Cuando todos fuimos nosotros

En 2020, el mundo en ruinas mira el ejemplo musical de solidaridad de 35 años atrás

Tiempo de lectura: -'

24 de octubre de 2020 a las 05:02

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Con los fallecimientos en 2020 de Neil Peart (Rush), Kenny Rogers, Bonnie Pointer (The Pointer Sister), Eddy Van Halen, y Tony Lewis, líder vocalista de The Outfield (la canción Your Love, popularizada por el grupo en 1985, tiene 305.084.129 entradas en You Tube), el martes pasado de manera inesperada, la década de 1980 ha comenzado a quedarse vacía en lo que refiere a su paraninfo musical. Mutis y por el foro, poco a poco “los ochentas” comienzan a desdibujarse en el horizonte, aunque desdibujar no es el verbo apropiado para las circunstancias, pues en muchas partes del mundo, incluido Estados Unidos, las radios que emiten música de esa década figuran entre las más escuchadas. Además, grupos y solistas que alcanzaron su fama en ese entonces siguen llenando estadios cada vez que salen a la carretera. La gira de Genesis, que iba a comenzar en marzo pasado, había agotado las entradas en los estadios donde el trío se presentaría. Los ochentas siguen siendo un referente del pasado proyectándose sobre el presente, aunque eso no impide que sean cada vez más hace mucho. En esa década, un hecho musical preciso destaca y sirve de referente de los conciertos colectivos caseros realizados en los últimos meses a raíz de la pandemia.

Al balcón de la memoria no siempre salen los recuerdos que la vida quiere ver de nuevo. Los recuerdos vienen solos, saben hacerlo porque así funcionan, sin necesidad de que los llamen. En su torbellino de imágenes y vivencias surgen pasados más ideales que otros, pues de alguna inexplicable manera así se mantienen en el archivo de las emociones, esperando salir a luz cada tanto, pues también de pasado vive el presente. Está hecho de muchos ayeres, y en algunos se siente mejor que en otros. La década de 1980 es uno de sus lugares favoritos, como si allí, en esos años por algo espléndidos, cupiera toda la vida, sabiéndose entera, entregada a estados de ánimos sin fisuras que la hacían sentir completa. En mitad de esa década, en el ecuador de una ilusión de bienestar sin altibajos que por un rato se extendió por todas partes como convicción colectiva, apareció una canción que más pronto que después se convirtió en himno de una época en las que todos los corazones buenos parecían mirar hacia el mismo lado.

Mi memoria dice lo siguiente. Hace 35 años el mundo era un lugar más habitable. No sé si era más joven, pero así parecía. Yo iba a alguna parte y en el auto lo único que no estaba en silencio era la radio. De ahí vino el sonido que se impuso sin vuelta de hoja como algo mandado a quedar. El locutor con voz grave no se equivocó cuando dijo luego de que en esa radio de St. Louis, Missouri, se escuchara por primera vez We Are the World, el mismo día que hizo su debut mundial: “Esta canción va a marcar una época y la vamos a seguir oyendo mientras estemos vivos”. Un estreno histórico. Varias voces reconocibles resaltaban todas juntas y por separado, como si fueran parte de un coro multitudinario en número y en esplendor vocal.

Un coro mandado a hacer. Si en las iglesias hubiera más de ese tipo, habría más creyentes de lo sagrado. Las voces se hacían fácilmente reconocibles. Tal cual iban apareciendo frente al micrófono: Lionel Richie, Stevie Wonder, Paul Simon, Kenny Rogers (1938–2020), James Ingram (1952–2019), Tina Turner, Billy Joel, Michael Jackson (1958–2009), Diana Ross, Dionne Warwick, Willie Nelson, Al Jarreau (1940–2017), Bruce Springsteen, Kenny Loggins, Steve Perry, Daryl Hall, Huey Lewis, Cyndi Lauper, Kim Carnes, Bob Dylan, Ray Charles (1930–2004), Lindsey Buckingham, Bob Geldof, Waylon Jennings (1937–2002), Bette Midler, The Pointer Sisters, los hermanos Jackson, John Oates, Smokey Robinson y Harry Belafonte (quien fue el de la idea de hacer algo parecido a lo que en 1984 habían hecho en Gran Bretaña, cuando el colectivo Band Aid grabó la canción Do They Know It’s Christmas?, también con fines benéficos). Un elenco de lujo dirigido por Quincy Jones, quien años después comentó: “Nunca antes había habido 50 estrellas en un estudio sin que hubiera un solo problema. Cuando terminamos de grabar, éramos una familia. Había un sentimiento de amor, algo hermoso”. En la puerta del estudio habían pegado un cartel que decía: “Deje su ego en la entrada”.

