Diego Martínez

Director de Ingeniería de la Universidad Católica: "Un empleado no se reconvierte en un mes"

Álvaro Pardo, ingeniero eléctrico, profesor y emprendedor habla del sector tecnológico uruguayo y cómo encarar los desafíos de cara al futuro

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05 de enero de 2020 a las 05:00

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Álvaro Pardo es director del departamento de Ingeniería y exdecano de la misma facultad en la Universidad Católica y en el año 2011 decidió emprender creando Digital Sense, una empresa que ofrece servicios especializados de consultoría y aprendizaje automático.

Pardo combina su rutina empresarial con la académica, y afirma que se alimentan positivamente. En entrevista con Café y Negocios habló de la situación del rubro de la tecnología, qué implica emprender en él y qué se puede hacer para encarar la automatización en el mercado laboral.

¿Cómo conjuga la vida de emprendedor con lo académico?

Hay que tener habilidad para combinarla, pero en mi caso una alimenta a la otra. El hecho de tener parte de mi tiempo asignado a la industria, me permite alimentar todo lo que es mi actividad académica. Lo mismo pasa al revés. Y todo lo académico nos permite tener una empresa que, realmente, es muy personalizada en servicios de innovación y desarrollo. Para que eso se dé siempre tenés que estar, de alguna forma, en el estado del arte. Ni que hablar que requiere ser muy organizado con los tiempos y prolijo con la agenda, pero fundamentalmente es algo positivo.  

¿Qué tan difícil es emprender en tecnología hoy en día?

Cuando fundé la empresa con otros dos socios, lo que buscábamos era tener la posibilidad de armar una compañía uruguaya de alta especialización y alto valor agregado, que se convirtiera en el lugar donde gente con nuestros mismos intereses pudiera desarrollarse profesionalmente.

Entonces, para nosotros emprender tenía ese objetivo: mostrar que en Uruguay se podía crear una empresa de alto valor agregado, con tecnología de punta, donde trabaja gente que está altamente capacitada. Mostrar que, con lo que habíamos desarrollado académicamente, podíamos crear una empresa que tuviera esas características.

¿Y crear un lugar así no lleva a que haya gente que no quiera emprender?

El que tiene el bichito de emprender, va a emprender igual. En otros lugares lo que se da es que los emprendedores ya tuvieron una experiencia laboral previa. Lo que ocurre es que en Uruguay, la gente que sale de carreras de tecnología y demás, demora mucho en recibirse.

Diego Martínez

Pero si vos vas a Estados Unidos, te podés encontrar con alguien de 24 años que ya está recibido y tiene experiencia, entonces recién ahí se plantea emprender. Acá en Uruguay se visualiza como que hay que emprender enseguida de estudiar y no es así, de hecho si lo hacés con un background fuerte, te vas a desarrollar mejor. Si te metés a hacer una empresa, pero nunca viste cómo se maneja, te vas a enfrentar a algunas dificultades.

Si tiene que hacer un diagnóstico rápido del sector de la tecnología, ¿qué opina?

El sector está muy bien y en crecimiento. Si escuchás a la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (Cuti) te hablan de un défict importante de recursos humanos. Yo no visualizo que en el futuro esto vaya a ceder, porque es una tendencia que se está dando a nivel mundial. Además, Uruguay tiene una posición interesante porque tiene recursos altamente capacitados, una cultura que le permite adaptarse bien a trabajar con clientes en Estado Unidos y Europa y no notan una gran diferencia cultural.

Pero, como contracara, tenés la realidad de que no somos un país barato. Entonces, nos conviene colocarnos en servicios de alto valor agregado, porque si vamos a competir por cosas muy estándar siempre vamos a perder con China, con India o algún otro lugar donde los costos sean menores.

¿Y se está dando eso?

Sí, sin ninguna duda. De hecho, yo le llamo empresas de nueva generación y son las que se enfocan desde el día uno exclusivamente en la venta de servicios a empresas. Normalmente están acotadas a ciertos nichos, buscan posicionarse en lugares donde hay necesidad pero no surgen compitiendo por precio. Y, quizá, dejaron atrás una cierta cultura de “vamos a venderle al Estado”. Esto tiene algunos atractivos, pero también tiene otras desventajas: te pagan precios de Uruguay, que no es el mismo que en el resto del mundo, y los tiempos de toma decisión suelen ser más lentos.

¿Cree que hace falta más educación en tecnología para los jóvenes?

