Del Mundial de Japón y Corea 2002 y de la actuación de aquella selección uruguaya mucho se ha dicho. Desde que terminó, con una rápida eliminación de la celeste al no pasar la fase de grupos, hasta en estos días, varios de los protagonistas han hablado de lo que dejó aquel torneo que tuvo la particularidad de que por la diferencia horaria los partidos se veían en la madrugada uruguaya.
El camino para llegar al certamen tuvo varios acontecimientos y partidos recordados, y también decisiones que causaron polémica, principalmente en el armado de la lista final del plantel.
En la cita asiática Uruguay iba a llegar a 12 años sin ir a un Mundial, el último había sido el de Italia 1990, y para afrontar la Eliminatoria se confió en el entrenador argentino Daniel Passarella, quien había estado al frente del combinado albiceleste en Francia 1998.
“El Kaiser” llegó luego de las tratativas de la AUF que presidía Eugenio Figueredo y con el apoyo económico de Francisco Casal. El entrenador tenía un contrato de US$ 1 millón por año.
Pero el DT, que en mayo de 1999 fue presentado en la selección, renunció a mitad de las clasificatorias, cuando se habían disputado 10 partidos y Uruguay estaba quinto. La causa que argumentó fue la puja con Hugo De León, que dirigía a Nacional, y que según el argentino no le cedía los jugadores tricolores que eran citados.
"Esta es la sexta vez que tenemos problemas con Nacional. Nosotros tratamos con 40 clubes de todas partes del mundo y nunca tuvimos problemas con ninguno. Los problemas siempre fueron con Nacional", dijo el técnico luego de anunciar su renuncia el 20 de febrero de 2001.
¿Quiénes eran los jugadores tricolores que quedaron en el medio del asunto? Vicente Sánchez, quien precipitó la salida, y antes Alejandro Lembo, Damián Rodríguez y Álvaro “Bombón” Meneses, quien tuvo su primera citación cuando aún no había debutado en la Primera de loa albos.
El Observador, en aquel entonces publicó: "Después de un año de amagos, de que me quedo y me voy, el renombrado técnico justificó en otra disputa con Nacional su irrevocable decisión de abandonar. La afición merece un respeto que se le niega a diario y el caso Passarella es un confuso episodio más".
Dario Silva, quien formó parte de aquellas Eliminatorias, valoró al DT argentino. “El arranque con Passarella fue maravilloso, porque realmente estábamos viviendo un cambio”, dijo a Referí esta semana desde Málaga. “Passarella es un hombre de carácter y bueno, ganador. Y cuando vos te enfrentas con un director técnico ganador, el respeto siempre está a la orden del día”, agregó. “Ese tipo de cosas dieron expectativas muy buenas y muy importantes. Habíamos comenzado algo muy bueno”.
La búsqueda del sustituto del argentino fue breve. Dos días después de su salida, Víctor Púa fue designado para la selección mayor, apalancado por sus buenas actuaciones en las juveniles en los mundiales sub 20 de Malasia 1997 y de Nigeria 1999.
Uruguay terminó en la quinta ubicación de las Eliminatorias que por primera vez se jugaban con formato todos contra todos, luego del polémico partido contra Argentina en el Centenario, en el que el Pato Celeste hizo demorar su inicio y del que se dijo que hubo un pacto de no agresión entre los equipos.
¿Hubo arreglo? “Jamás arreglé un partido con nadie en mi vida ni quiero saber nada con eso”, dijo Darío. “El fútbol para mí es una pasión y un deber. A mí ningún jugador argentino vino y me dijo ‘Negro, vamos a hacer esto’... Nunca se lo hubiera permitido”.
El delantero que en aquel momento defendía a Málaga dijo que quería clasificar por méritos propios. “Yo luché para ganar, hice todo para eso, hice el gol, me hicieron un penal que no me cobraron, me lesionaron… Capaz que con esa lesión no podía haber jugado contra Australia”.
“A mí nadie me vino a decir nada, capaz que a otro compañero sí”, agregó. Los trascendidos de aquella época hablaron de un acuerdo de palabra entre jugadores de ambas selecciones que militaban en equipos de Italia.
