Cuatro clásicos para despertar el hambre por la lectura en los niños

A los libros se puede entrar por miles de puertas, y entre ellas están estos cuatro clásicos

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31 de mayo de 2020 a las 05:00

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El Hobbit - J. R. R. Tolkien

En un agujero en el suelo vivía un hobbit, que sin saberlo, sería el responsable de la gestación de uno de los universos narrativos más importantes, espectaculares, prolíficos y lucrativos de la literatura universal. Aunque su más conocida secuela tiene un tinte épico más cercano a las grandes sagas medievales, El Hobbit es, ante todo, una historia de aventuras pensada para un público infantil y juvenil. Las aventuras de su protagonista, Bilbo Bolsón, son bastante más inocentes, graciosas y livianas que las de su sufrido sobrino Frodo. Pero por fuera de la comparación y la conexión con El señor de los Anillos, El Hobbit es una novela encantadora, que se disfruta al leerla con cualquier edad, pero que para un lector más joven puede ser la puerta de entrada a una literatura diferente. Tolkien escribe para niños pero no los subestima, planteandose como un narrador que utiliza referencias modernas aunque la historia se ambienta en un mundo medieval fantástico, y con una estructura de momentos “seguros” con otros “peligrosos”, que van creciendo rumbo a un final monumental. (Minotauro, $ 580)

Pateando lunas - Roy Berocay

A Mayte solo le interesa jugar al fútbol. Pero además, tiene bien clara su meta de lograr que ningún varón vuelva a cuestionar que las niñas jueguen a su par. Y para eso tiene a su favor ser la goleadora del equipo del barrio. Entre partidos, rodillas lastimadas, chismes de Doña Pola y alianzas con sus amigos Salvador y Javier para vencer al equipo contrario liderado por un niño bastante maleducado, transcurre la historia en Pateando lunas (Loqueleo $470), un clásico nacional que no debería quedar fuera de ninguna biblioteca. No es fácil ser Mayte y tener una imaginación poderosa, fascinarse con la vida en la vereda y contentar a unos padres que no están del todo conformes con sus elecciones. Pero ella lo consigue, porque al fin y al cabo, tiene razón. Publicado por primera vez en 1993, es el tercer libro de Roy Berocay, ha sido material de referencia en las escuelas, se adaptó al teatro y se publicó en distintos países.

Donde viven los monstruos - Maurice Sendak

Muchos de los libros que hoy consideramos como clásicos eran, al momento de su publicación, textos polémicos. Donde viven los monstruos (Alfaguara, $ 310), publicado por el estadounidense Maurice Sendak en 1963, no fue la excepción. Su historia fue considerada por algunos padres de la época como demasiado fría, atemorizante y por momentos adulta, pero el autor se defendió. Aseguró que los adultos tendían a simplificar los problemas de la infancia y a subestimar la propia inteligencia de sus hijos. Y la verdad es que el contaataque funcionó, porque rápidamente esta fábula sobre un niño que descubre un mundo habitado por monstruos en su habitación –monstruos buenos que representan varias emociones y etapas de la propia infancia– se impuso y se mantuvo como uno de los grandes títulos infantiles del siglo XX. La adaptación al cine del director Spike Jonze en 2009, además, catapultó su popularidad y lo consolidó en el panorama literario infantil contemporáneo. 

Saltoncito - Francisco Espínola

En 1930 Francisco Espínola (1901-1973) publicó un libro, el único que escribió para niños, que varios uruguayos atesoran en sus mejores recuerdos de la infancia. Saltoncito es la historia de un sapito que convive en un mundo de sapos humanizados. Vive con su madre mientras y recibe las enseñanzas de un patriarca que le habla de las maravillas de mundos lejanos. Su padre desapareció hace tiempo y nadie sabe qué le pasó. Es por eso que el pequeño sapo, impulsado por el deseo de encontrarlo y vivir una aventura, marcha en su búsqueda. Saltoncito parte en la noche y comienza un recorrido en el que se irá haciendo de nuevos amigos y enseñanzas. “En el alma de Saltoncito nació e iba creciendo, hasta empujarlo, el deseo de abandonar la comarca y salir por el mundo”, escribe Espínola.

 

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