Tal cual era previsible, con sus 7:14 minutos de duración We Are the World, escrita en dos horas y media de inspiración y trabajo por Lionel Richie y Michael Jackson (quien, según aseguran los presentes durante el proceso de composición, escribió el 90% de la canción) se convirtió en un éxito descomunal, rompiendo varios récords: es la canción estadounidense que más discos vendió en menos tiempo y es la más vendida de todos los tiempos (en la historia de la música solo veintipico de canciones han comercializado más de 10 millones de copias en todo el mundo). We Are the World fue número uno en Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Francia, Italia, Irlanda, Nueva Zelanda, Noruega, Holanda, Suiza y Suecia. Se calcula que se vendieron cerca de 30 millones de copias del disco single. El 5 de abril de 1985 (Viernes Santo ese año), a las 10.25 hora de Nueva York, más de ocho mil radios en todo el planeta pasaron la canción simultáneamente para apoyar la lucha contra la hambruna en África.

Para tener una idea de lo que fue el fenómeno en su momento, basta un ejemplo. En una disquería de Los Ángeles se vendieron mil discos en dos días. No daban abasto. La gente iba a comprar el disco y se encontraba con que se habían acabado las copias. Además de ser una joya de la música pop, la canción fue emblema de una causa humanitaria: las ganancias por las ventas del disco fueron a las arcas de la organización USA for Africa, destinada a combatir las hambrunas en Sudán y Etiopía, país en el que entre 1983 y 1985 murió cerca de un millón de personas debido a la falta de alimentos. La canción y el álbum generaron una recaudación superior a los US$ 100 millones.

La historia del disco es peculiar en varios aspectos. Casi todas las grabaciones se hicieron en una sola toma. El hecho de que había tantas estrellas en el mismo estudio –y todos con concentración absoluta– sirvió para que la grabación se hiciera en poco tiempo. No hubo casi necesidad de hacer más de una vez la participación vocal de cada cantante. Uno de los invitados que no apareció el día de la grabación fue Prince (se especuló que su ausencia se debió a que no quería ver a Bob Geldof, quien lo había llamado “anormal”). Tampoco Aretha Franklin participó, aunque su ausencia fue justificada. Le tiene miedo a los aviones y no se animó a viajar de Detroit a Los Ángeles. El actor Dan Aykroyd pidió para participar en los coros y en base a talento se ganó su lugar. La superestrella entre todas las estrellas fue Ray Charles, quien cuando se sentó al piano logró que todo el grupo se juntara alrededor suyo.

La grabación final terminó a las ocho de la mañana y cuando salían de los estudios de la discográfica A&M, Quincy Jones vio en la puerta a Diana Ross llorando. Se preocupó y le preguntó: ¿Qué pasa, querida? Secándose las lágrimas la cantante respondió: “No quiero que esto se termine. Este es un recuerdo que va a estar conmigo para siempre”.
We Are the World sigue siendo una canción memorable. Ha sobrevivido la prueba del tiempo. Como toda canción pop logró su objetivo, es decir, seducir a los oyentes a la primera escucha. Por esto, algunos la criticaron, argumentando que no era una canción de protesta como debería haber sido, ni denunciaba las razones por las cuales la gente pasaba hambre en África. Quizá si los compositores la hubieran hecho de esa manera, los resultados no habrían sido tan buenos en materia comercial.

Además, el pasado no puede entenderse ni rescribirse mediante suposiciones de escenarios alternativos ni recurriendo al subjuntivo “hubiera”. Lo que ocurrió, es lo que la memoria tiene presente y trae al presente, y ahí encuentra invicta a una canción con hipnótico y pegadizo efecto que nos recuerda que en un tiempo de la historia millones estaban al borde de la muerte por falta de comida (en esto las cosas no cambiaron mucho), y en ese mismo momento la música hacía creer que todos éramos el mundo y podíamos imaginarlo mejor. No sería mala idea tenerla como referente a seguir por la solidaridad en este 2020, cuando todos volvemos a estar unidos por el mismo problema. 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.