Es una preocupación de todas las facultades de ingeniería acercar a más gente al sector, en todo el espectro, desde los perfiles más tecnológicos hasta los más técnicos. En la Universidad Católica ejecutamos un proyecto con recursos de la ANII, en conjunto con la Universidad de Montevideo, ORT y Udelar, que busca agilizar las carreras de ingeniería y hacerlas más atractivas. Sobre todo, que sean más eficientes en cuanto a la graduación porque ahí tenemos dos problemas grandes: que lleguen personas a las carreras, que eso depende mucho de lo que pasó en secundaria y primaria. Y, una vez que llegan, cómo transcurren los años de estudio.

Por eso, los recursos de la ANII están buscando la manera de que esto suceda. En Uruguay tenemos una formación, más o menos, histórica y la tecnología avanzó muchísimo en el último tiempo y esos cambios llegaron también al sector educativo. Pero como país no hicimos esa transformación lo suficientemente rápido.

¿Falta actualización entonces?

Sí, tenemos que actualizar la formación en ingeniería a lo que es la actualidad. Necesitamos acelerar los procesos educativos, porque pretendemos darle al alumno todo lo que va a necesitar para cuando salga al mercado laboral. Pero la realidad es que en tecnología cambia todo muy rápido y lo que hoy está vigente, mañana ya no.

Diego Martínez

¿Esto lleva a que muchos estudiantes se vayan del país?

Te diría que en Uruguay los estudiantes que se enfocan en su carrera se reciben en tiempo y forma, pero es cierto que hay una cierta tentación a trabajar y recibir las altas remuneraciones del sector. Me parece que el hecho de que la gente viaje, a la larga, es positivo porque nutre al país de gente con otra experiencia y visión.

También veo positivo que venga gente de otro lado, como venezolanos o cubanos, a trabajar dentro del sector. Porque nutre de otras experiencias y aporta más personal.

La tecnología está sustituyendo puestos laborales, ¿qué se puede hacer al respecto?

Es una realidad que la tecnología, en la historia de la humanidad, ha eliminado puestos de trabajo. Quizá ahora lo estamos viviendo de manera más repentina y rápida, pero es algo que pasó históricamente.

En particular, en Uruguay, creo que esos procesos se van a dar rápidamente porque es un país que tiene altos costos. Entonces, una forma de bajarlos es implementando tecnología, que a su vez ha bajado de precio en el correr de los últimos años.

La tecnología crea y destruye puestos laborales, lo que pasa es que no hay una correspondencia entre los que destruye y la necesidad que hay en el sector. O sea, hay un desafío en tratar de que aquellos que pierden su trabajo puedan ser absorbidos por el rubro de la tecnología. Para esto hay que trabajar con políticas de mediano y largo plazo, con formación y educación que es lo que te permite ir atendiendo esas necesidades de ir corriendo gente de un sector a otro. Resistir (este tipo de cambios) no tiene sentido porque igual van a pasar. Las empresas siempre van a estar empujadas a hacer su ecuación más eficiente; siempre que las compañías identifiquen oportunidades de mejorar sus costos a través de la tecnología, lo van a hacer.

Los procesos con personas no son inmediatos y ese es el problema, porque vos comprás una máquina y, quizá, en un mes sustituís a seis personas. Pero un empleado no se reconvierte en un mes.

¿Y se está haciendo algo de eso?

Estamos en medio de un proceso de cambio de gobierno, pero me parece que lo que nos ha jugado un poco en contra en Uruguay es que tenemos una clase política, en general, que tiene demasiados años encima. Necesitamos gente más joven, más abierta al mundo y con otras experiencias porque esto cambió muy rápido. Una persona que, de repente tiene 80 años, se formó, se desarrolló profesionalmente y creció en un mundo que realmente no tiene nada que ver con el de hoy en día.

Es una realidad que la tecnología, en la historia de la humanidad, ha eliminado puestos de trabajo.

Igual hay algunas acciones sí se están haciendo de la mano de Inefop (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional), las cámaras tienen muchos programas de formación y también hay algunas empresas que ofrecen capacitaciones. Por ejemplo, Plan Ceibal tiene un programa enfocado en las mujeres que es un grupo de interés para el sector, porque hay pocas en el sector.   

¿Existe edad para meterse en el rubro de la tecnología?

No, de hecho hay empresas del sector que tienen programas de formación específicos para gente de 40 o 50 años. Incluso, hay muchas tareas que no requieren de una formación pura y dura. Se puede insertarse en el mercado con una formación rápida. No hay una barrera y hay una tendencia a incorporar gente que ya tenía una trayectoria laboral por otro lado.

¿A quién le agradecería algo?

A mi familia, porque lo que armé tiene que ver con mi formación y lo identifico con la forma en la que nos crió mi madre.

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