Diego Battiste

Cancelá la torta que se suspendió la fiesta

Todos querrán festejar el domingo 30; algunos simularán felicidad pero todos tienen motivos de preocupación y habrá más simulación que celebración real

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22 de junio de 2019 a las 05:00

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Festejos de alivio, celebraciones mesuradas, poco bullicio y a trabajar en serio para una elección que es complicada para todos. El tramo final de la campaña electoral muestra que ningun partido político tiene motivos para largar el cotillón y dar rienda suelta a la alegría, sino más bien a sentir satisfacción por el logro de la primera etapa cumplida, darse tiempo para mínimo descanso, reconstruir su interna política y planificar una estrategia con profesionalismo de “alta política”.

¿Habrá festejos en la noche del domingo 30?

Unos tendrán la alegría de haber sido nominados para la carrera presidencial, otros estarán contentos por cumplir con el requisito de 500 votos como mínimo para competir en octubre, algunos verán que su lista tuvo más apoyos que otras, pero en todos los partidos habrá una sensación de preocupación por lo que se viene.

¿Eso es así en todos los lemas?

Sí, en todos; pero primero veamos el contexto de esta primaria.

Quedan pocos días de campaña proselitista y no está fácil para llegar a la gente con el pedido de confianza y la convocatoria a las urnas. Hay frialdad en la sociedad, respecto a la política y hacia los dirigentes políticas, y hay clima frío con mal tiempo para actividades al aire libre.

Miles de uruguayos se han volcado a la tarea partidaria, y una cantidad considerable de jovenes aparecen en actividades políticas con entusiasmo, pero eso queda restringido a una minoría.

Las encuestas registran una alta intención de participar en las primarias del 30-J, pero eso no se compadece con lo que relatan los dirigentes de lo que pasa en giras, actos, recorridas y otras actividades. Y además, ya hay antecedentes de internas anteriores en las que votó bastante menos gente de la que anunciaba que lo haría.

Sí aparece más gente que se ofrece para “repartir listas” o hacer otras tareas remuneradas, porque ve en la elección una oportunidad de una “changa laboral”, justo cuando la economía acusa estancamiento general con recesión en sectores importantes, como la industria, el comercio y la construcción.

El pesimismo económico que registró esta semana el Índice de Confianza del Consumidor va de la mano de otros indicadores de opinión pública y tiene relación con los datos que divulgó el gobierno sobre producción, consumo, y también sobre la recaudación de impuestos.

No es la única preocupación de los uruguayos, hace más de 10 años que la inseguridad está al tope de los problemas que la gente identifica como principales y más allá del orden en el ranking, sin saber si la próxima medición muestra que la inquietud laboral supera a la de los delitos, está claro que ambos temas están instalados con fuerza en la cabeza de los uruguayos.

La noche del 30 encierra una expectativa sobre el alcance de los posibles festejos.

Entre los blancos, solo un hecho que hoy no parece probable, justificaría un festejo: un desplome de Sartori que mostrara que su intención de voto era más espuma que realidad. Pero de confirmarse el respaldo importante que el millonario recoge en opinión pública, su presencia seguirá incomodando a los dirigentes del Partido Nacional, y habrá que ver cuánto es su caudal electoral y cómo son sus movidas políticas posteriores, respecto a condiciones para la siguiente etapa electoral.

Y aunque Sartori fuera tercero lejos, los líderes blancos saben que una elección que les venía favorable se ha complicado por fragmentación de voto anti-frentista y por la fuerza que adquiere el partido de Manini Ríos. Una negociación con colorados, el PI y Novick era dentro de determinados códigos, en los que no encaja el ex jefe del Ejército, que levanta discurso anti-políticos.

En los colorados podrá festejar Sanguinetti o Talvi la victoria, pero eso no cambia demasiado el potencial de un partido que se achicó hace algunos años y que se mantiene en menos de un quinto del electorado.

Algunas encuestas muestran que si Sartori ganara entre los blancos eso mejoraría la chance de los colorados, pero esa jugada tampoco es beneficiosa para el partido de Batlle: lo enfrentaría a un “socio” dificil de tragar. 

El partido de Manini Ríos tiende a ser el cuarto partido en la elección del 30 y querrán celebrar eso como éxito en su debut electoral, porque van con entusiasmo de lo nuevo y sienten en el general cesado un líder o caudillo, con mano firme para enfrentar los problemas del país. Pero se han entusiasmado tanto, que una votación buena, no excelente, puede ser una frustración. Y además, en algun momento tomarán conciencia que Manini no puede ser presidente, que su meta real será determinada cantidad de bancas legislativas.

Podrá festejar ahora, pero en una creencia sin base sólida. Sus seguidores no se conforman con verlo en el Parlamento, ni como socio menor de los partidos tradicionales a los que critica y reprocha, sino que ambicionan viéndolo dirigir algo... en lo ejecutivo, y no en lo discursivo.

Si igual festejan el 30, es en función de creer que es posible lo imposible.

Los partidos Independiente y De la Gente tampoco están para celebrar el 30, aunque Novick quiera mostrar el debut electoral de su lema (que ha quedado apretado por otros que le salieron a competir en un electorado que ya era chico).

Unidad Popular y el PERI cumplirán el trámite para seguir en carrera y el mediático Salle desplegará su stand up si el partido Animalista consigue el peaje para octubre. ¿Festejo?

En tanto, el Frente Amplio que llega sin sorpresas, pero también sin entusiasmo colectivo, exhibirá unidad, sin choques dolorosos, y el último día de junio se reunirá bajo la bandera de Otorgués para mostrar cierto festejo, aunque la dirigencia sepa que va mal hacia octubre.

Más que celebrar precisa enderezar, encauzar, corregir, que eso no le resulta nada fácil, y que el tiempo pasa rápido. El Frente va mal hacia octubre, es consciente de eso, pero no de que va peor de lo que percibe su dirigencia.

Eso no quiere decir que otros vayan bien. La oposición entró en dificultades, porque dos de los potenciales socios de la coalición retrocedieron varias casillas (el PI y Novick), porque Sartori se metió por una venta del Honorable Directorio y desacomodó a los blancos, porque Manini logra adhesión singular y es un socio complicado, y porque la fragmentación de partidos con chance de entrar al Parlamento, anticipa dificultades de negociación.

En la noche del 30 habrá festejos, porque debe haberlos pero no porque haya muchos motivos para ellos: algunos de alegría contenida, otros de alivio, otros porque sí, y aunque las familias políticas se paren detrás de la “torta” y sonrían para la foto, todos los partidos tienen más motivos de preocupación que hace un año; curiosa consecuencia de cambios de una sociedad uruguaya, que está irritada, molesta y desconfiada. 

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