Después, se fue el repechaje ante Australia, con una derrota 1-0 en Melbourne, y con el triunfo 3-0 en el Centenario, en la recordada tarde del “Chengue” Morales.
“Creo que todo el proceso lo hizo Passarella y el cambio (cuando llegó Púa) también fue interesante porque el objetivo era clasificar al Mundial como diera lugar”, agregó Silva, autor del primer gol en aquel partido del Centenario.
El año 2002 comenzó con amistosos y con Púa probando futbolistas para definir el plantel de 23. El primero fue en febrero en el Centenario ante Corea del Sur y Uruguay ganó 2-1 con dos goles del Loco Abreu.
En marzo, se jugó en Arabia Saudita ante el combinado local que ganó 3-2. Fue el debut de Diego Forlán, quien marcó un gol, mientras que el otro lo hizo Fabián O’Neill. En ese encuentro jugaron Damián Rodríguez y Pablo Lima, y Fernando Fajardo fue suplente. El “Pollo” Ruben Olivera también era habitual en los partidos, si bien ingresaba en los segundos tiempos.
En abril se jugó ante Italia en Milán y fue empate 1-1, con otro gol de Abreu.
Tras ese partido, Púa hizo una preselección 27 jugadores y llegaron los cuestionamientos. En esa lista fue citado Daniel Fonseca, quien ese año había llegado a Nacional con el objetivo de llegar al Mundial. No había estado en ninguno de los tres amistosos previos, así como tampoco en las Eliminatorias. De hecho, su último partido con la celeste había sido, y fue, en setiembre de 1997, en el triunfo 2-0 ante Perú por las clasificatorias a Francia 1998.
“Se trata de una nominación para conocer el grado de preparación del futbolista en los partidos amistosos previos al torneo”, dijo el entrenador.
Además, fue desafectado Washington Tais y en su lugar fue citado Gustavo Méndez, quien no había estado en los últimos partidos de las Eliminatorias. En aquel entonces, medios deportivos informaron que hubo presión de futbolistas para reincorporar a Méndez.
“Por lo menos creo que merecía una llamada del técnico para explicarme los motivos de mi salida del grupo”, dijo, por su parte, Tais. “Creo que Púa me quitó la ilusión de jugar un Mundial. Hice un esfuerzo muy grande durante varios años para vestir la celeste. Fueron partidos de eliminatorias muy duros en los cuales mantuve un rendimiento parejo y regular”, agregó al canal Señal 1.
Con el grupo de 27, la selección encaró la gira previa al Mundial. Cuatro futbolistas tenían que ser desafectados para la nómina final.
El 12 de mayo, Uruguay jugó ante Estados Unidos en Washington DC y cayó 2-1, con gol de Abreu. Luego, viajó a Asia y el 16 de mayo le ganó 2-0 a China con otras dos conquistas del Loco, mientras que cuatro días después superaron 2-1 a Singapur con tantos del Chengue.
Llegó la hora de dar la lista definitiva y quedaron desafectados Sebastián Eguren, Diego “Ruso” Pérez, Ruben Olivera y Fonseca, quien no jugó ninguno de esos tres partidos.
Fonseca había sufrido una ampolla en la planta del pie que lo dejó sin poder jugar. El delantero divulgó una foto de cómo tenía la piel en la zona afectada. Lo curioso fue cómo le pasó eso: boxeando.
Abreu, en un vivo de Instagram, explicó días atrás qué ocurrió. “Fonseca había llevado unos guantes de boxeo, porque él lo practicaba. Y yo, típico de canario, le decía: ‘dejá, te agarro y te parto al medio’. Él me dijo: ‘flaquito, después de la cena hacemos un round’”, contó el Loco, según recogió ESPN.
Cuando se enteraron del “combate”, todos fueron a ver. El Loco lanzó varios golpes pero se cansó y luego le tocó recibir. “Los brazos se me acalambraron y quedé sin fuerza. Vino él y empezó a pegar, me comí como cuatro hasta que dije: ‘abandono, abandono’. ¿Sabés cómo me dejó la nariz?”, añadió el Loco.
