Diego Battiste

Ciudad Vieja: un proyecto de US$ 3 millones, el poco movimiento y las expectativas

El viejo casco de Montevideo vive una realidad compleja desde el punto de vista comercial e inmobiliario, mientras asoman proyectos auspiciosos

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30 de agosto de 2021 a las 05:00

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La Ciudad Vieja siempre ha cautivado a turistas locales y extranjeros. Y también se han visto atraídos inversores y empresarios de todo tipo, fundamentalmente los gastronómicos.

Antes de la pandemia, el comercio en Ciudad Vieja venía teniendo buenos números desde hacía por lo menos 10 años. Con anterioridad, la zona se había caracterizado por una gran oferta nocturna enfocada mayormente en un público joven. 

Pero la inseguridad montevideana fue en ascenso y el barrio terminó siendo una de las principales víctimas.  Desde ese momento, las horas diurnas pasaron a ser el “punto fuerte”, dedicadas a quienes trabajaban en la zona y a la fuerte afluencia de turismo.

Sin embargo, a partir de marzo de 2020 las cosas cambiaron en forma drástica. Durante casi todo el año pasado lo único que faltaba era que pasaran rodando fardos de alfalfa, como en las películas del lejano Oeste. Así lo graficó Claudio, un vendedor callejero que está instalado sobre la peatonal Sarandí. La Ciudad Vieja ya no es la misma. 

La situación no solo era deprimente por el poco movimiento que había en las calles, sino también porque, a medida que pasaron los meses, los locales fueron cerrando. Algunos de ellos lo hicieron de manera temporal, pero otros de forma permanente, lo que repercutió en el atractivo de la zona. 

Claudio fue categórico en que quien ha quedado con las puertas abiertas es el que menos gana porque los niveles de venta siguen siendo bajos. Para el vendedor, que camina la peatonal todos los días desde hace más de 20 años, el punto de quiebre se dio cuando las fronteras se cerraron. 

Explicó que los turistas llegaban con intenciones de gastar y comprar “algún recuerdo” de haber estado en Uruguay. 

Si bien los locatarios llegan a la Ciudad Vieja los fines de semana, su objetivo es mucho más de recorrida y no tanto de gasto.  Actualmente hay un mayor flujo de gente, pero responde directamente a que en muchas empresas y oficinas públicas se volvió a la presencialidad. 

Esto entusiasma a los comerciantes y empresarios de la zona, pero todos insisten en que la aguja se moverá cuando las fronteras se reabran. “Es imposible venderles todos los días a personas que vienen a trabajar. Obviamente el movimiento ayuda y entusiasma, pero no más que eso”, dijo Claudio. 

Hay otros que viven una realidad diferente, por ejemplo Beto, quien vende inciensos desde hace más de 30 años. Su público es sobre todo uruguayo, por eso cuando la pandemia llegó optó por mantenerse lo más firme posible. Confiaba en que los uruguayos saldrían nuevamente a las calles y la presencialidad “tarde o temprano” volvería. Ahora, cuando esto parece ser un hecho, sus ventas han aumentado considerablemente. 

Diego Battiste
El Mercado del Puerto casi no tiene movimiento

Al momento en que El Observador recorrió la Ciudad Vieja, en la mesa donde Beto tenía sus productos había por lo menos tres personas a la espera de ser atendidas. 

Además, el covid-19 llegó en un momento en donde la Ciudad Vieja se volvió más segura, por lo menos durante el día.  “Las cámaras que puso el Ministerio del Interior ayudaron un montón, porque antes esto era tierra de nadie”, rememoró Claudio. 

Beto, por su parte, agregó que durante sus más de 30 años en la zona ha visto “cosas increíbles”. Puso como ejemplo que todos los días veía a delincuentes en moto a la espera de turistas para sacarles cámaras de fotos y carteras. “Eso ya no se ve más. Antes era mucho más complicado”, enfatizó. 

Pero ahora todo indica que, hasta que las fronteras no vuelvan a estar abiertas, la realidad comercial para este tipo de vendedores va a ser bastante compleja. Claudio entiende que “no queda otra opción que agachar la cabeza y aguantar el tirón” pero se pregunta bastante seguido hasta cuándo podrá hacerlo. 

Lo comercial y lo visual

Cristina tiene su tienda de regalos ubicada cerca de la plaza Zabala. Se mostró optimista en que la realidad cambiará en el corto plazo. 

En su caso, cerró un par de meses luego de que se detectaran los primeros casos de coronavirus. La baja movilidad hacía que no tuviera sentido abrir el comercio.

Sus clientes son tanto uruguayos como turistas, por lo que la falta de presencialidad repercutió directamente en el ritmo de venta. 

En cuanto a los turistas, explicó que aportan no solo desde el punto de vista comercial, sino también desde el visual. “Si llegás y ves que hay mucha gente paseando y comprando, te dan ganas de dar una recorrida”, explicó. 

