Criptomonedas no son el nuevo sistema monetario que necesitamos

Proliferan sin control y son objeto de especulación más que depósitos de valor

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07 de julio de 2022 a las 16:50

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Por Martin Wolf

El dinero ya ha evolucionado de las monedas a los billetes, a las entradas en los balances y a los bits en las computadoras. Las instituciones que proveen, operan, garantizan y regulan el dinero han evolucionado con él. Entonces, ¿cómo debería evolucionar en la era digital? La invención de las criptomonedas ha obligado a todos los involucrados y, sobre todo, a los bancos centrales — los agentes del Estado en la gestión del bien público del dinero — a enfrentarse a esta pregunta. Si las criptomonedas no son la respuesta, ¿cuál es?

El Banco de Pagos Internacionales (BPI) — el ‘club’ de los bancos centrales — se ha destacado en el esfuerzo por abordar esta pregunta. El más reciente resultado forma parte de su informe anual, en el cual analiza el emergente ecosistema de las criptomonedas, las monedas estables y las casas de cambio.

Este nuevo y audaz sistema es — ha concluido el informe — intrínsecamente defectuoso. La caída de las criptomonedas (y la burbuja que la precedió) ha demostrado que son objetos de especulación más que depósitos de valor. Eso también las hace inutilizables como unidades de cuenta. Tal como lo ha señalado el BPI: "La prevalencia de las monedas estables, las cuales intentan vincular su valor al dólar estadounidense o a otras monedas convencionales, indica la necesidad generalizada en el sector de las criptomonedas de aprovechar la credibilidad proporcionada por la unidad de cuenta emitida por el banco central. En este sentido, las monedas estables son la manifestación de la búsqueda de un ancla nominal por parte de las criptomonedas".

Sin embargo, sus fallas son más profundas que eso. Actualmente existen unas 10,000 criptomonedas. Bien pudieran ser 1,000 millones. Pero esta tendencia a la fragmentación, "con muchas capas de liquidación incompatibles compitiendo por un lugar en el foco de atención", es, según el BPI, intrínseca a la lógica económica del sistema, no sólo a su capacidad tecnológica para multiplicarse sin límites.

En un buen sistema monetario, cuanto mayor sea el número de usuarios, menores serán los costos de las transacciones y, por lo tanto, mayor será su utilidad. Pero, a medida que más personas utilizan una criptomoneda, mayor es la congestión y más costosas son las transacciones. Esto se debe a que los validadores que se benefician se encargan de registrar las transacciones en la cadena de bloques. Estos últimos deben estar motivados por recompensas monetarias lo suficientemente altas como para sostener el sistema de consenso descentralizado. La forma de recompensar a los validadores es limitar la capacidad de la cadena de bloques y mantener las tarifas altas: "Así es que, en lugar de la conocida narrativa monetaria de 'mientras más, mejor', la criptomoneda muestra la propiedad de 'mientras más, peor'".

No se pueden tener las tres cosas: seguridad, descentralización y escalabilidad. En la práctica, las criptomonedas sacrifican la última. El sistema de criptomonedas evita esta desventaja con "puentes" entre cadenas de bloques. Pero éstos son vulnerables al pirateo cibernético. La conclusión del BPI es, entonces, que: "Fundamentalmente, las criptomonedas y las monedas estables conducen a un sistema monetario fragmentado y frágil. Es importante destacar que estas fallas se derivan de la economía subyacente de los incentivos, no de las limitaciones tecnológicas. Y, lo que no es menos importante, estas fallas persistirían incluso si la regulación y la supervisión abordaran los problemas de inestabilidad financiera y el riesgo de pérdida implícito en las criptomonedas". Un sistema monetario fragmentado no es lo que necesitamos.

Entonces, ¿qué ha de hacerse? Parte de la respuesta es insistir en que las criptomonedas cumplan con las normas que se esperan de cualquier parte importante del sistema financiero. Entre otras cosas, las casas de cambio deben "conocer a sus clientes". De nuevo, los activos y pasivos de las llamadas "monedas estables" deben ser transparentes. Los vínculos entre los bancos y los operadores principales de criptomonedas deben ser particularmente transparentes.

Sin embargo, podemos mejorar esto, ha argumentado el BPI. Lo que necesitamos de un buen sistema monetario es seguridad, estabilidad, rendición de cuentas, eficiencia, inclusión, privacidad, integridad, adaptabilidad y apertura. El sistema actual se queda corto, especialmente en lo que respecta a los pagos transfronterizos. El BPI ha imaginado en su lugar un sistema en el que los bancos centrales seguirían proporcionando el “modo terminante" de los pagos en sus balances. Pero pudieran surgir nuevas ramas en el tronco del banco central. Sobre todo, las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) pudieran permitir una revolucionaria reestructuración de los sistemas monetarios.

Por lo tanto, las CBDC mayoristas pudieran ofrecer nuevas funciones de pago y liquidación a una gama mucho más amplia de intermediarios que los bancos comerciales nacionales. Un elemento clave, ha sugerido el BPI, sería la posibilidad de ejecutar "contratos inteligentes". Estos cambios permitirían la creación de nuevos sistemas de pago sustancialmente descentralizados. Mientras tanto, las CBDC minoristas pudieran complementar el desarrollo de los nuevos sistemas de pago rápido, los cuales están amenazando las rentas de los operadores actuales. El BPI ha citado el éxito del nuevo sistema brasileño, Pix. Pero sólo se obtendrían todos los beneficios de éstos si las CBDC revolucionaran los pagos transfronterizos.

Las CBDC minoristas también permitirían separar sustancialmente los pagos de la asunción de riesgos. De este modo, el dinero que las empresas y los hogares tienen para realizar transacciones pudiera pasar a ser responsabilidad de los bancos centrales. Los pagos serían administrados por compañías que se centran en esta función, las cuales obtendrían sus beneficios de las transacciones y no de los préstamos. Entonces ya no necesitaríamos el seguro explícito e implícito del Estado de los bancos privados. En lugar de administrar los pagos, estos últimos se concentrarían en los préstamos. Además, sus pasivos pudieran volverse menos líquidos y más obviamente riesgosos de lo que son actualmente. Esto, de hecho, sería revolucionario.

Pero también existen opciones más modestas. El punto fundamental es que el universo de las criptomonedas no proporciona un sistema monetario alternativo deseable. Pero la tecnología puede y debe hacerlo. Los bancos centrales deben desempeñar un papel fundamental en facilitar un sistema que proteja y sirva mejor a las personas que el actual.

Es hora de ‘podar’ las marañas de las criptomonedas. Pero también deben crecer nuevas ramas en el árbol del dinero y de los pagos.

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