían sido reemplazados por administraciones más orientadas al mercado — particularmente en Brasil y en Argentina — que preferían licitaciones abiertas para contratos y asociaciones para proyectos de infraestructura, según lo indicado por Margaret Myers, miembro del comité de expertos del centro Diálogo Interamericano en Washington DC. "Como resultado, las compañías chinas están compitiendo cada vez más contra firmas locales e internacionales por proyectos", ella agregó.

Chile, por sí solo, cuenta con una cartera de proyectos de obras públicas por un valor de US$14,5 mil millones. China ganará algunos contratos "con seguridad", opinó Rodríguez Chiffelle. Él comentó que la China Harbour Engineering Company, la segunda compañía de construcción más grande del país, había tenido éxito en su propuesta para construir una represa hidroeléctrica el año pasado.

Después de los recientes anuncios de inversión china en significativos proyectos de infraestructura para mejorar el Canal de Panamá y para construir un puerto de US$3 mil millones en Chancay, Perú, existen esperanzas de que las empresas chinas inviertan en un "corredor bioceánico" desde Brasil hasta Chile con la construcción de un ferrocarril que uniría las costas atlántica y pacífica de Suramérica.

Si bien se ha criticado a la BRI por crear trampas de deuda en países como Pakistán y Sri Lanka, los observadores dicen que Chile corre menos riesgo debido a su insistencia en que las compañías chinas sigan las mejores prácticas y regulaciones, al igual que otras compañías internacionales y locales que están obligadas a hacerlo, en contraste con las reglas más ‘turbias’ de los acuerdos entre Estados.

Los funcionarios han estudiado los errores cometidos por países profundamente endeudados en Asia como resultado de la BRI, y también han visto más de cerca los problemas experimentados por países como Venezuela, el cual ha tenido dificultades para pagar sus deudas chinas.

Si la inversión china alcanzará las proporciones que numerosos gobiernos de la región anticipan puede depender de factores fuera de su control, como la desaceleración de la economía china.

Pero Jorge Heine, un exembajador de Chile en Beijing, argumentó que el tamaño de la economía china era tal que no habría un gran impacto sobre los flujos de inversión a la región: "Vamos a ver más en lugar de menos inversión china en la región en los años venideros".

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