La falta de gente recorriendo día a día la Ciudad Vieja es algo que muchos comerciantes notan. El poco movimiento se debe no solo a que los turistas no están llegando, sino a que muchas empresas han abandonado la zona. 

Cristina relató que hace poco tiempo salió a recorrer el barrio y contó “cerca de 20 locales comerciales con un cartel de venta”. Consideró que es una de las consecuencias de la pandemia, lo que a la vez es un desafío porque “la zona cada vez es menos atractiva”. 

El Mercado del Puerto

Cuando se llega al Mercado del Puerto el movimiento es considerablemente menor al del resto de la zona. Si bien hay un público que sigue apostando por la gastronomía del lugar, este no alcanza ni cerca a la demanda prepandemia. 

Incluso se nota desde el punto de vista sonoro, porque en las inmediaciones del mercado el silencio llega a ser abrumador. 

“Y ahora es un éxito, porque está levantando un poco la demanda. No sabés lo que era esto hace unos meses, te daban ganas de llorar”, explicó Manuel, quien tiene un restaurante en el Mercado del Puerto. 

Si bien la demanda ha aumentado, la realidad es que algunos aspectos cambiaron. 

Diego Battiste
La seguridad es un tema que preocupa a los comerciantes

El turista suele sentarse a comer y “no mira el precio”, pero el uruguayo se fija cuánto sale cada plato. Esto ha llevado a muchas empresas gastronómicas a bajar precios, para tratar de ajustarse a la nueva realidad. “Ahora el que viene busca precio. Eso es malo si en la carta no tenés los precios que ellos quieren”, añadió Manuel. 

Para los empresarios, el mes de noviembre será clave en el entendido de que las autoridades nacionales abrirán las fronteras para toda clase de turistas. 

Esto se suma a que de cara al verano el movimiento en Ciudad Vieja aumenta porque los días se prestan para que la gente salga. 

Moverse en bloque 

La realidad del clásico barrio de Montevideo se puede definir como cambiante.  Allá por 2004 inversores españoles apostaron por las viejas edificaciones pero luego se retiraron. Ahí fue cuando, en 2009, llegaron empresas argentinas que querían instalarse. En 2014 muchos de ellos emprendieron retirada y el tiro de gracia lo dio la pandemia. 

Por eso, se entiende que debe existir un proyecto que incluya a todo el barrio y genere iniciativas en bloque. 

La presidenta del Paseo Cultural de Ciudad Vieja, Virginia Staricco, le presentó a la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, un proyecto que busca agrupar a los sectores para trabajar en un programa de renovación. 

El objetivo es que no sigan cerrando negocios y que la Ciudad Vieja sea un paseo para turistas y también para los propios uruguayos. Staricco contó que la respuesta de Cosse fue positiva y se mostró de acuerdo con la iniciativa. 

Los comerciantes de la zona “están con mucha necesidad” de que se genere un plan “serio”, porque hay muchos rubros trabajando de forma independiente. Este proyecto busca que todos se sienten en la misma mesa, para generar acciones en conjunto con el objetivo de lograr beneficios para todos. 

Representantes del Paseo Cultural también se reunieron con el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, para hablar sobre la seguridad de la zona. “La idea es dar una mirada integral, para que todo salga bien”, dijo Staricco. 

El hecho de que la Ciudad Vieja vuelva a tener vida es un atractivo para las autoridades, porque contribuirá a que la inseguridad no se expanda. La pandemia ha dejado muchas calles vacías, lo que impulsa la presencia de delincuentes. 

Actualmente, según cifras del Paseo Cultural, en el barrio viven alrededor de 12 mil personas. Staricco contó que se han reunido con muchos vecinos y el sentir general es que hay necesidad de implementar un cambio.  “El desafío y la tarea será articular”, dijo la empresaria. 

Lucía Soria, fundadora del restaurante Jacinto y de la pizzería Rosa, ubicados en Ciudad Vieja, contó que con el pasar de los años el sector gastronómico de la zona se ha vuelto muy dependiente del turista. 

El aumento del movimiento se nota, pero aún es muy tímido como para volver a los números de antes de marzo de 2020. Soria explicó que los fines de semana muchos uruguayos van a la Ciudad Vieja para recorrer y pasear, pero la demanda sigue siendo baja. 

En este marco, está de acuerdo en que se comience a idear un plan integral en donde el barrio presente una oferta en bloque. No solo porque será atractivo para los turistas, sino para captar la demanda interna y que esto se vuelva, de a poco, la norma. “En eso hay un trabajo enorme por hacer, porque le sumaremos un diferencial muy importante con respecto a otros barrios que también están organizados de esta forma”, dijo. 