El problema fue que habían peleado descalzos en las alfombras sintéticas del hotel. “Nos hicimos unas ampollas impresionantes abajo del pie”, relató Abreu.
Eso fue antes del partido frente a China, que sería clave para la lista definitiva, dijo el Loco, quien se infiltró e hizo los dos goles.
Fonseca, por su parte, publicó la foto y dio a entender que quedaba al margen de su segundo Mundial, como finalmente ocurrió. “Yo estoy por encima del Mundial, si voy, bárbaro, pero si no voy, no pasa nada”, había dicho “el Tigre” cuando sorprendentemente fue preconvocado.
Uruguay formó parte del Grupo A del Mundial junto a Dinamarca, la campeona vigente del mundo Francia y Senegal. Además, le tocó una de las cuatro series que se disputaban en Corea del Sur.
El capitán que designó Púa fue Paolo Montero, quien, luego se supo, estaba en veredas opuestas con Álvaro Recoba, la principal figura del equipo.
La selección debutó con los daneses con derrota por 2-1 y con el recordado golazo de Darío Rodríguez. Luego fue empate a cero con Francia y también igualdad ante Senegal, en el vibrante 3-3 que estuvo cerca de la remontada con el cabezazo fallido del Chengue.
Tras la eliminación, se fueron conociendo las internas que había en aquel grupo.
Uno de los primeros en hablar fue Abreu, apenas terminado el Mundial. “Hubo algunas actitudes que no compartí, que no sirven para el grupo, que eran demasiado individualistas, y al que le quede el saco que se lo ponga, yo trataba de tirar para el grupo”, señaló.
“No podía estar como los niños chicos todos los días hablando, por eso me abría y me iba con los que pensaban como yo. No estábamos peleados por esa actitud, uno habla y trata de convencerlos pero si no entienden…”, dijo el Loco, quien también agregó: “La relación no puede ser excelente porque son 23 muchachos con pensamientos diferentes y algunos quieren que el Mundial sea para ellos, otros pelean por jugar, otros con el objetivo de mostrarse, pero acá el objetivo debía ser uno solo”.
En el partido de Francia hubo una jugada que causó malestar. Abreu estaba en el área y el Chino prefirió patear en vez de mandar el centro. "Si Recoba me pasaba la pelota era gol. Uno se calienta pero queda ahí”, dijo el Loco a El País en marzo de 2013.
El minuano también dio detalles de cómo eran las divisiones del plantel. “Había un grupo donde estábamos los que teníamos, de alguna forma, la misma manera de ser. Estaban Paolo (Montero), el Chengue, Méndez, Varela, O’ Neill, Munúa, Regueiro, Lembo. Éramos el grupo que escuchaba cumbia, que tomaba mate, que jugaba al truco y a la conga”.
Sobre el otro grupo, dijo: “Hacían otra vida. Por ahí se metían en un cuarto a jugar al Play Station y se pasaron un mes jugando a eso, o escuchaban rock a todo volumen, o tomaban mate dulce, o se pasaban el día mandando mails en la computadora”.
Años después, en 2012, Recoba dijo que su relación con Abreu era “buena”. “Es más lo que se insinúa que pasó entre nosotros que lo que realmente pasó, que no fue nada”, comentó a Sport 890. Luego, ambos futbolistas coincidieron en Nacional en 2015.
Con quien sí dijo tener diferencias Recoba en aquel Mundial fue con Montero. “Siempre tuvimos una relación de mucho respeto, de pensar distinto los dos seguramente, pero al fin y al cabo yo doy un paso al costado de la selección sobre todo por los pensamientos de Paolo que eran que la cosa se mejorara y no se mejoraba”, señaló el Chino, quien luego, en al Eliminatoria para el Mundial 2006, recompuso su relación con Paolo.
O’Neill, que estuvo lesionado todo el Mundial, también confirmó la fractura del plantel. “Estaba el grupo que defendía a la selección, que lloraba por la selección, porque yo a Paolo lo vi llorar, y al Negro Méndez, a Varelita, al Chengue, al Canario García lo vi llorar, esos son gente derecha. No los otros, que no lloran, que son los fenómenos que salen todos los días en las tapas de los diarios”.
