Opinión > EDITORIAL

Argentina pos PASO

Todo indica que en Argentina la inestabilidad seguirá
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14 de agosto de 2019 a las 05:01

Fue tan apabullante la victoria de la candidatura opositora kirchnerista en las elecciones primarias de los partidos en Argentina, que en Buenos Aires dan como un hecho que la fórmula Aníbal Fernández-Cristina Fernández triunfará con comodidad en las elecciones presidenciales del próximo 27 de octubre, incluso sin necesidad de un balotaje. 

Con el 47% de votos que obtuvo Fernández, frente a 32% del primer mandatario Mauricio Macri –15 puntos porcentuales de diferencia–, generó un inédito ambiente político: unos comicios internos para que los partidos elijan a sus postulantes se tomaron como si hubiesen sido la propia elección presidencial para la que faltan algo más de 70 días. 

La inestabilidad política y económica que vive Argentina en estas horas hace recordar los tiempos aciagos de la crisis que estalló en diciembre de 2001, aunque existen obvias diferencias. Lo cierto es que hubo un cimbronazo tan grande que hubo quienes se preguntaron si el presidente Macri podría terminar su mandato el próximo diciembre y se escucharon voces a favor de iniciar ya una transición. 

El resultado de las primarias demuestra la enorme brecha que existe entre las expectativas de los actores económicos internos y externos en comparación a las del electorado. 

La preferencia política de la mayoría de los argentinos representa la resurrección de políticas fracasadas durante 50 años para los empresarios, inversionistas y actores principales del mercado de valores. Es por eso que la euforia bursátil del viernes 9 –cuando la mayoría absoluta de las encuestas proyectaban una cuasi paridad entre Macri y Fernández– se transformó en un sentimiento de franco desánimo desde el lunes 12, reflejado en una escalofriante suba del dólar y en una alarmante caída de los papeles públicos y acciones de compañías líderes. 

¿Por qué los argentinos apoyaron abrumadoramente una candidatura que representa un pasado reciente nefasto de gestión del gobierno, que dejó una economía hecha trizas y terminó con políticos presos, enjuiciados o investigados en la Justicia por casos graves de corrupción?  

En las elecciones se dispararon dos balas de miedo: la del oficialismo, que apuntó contra la desastrosa y corrupta gestión del kirchnerismo; y la de la fórmula ganadora, que se dirigió contra las terribles consecuencias inmediatas del ajuste del gobierno.
Y el electorado se decantó por la candidatura de la falsa promesa de heladeras llenas a los sufrientes votantes pobres y de clase media baja. A la gente que no llega a fin de mes por la alta inflación, que no tiene trabajo o está subempleada, no le pesa apoyar a una fórmula que simboliza a las bóvedas escondidas y políticas fracasadas.

Pero también el votante castigó las consecuencias de una política económica gradualista, que no asumió de entrada la negra herencia kirchnerista y culminó incrementando el gasto público, aumentando la carga tributaria y la deuda pública y devaluando la moneda y aumentando la inflación, todos ellos los peores males de los países subdesarrollados y que nada tienen que ver con las ideas de libertad y apertura económica que es el único camino honroso para Argentina. No somos optimistas sobre el período que se inicia tras las votaciones primarias y hay datos elocuentes para pensar que continuará el ambiente de inestabilidad y de zozobra. 

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