Momento de cambio

Según Soria, la Ciudad Vieja está viviendo un momento de cambio, y habrá que esperar para conocer las consecuencias.  Como dijeron los comerciantes, para Soria cada vez hay más oficinas que están dejando locales vacíos y eso impacta en el movimiento cotidiano. 

Diego Battiste
Los comerciantes esperan que la situación mejore

De a poco, la centralidad que tenía el barrio está dejando de existir. Tanto Staricco como Soria entienden que hay que esperar, pero que, sin dudas, hacia fines de año este cambio se consolidará. 

Si bien la inseguridad ha disminuido, para muchos empresarios este tema ha sido una preocupación constante. 

Soria explicó que es un factor muy complejo y no ayuda a que la reactivación se dé rápidamente como esperan. “Es difícil y tampoco me parece fácil de resolver. Es un flagelo de muchos países, entonces Uruguay no queda por fuera”, agregó. 

Si bien se entiende que la pandemia puede haber impulsado a que muchos habitaran las calles, la indigencia campeaba desde antes de 2020. 

“Tenés que protegerte a vos mismo y muchas veces estas personas no se comportan. Nos ha pasado de estar en medio de situaciones violentas y eso para el cliente no está bueno”, contó Soria. 

Oferta para inmigrantes 2.0

Una de las últimas novedades en la zona fue la compra del viejo hotel El Globo, un emblema para la zona ubicado en la rambla 25 de Agosto y Colón, frente al Puerto de Montevideo. El grupo inversor argentino Uruway es quien estará a cargo del proyecto, que contará con una inyección de dinero total de US$ 3 millones. 

José María Rodríguez, de Uruway, comentó que tienen presencia en el mercado local, por lo que ya cuentan con experiencia en Uruguay. “No es un mercado nuevo y justamente esto nos hizo ver esta propiedad”, agregó. 

La realidad es que conocieron el hotel no porque alguien se los hubiera ofrecido, sino que fue de tanto viajar a Uruguay en Buquebus. 
Antiguamente, El Globo era un punto de referencia y bienvenida para los extranjeros que llegaban a tierras uruguayas. Allí se hospedaban, de forma temporal o permanente, quienes bajaban de los barcos buscando un nuevo comienzo. 

Cuando Rodríguez conoció esta historia, el pensamiento le surgió como un reflejo: “Acá pueden llegar los inmigrantes 2.0”. 

Lo que busca el proyecto es aplicar un concepto moderno.  Por eso generarán un coliving, articulado con factores como la construcción del sentido de comunidad y espacios de cowork. Se proponen comenzar las obras en noviembre de este año, para luego trabajar en etapas en las que tendrán que cumplirse determinados objetivos. 

Según las proyecciones, el edificio estará pronto dentro de 24 o 26 meses, pero a los 15 habrá algunos espacios inaugurados. Otro punto donde se hará foco es en las azoteas, dado que se busca aprovechar estos espacios para generar actividades con quienes decidan habitar el viejo hotel. Rodríguez es consciente de que la inversión “es arriesgada”, pero confía en que en el mediano plazo exista un repunte en el barrio. 

El sector inmobiliario

Por fuera de algunos proyectos puntuales, la realidad es que los desarrolladores no están poniendo el ojo en el clásico barrio de Montevideo. Isidoro Kosak, de Kosak Inversiones Inmobiliarias, comentó que “todo se terminó de venir abajo cuando llegó la pandemia”. 

Kosak definió la situación actual como “de parate total”, por lo que en lo inmediato no se espera que se den allí grandes proyectos. Sin embargo, entiende que a partir del año próximo se verá un repunte. 

El primer impulso es la inversión que Uruway está haciendo en El Globo, explicó. A esto se le sumará la llegada de extranjeros que vienen con planes de invertir e instalar nuevos negocios. “La Ciudad Vieja tiene todo: un casco viejo rodeado de mar, edificios que están prontos y otros para reciclar. También hay locales comerciales y tiene a la gente. Ahora lo que pasa es que está dormido”, argumentó Kosak. 

El desafío es atraer a los inversores extranjeros, porque a nivel local es difícil que los empresarios apuesten por el barrio. Para Kosak, los inversores uruguayos no ven la Ciudad Vieja como algo viable porque miran barrios más tradicionales.  No quedan dudas de que es un momento de cambio para el viejo casco capitalino, por lo que algunos desarrolladores están a la expectativa. 

El CEO de Kopel Sánchez Desarrollos Inmobiliarios, Fabián Kopel, subrayó que hay muchas oficinas que dejarán de funcionar y eso es una oportunidad para generar proyectos de vivienda. 

Para el mercado inmobiliario hay otras alternativas dentro de Montevideo, que ofrecen una mayor seguridad y servicios, por lo que ahora es “difícil” apostar por el barrio. “Si se pasa raya ahora, la Ciudad Vieja no es atractiva. Pero hay que ver qué pasa, porque seguro va a haber cambios”, sostuvo. 

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