Consultado por Referí para esta nota, Darío Silva también señaló las divisiones. “Había jugadores que los metían de pesado los empresarios”, dijo al explicar porque hubo separaciones. “Hubo jugadores que fueron lesionados al Mundial, o que no se llevaban bien con ninguno de nosotros. Había un grupo que iba para un lado y otro para otro. ¿Cómo vas a ir a jugar un Mundial si ya de la raíz del árbol tenés todo podrido?”.
“Hubo gente que se quisieron hacer los cracks y terminaron arruinando a un país, que quizás podíamos haber hecho un poco más”, agregó el exdelantero, quien señaló que él se llevaba, y se lleva, bien con todos y que solo pensaba en su selección.
Darío sostiene que Púa “no estaba a la altura” porque “no se supo hacer respetar”. Y también dijo que hubo jugadores “mala gente” que no respetaron al entrenador “ni a la camiseta”.
“Cuando estaba Passarella había un trato muy importante con los jugadores, todos estaban perfectos, él decía ‘voy a entrenar a las 9’ y todos estábamos a las 8.30 antes de que llegara”, contó. “Y cuando vino Púa le tomaban el pelo. Era un muñeco en la selección, lamentablemente. Yo lo aprecio mucho, pero digo las cosas. Y si Púa decía a las 9, llegaban 9:30 o había que ir a despertar a algunos jugadores. ¿Cómo es posible ese cambio tan drástico? Eso depende del técnico y del jugador. Si yo fuera un técnico y me hacen eso, yo lo mando a las casas”.
La vuelta de la celeste a los mundiales luego de 12 años, el gol de Darío Rodríguez y la reacción ante Senegal fue lo más destacado de Uruguay en Corea y Japón 2002, un torneo que dejó gusto amargo a jugadores e hinchas. “Para mí fue horrible”, dijo Darío Silva, quien al igual que Recoba y Forlán (ver apuntes) no guardan un buen recuerdo de aquel torneo, que luego quedaría eclipsado por las actuaciones del actual ciclo de la celeste.
“Me quedaron debiendo tres pasajes” Darío Silva contó detalles de las dificultades que tenían los jugadores de la selección en aquel momento. “Era un calvario. Desde que salíamos hacia Uruguay ya teníamos problemas con los pasajes. Había que pagarse la mitad porque nos deban para viajar en económica. Terminábamos un partido a las 10 de la noche y a las 11:30 teníamos que salir volando para Uruguay y teníamos que ir con los músculos todos atrofiados, cansados y en económica. Me parece perfecto, pero si estamos trabajando para algo muy importante no podemos viajar en económica. Tenemos que llegar tranquilos. Eso nunca nadie lo sabía. A mí me quedaron debiendo tres pasajes”, dijo a Referí.
El Complejo Celeste no existía y la concentración de Uruguay era en La Posta del Lago, donde Darío solía ir a pescar en sus ratos libres. “Me iba a pescar, sí, es algo lógico”, contó. “Me sentía más cómodo pensando en lo positivo de lo que nos estábamos jugando y estando lejos de algunas situaciones, como los problemas que tenían los dirigentes, que iban a hablar tonterías, no tenían idea de nada de fútbol, solo para ir y hasta comer gratis... Ese tipo de cosas influyen en el fútbol. Son pequeños detalles y problemáticas que al final te cuestan mucho”.
Volviendo a su paso por la selección, dijo que en aquel momento “en la parte de organización, de AUF y compañía, ninguno sirvió para nada”. “Y lo dice Darío Silva. Y quedó demostrado por qué yo tenía razón. Que en el fútbol había mafia y hay mafia, y en el fútbol uruguayo también lo había”, afirmó. “Eso queda expuesto al fútbol porque nosotros damos la cara por nuestro país y hay otros alcahuetes de otras personas que por llevarse un dinero extra a nosotros futbolísticamente nos arruinaron. Por ejemplo, pedíamos que no nos pongan a tal árbitro porque nos mató en tal partido. Pedíamos a gritos esas cosas y no nos apoyaban, nos ponían a ese o a uno peor. Buscaban siempre que Uruguay no avanzara en ningún momento”.
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