Argentina vuelve a emitir pesos y sobrevuela el fantasma de la hiperinflación

La acumulación de vencimientos de deuda hace que se haya abandonado la política de “expansión monetaria cero” justo en un momento de caída de la demanda de pesos por parte del público

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11 de noviembre de 2019 a las 05:00

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En la Argentina de hoy, palabras como “hiperinflación” ya dejaron de parecer exageradas y empiezan a ser consideradas como una posibilidad cierta.

Es cierto que la inflación promedio mensual, que se ubica en torno del 4%, todavía no parece tan grave como para pensar en la repetición de aquel trauma de los años ’80, pero los analistas advierten sobre una dinámica peligrosa.

El temor principal es la forma en la que se está expandiendo la base monetaria, justo cuando la demanda por los pesos alcanza mínimos históricos. Un reciente informe de GMA Capital concluye que hay que remontarse al colapso de la convertibilidad –cuando el valor del dólar se cuadruplicó- para ver un momento con menos demanda de dinero.

Expandir justo cuando nadie quiere pesos es una combinación que, según los economistas más alarmados, puede resultar explosiva en cuestión de pocos meses.

“Las tasa no tracciona y los argentinos nos sacamos los pesos de encima, porque ya sabemos que la inflación será más alta. Se espiralizan las expectativas y eso es grave”, apunta Nery Persichini, autor del informe.

Lo cierto es que, bien lejos de la consigna de “expansión monetaria cero” que se había comprometido con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central viene volcando pesos al mercado.

En parte lo hace como forma de saldar las obligaciones con acreedores, y en parte por una cuestión estacional. Los meses de fin de año siempre hay una mayor necesidad de dinero en el mercado por los gastos de las fiestas y para que las empresas puedan pagar los aguinaldos.

JUAN MABROMATA / AFP

Es por eso que el principal tema de debate ahora entre los economistas radica en cómo reabsorber en el verano esa expansión de pesos de fin de año. Una operación compleja, dado que Alberto Fernández rechazó la alternativa de pagar altas tasas de interés, como vino implementando el Banco Central.

Perspectivas de un verano caliente

Hablando en números, economistas independientes estiman en 300.000 millones de pesos argentinos la cantidad de dinero adicional que el gobierno de Alberto Fernández deberá emitir en diciembre. Con lo cual el riesgo de algún nuevo desajuste es visto como algo de alta probabilidad.

Antes de que se produzca el cambio de mando presidencial, el equipo económico de Macri deberá hacer frente a vencimientos de letras “reperfiladas” y a intereses de bonos en pesos.

Tras el cambio definido en septiembre pasado –considerado como un default parcial-, se determinó que en la siguiente fecha de pago del cronograma original los acreedores individuales cobrarán el 100% pero los institucionales solo encajará el 15%. Un 25% restante se pagará en tres meses mientras el otro 60% se saldará a los seis meses. Es decir, son vencimientos que caerán en el arranque de la gestión Fernández.

Con este esquema, a fines de noviembre, Macri deberá abonar 570 millones de pesos por vencimientos de letras, más 15.000 millones en letras indexadas al dólar y 25.000 millones en bonos. Todo equivale a unos US$ 645 millones.

Además, habrá que abonar US$ 250 millones por letras en moneda extranjera “reperfiladas”.

Y el gran temor es qué ocurrirá cuando todos esos pesos aparezcan acreditados en las cuentas de los acreedores.

Es cierto que el “cepo” cambiario limita la posibilidad de que los pesos se refugien en el dólar, pero aun así persiste la preocupación, porque ese dinero podría ir al mercado paralelo del dólar blue, o bien trasladarse a los precios, en una agudización de la espiral inflacionaria.

Una opción de la que empezó a hablarse es la de una nueva postergación de vencimientos de deuda. Sí, una postergación de los mismos papeles que en septiembre habían tenido un cambio de condiciones. Es por eso que se habla de un “re-reperfilamiento” de deuda en pesos. Es una idea que empiezan a acariciar en el equipo del presidente electo, aunque los funcionarios macristas no quieren saber nada al respecto.

Con ese panorama, el riesgo de un nuevo default aparece como algo que muchos dan por descontado.

El primer verano de Alberto Fernández promete ser caliente, porque deberá afrontar ya en enero vencimientos por 40.000 millones de pesos y, a partir de allí, un promedio de 180.000 mensuales. Al tipo de cambio de hoy, eso implica volcar al mercado cada mes el equivalente a US$ 2.800 millones.

Todo en una economía recesiva y con inflación creciente, en el que el mayor temor vuelve a ser el de un desplome de la demanda de pesos y las corridas masivas al dólar.

El riesgo oculto de “desdolarizar”

En ese contexto de alarma por la situación financiera, volvieron a escucharse propuestas que contribuyeron a agravar el nerviosismo. Entre ella, de Mercedes Marcó del Pont, la expresidenta del Banco Central durante la gestión de Cristina Kirchner, quien planteó la necesidad de “desdolarizar” la economía.

La iniciativa forma parte de un informe técnico difundido por la fundación que dirige la exfuncionaria –y cuyo nombre suena como posible directora del organismo previsional-.

Marcó del Pont, a quien se atribuye la invención del célebre “cepo” cambiario que se aplicó durante todo el segundo mandato de Cristina, se mostró crítica de la restricción cambiaria que decidió la actual administración de Macri.

“Si bien consideramos que se trata del régimen más consistente con la actual situación de severa insuficiencia de dólares y la urgencia por estabilizar el mercado, no se puede ignorar que su aplicación genera efectos colaterales adversos, como el surgimiento de mecanismos para eludir tales regulaciones o complicaciones en el funcionamiento de ciertos mercados muy dolarizados”, escribió Marcó del Pont, sin dudas aplicando las lecciones aprendidas por las distorsiones que provocó el cepo en el período 2011-2015.

En consecuencia, propuso que la forma de superar la actual situación consiste en inducir una “desdolarización de la economía”.

ALEJANDRO PAGNI / AFP

A primera vista, suena ambicioso para un país en el que hay ahorrados fuera del sistema bancario más de US$ 300.000 millones mientras que los depósitos en pesos llegan apenas a una cifra equivalente a US$ 52.000 millones, con tendencia a la baja.

Lo cierto es que la propuesta generó de inmediato revuelo en el ámbito económico. Muchos recordaron que, durante su gestión, Marcó del Pont intentó sustituir al dólar como la moneda de los negocios inmobiliarios, intento que terminó en un rotundo fracaso.

Los comentarios de los economistas fueron unánimes en cuanto a que no hay chances de que en este momento haya una desdolarización voluntaria. Lo cual llevó al interrogante sobre si lo que está proponiendo la ex funcionaria es alguna forma de pesificación compulsiva.

“Tendremos que empezar a preguntarnos si la idea es que los argentinos que tienen dólares los vendan, o que desde ese momento dejen de comprar”, dijo Rodolfo Santangelo, uno de los analistas más influyentes, en una entrevista radial. Y agregó que si el nuevo gobierno quisiera pesificar compulsivamente “sería un ataque a la propiedad privada muy fuerte”.

Más explícito aun, Carlos Rodríguez, ex secretario de política económica durante los ’90, advirtió que la propuesta “es muy efectiva para generar más miedo en los mercados y dolarizar más la economía”.

Y agregó, con ironía: “Así sube el dólar blue y siguen los retiros de depósitos en dólares. La Gendarmería no le va a alcanzar para pesificar la economía argentina”.

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