Cómo hablarle a un hijo con sobrepeso

Predicar con el ejemplo suele ser más efectivo que hacer comentarios o imponer alimentos a los niños pequeños

Tiempo de lectura: -'

15 de septiembre de 2016 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Como padre, es normal preocuparse por la salud de los hijos. Dado que hay una creciente preocupación por la obesidad infantil, sería difícil no preocuparse si un hijo está excedido de peso. La pregunta que muchos padres en esa posición se hacen es "¿Debería decirle algo a mi hijo sobre su peso o no?".

La investigación sugiere que no debería hacerse, porque hacer comentarios a un niño sobre su peso –tanto si se trata de una broma, una crítica o un consejo– puede ser contraproducente. Más que llevar a cambios saludables, este tipo de comentarios de familiares contribuye a forjar una imagen corporal negativa. Esto puede llevar a que se gane peso, y se desarrolle obesidad y desórdenes alimenticios en la adolescencia y la adultez.

En lugar de alentar los comportamientos saludables, puede incrementar el riesgo de comer sin control o de métodos de control de peso poco sanos, como saltearse comidas, ayunar, vomitar o usar píldoras para adelgazar y laxantes. El costo emocional del estigma del peso es estresante y hace posible que se desencadene una ingesta excesiva de comida como un mecanismo de protección, lo que puede contribuir a ganar peso.

Los efectos secundarios de los comentarios vinculados al peso no solo afectan a los niños con sobrepeso. Cuando los niños de peso promedio reciben muchos comentarios sobre el peso, es más probable que desarrollen una mala imagen corporal. Por otra parte, hablar con un hijo sobre alimentación saludable, sin mencionar el peso, puede reducir el riesgo de comportamientos poco saludables.

Ser un modelo saludable

Una dieta pobre y la inactividad física contribuyen a que se gane peso, así como a que se contraiga enfermedades crónicas. Los padres son los principales modelos para la alimentación y las actividades, y diversas investigaciones sugieren que cuando los padres hacen sus propias comidas saludables y cambian su actividad ejercen un impacto benéfico en los niños más eficaz que la intervención directa.
Un padre también influencia en las elecciones nutricionales compartiendo comidas, eligiendo qué platos están disponibles en casa y marcando el tono de "esto es lo que come nuestra familia".

Limitar el tiempo de pantalla y el sedentarismo

Los niños necesitan 60 minutos de actividad física entre moderada y vigorosa por día para conservar un buen estado de salud. La investigación sugiere que, si se quiere niños más activos, lo que se hace es más importante que lo que se dice. Buscar pasatiempos en los que pueda involucrarse toda la familia, aunque sea pasear al perro o ir al parque es una buena opción. También es bueno tener en cuenta que pueden realizarse pequeñas cantidades de ejercicio que suman al total diario.

Aunque el tiempo que un niño pasa frente a una pantalla es relativo en la era de las tabletas y los smartphones, una buena meta es la de limitarlo a menos de dos horas por día.

Cultivar un ambiente alimentario saludable

Las comidas saludables deben estar disponibles con facilidad. Se puede tratar de mantener frutas frescas y vegetales a la vista en la heladera y snacks saludables donde el niño pueda encontrarlos. Ir a ferias de frutas y verduras con los niños y dejarlos que ayuden a elegir tanto allí como en un supermercado también es un buen recurso.

Alentar la alimentación intuitiva

Presionar a los niños para que coman una cantidad exagerada de comidas sanas puede interferir con la incapacidad de los niños de regular su propio consumo de comida. Las instrucciones como "terminate lo que tenés en el plato" condicionan a los niños a no confiar en lo que sus cuerpos les dicen.

Restringir las comidas deseadas puede llevar a una obsesión y a que las consuman en exceso cuando están disponibles (el síndrome de "la última cena"), algo que suele venir acompañado por vergüenza y culpa. Poner a disposición postres y otras comidas favoritas ocasionalmente es algo aceptable, así como dejar que el niño elija cuando están disponibles. Las dietas saludables también tienen lugar para los postres.
CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.