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Cómo será la política de Biden hacia América Latina

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20 de noviembre de 2020 a las 05:04

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En lo que ya es extraoficialmente una transición, Joe Biden ha dado señales claras de lo que hará, una vez en la Casa Blanca, en materia de política exterior. Desde sus primeros días en la mansión de la Avenida Pensilvania, el demócrata arrancará con una andanada de decretos presidenciales: cancelación de la salida estadounidense de la OMS y regreso al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, además de “firmes acciones diplomáticas” tendientes a una “rápida reanudación del pacto con Irán”.

Sin embargo, nada se ha dicho hasta ahora de lo que será su política hacia América Latina, a pesar de que Biden conoce bastante bien la región. Y en un largo artículo de casi cinco mil palabras que escribió para la revista Foreign Affairs, donde se extiende en detalle sobre lo que será su política exterior, Biden explica sus planes para prácticamente cada región del planeta; pero casi ni nombra a Latinoamérica.

Entre las interminables parrafadas, de los cerca de 30.000 caracteres de texto, el próximo presidente de Estados Unidos solo tiene estas palabras para la región, en mención compartida con el continente africano: “Debemos hacer más para integrar a nuestros amigos en América Latina y África a la red mundial de democracias y para aprovechar oportunidades de cooperación en esas regiones”.

Eso es todo. Sin embargo, de algunas acciones ejecutadas tras bambalinas y otros hechos conocidos, podemos dilucidar ciertos posibles escenarios.

Cuba, Venezuela y Nicaragua

Se sabe, por ejemplo, que una de las 30 personas que integran el equipo de transición de Biden para renovar el Departamento de Estado es Emily Mendrala, una conocida lobbysta de Washington pro apertura hacia Cuba.

Se ha especulado con que Biden quiere regresar rápidamente al restablecimiento de relaciones que Barack Obama había iniciado con La Habana; fundamentalmente, a partir de algunos indicios durante la campaña, cuando el candidato demócrata había fustigado a Trump por la reimposición de restricciones en los viajes a la isla. La presencia de Mendrala en el equipo de lo que será “el Departamento de Estado de Biden” parece confirmar con creces esas sospechas.

Por otra parte, al haber perdido dos distritos clave del sur de la Florida en la Cámara de Representantes, los demócratas del ala más progresista ya no se sentirán tan maniatados en su agenda de apertura hacia Cuba en el Capitolio.

Hasta ahora, con Donna Shalala en el Distrito 27 de Miami-Dade y Debbie Mucarsel-Powell en el vecino Distrito 26 —escaños ambos que habían ganado en 2018—, los demócratas debían cuidarse mucho de no enajenar al exilio cubano.

Ahora que la periodista María Elvira Salazar ha desbancado a Shalala de la emblemática curul que desde 1989 ocupara la incombustible Ileana Ros-Lehtinen, y el republicano Carlos Giménez ha hecho lo propio con Mucarsel-Powell en el distrito de al lado, los demócratas más progresistas tendrán manga ancha en Washington para avanzar su agenda hacia La Habana.

Al mismo tiempo, Venezuela será el problema más grande que Biden enfrentará en la región. Y varios analistas en Washington están diciendo que podría ser “una oportunidad para involucrar a Cuba en una solución de la crisis venezolana”. Me parece demasiado optimista, por no decir iluso. Yo no llego a tanto. (Ya, en su momento, apoyé, y entendí procedente, la apertura de Obama hacia Cuba, para luego quedar meridianamente claro que había sido un craso error.) Pero les deseo suerte.

En cualquier caso, es un hecho que Nicolás Maduro, Daniel Ortega en Nicaragua y Díaz-Canel y Raúl Castro en La Habana sentirán un gran alivio el 20 de enero cuando vean partir a Donald Trump.

México y Centroamérica

Con México, es de esperar una agenda sin sobresaltos para Biden, con independencia de las minucias que hoy tanto se comentan sobre el hecho de que López Obrador aún no lo ha felicitado por la victoria. A la larga, todo eso termina siendo una anécdota en la preponderante y vital agenda bilateral de ambos países.

El verdadero desafío de Biden estará un poquito más abajo, en el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, países con serios problemas de narcotráfico, violencia y pobreza, que expulsan miles de personas por año hacia la frontera sur de los Estados Unidos.

Sudamérica

En Brasil, Jair Bolsonaro tendrá algunas asperezas que limar. Y Alberto Fernández en Argentina, tratará de hacer buenas migas con Biden, con unos años por delante en que deberá trabajar muy cerca del FMI para solventar su deuda, e incluso —aunque usted no lo crea— ver si le pueden prestar algo más. Como sea, al gobierno de Fernández se le vienen tiempos complejos y de gran incertidumbre, con Biden, sin Biden; con el Papa o sin el Papa.

Pero tanto para estos dos grandes sudamericanos, como para el resto de los países de la región, el gran dilema estará en la relación de Estados Unidos con China.

Si Biden hace rápidamente las paces con Beijing, la guerra comercial entra en una détente y todo vuelve a la realidad pre Trump, los países sudamericanos podrán acometer sin problema sus agendas, manteniendo buenas relaciones con la potencia regional y con su principal socio comercial.

Si, en cambio, Biden se ve obligado a jugar fuerte contra China y a seguirle disputando influencia en la región, algunos países sudamericanos podrían verse en situaciones complicadas. 

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