MANDEL NGAN / AFP

EEUU debería deshacerse de la "falacia del Dr. Malito" en cuanto al asesinato de sus enemigos

Los asesinatos selectivos no pueden sustituir una política exterior paciente y vigilante

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09 de enero de 2020 a las 16:30

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Por Gideon Rachman

"Señoras y señores, lo capturamos": yo todavía puedo recordar el exultante tono de Paul Bremer, quien dirigió la coalición provisional estadounidense en Irak después de la invasión, cuando anunció la captura de Sadam Husein. La euforia de Bremer era comprensible. Pero también hizo relucir una persistente falacia que ha debilitado la política exterior estadounidense durante décadas a la cual se le pudiera llamar el "síndrome del Dr. Malito".

Esta es la idea, popular en Hollywood, de que matar o capturar a un "villano" es la clave para resolver un complejo problema de política exterior. No terminó siendo así en el caso de Sadam. Y es poco probable que a la teoría del Dr. Malito le vaya mejor después del asesinato, la semana pasada, del comandante militar más temido de Irán, Qasem Soleimani.

Muchos de los "villanos" eliminados por EEUU a lo largo de los años eran realmente malvados. Entre aquellos objetivos que han sido exitosamente capturados o eliminados se incluyen no sólo a Husein y a Soleimani, sino también a Osama bin Laden, el dirigente de Al Qaeda, y a Muamar el Gadafi, el tiránico líder de Libia.

Capturar a un antiguo enemigo, como Bin Laden, es emocionalmente catártico para EEUU. Incluso Soleimani, de quien la gran mayoría de los estadounidenses nunca habían oído hablar, pudiera convertirse en una representación de todos los desaires y contratiempos que EEUU ha experimentado a manos de Irán desde la revolución islámica de 1979.

Pero la historia sugiere que eliminar a un villano famoso casi nunca produce ganancias duraderas en cuanto a la seguridad y la influencia estadounidenses, las cuales representan las habituales medidas del éxito de la política exterior. Esto se debe en parte a que los "Dres. Malitos" generalmente surgen en países profundamente disfuncionales. Eliminarlos no elimina las patologías sociales y políticas que, para empezar, generaron a estas personas. De hecho, puede que, durante un tiempo, empeore esos problemas.

En 2003, el presidente George W. Bush indicó que la captura de Sadam sería "crucial para el surgimiento de un Irak libre". Pero Irak no se convirtió en una democracia estable y pro-occidental. Más bien, siguió siendo un país fracturado y violento que cayó cada vez más bajo el dominio de Irán.

Gadafi era otro antiguo enemigo estadounidense cuyas instalaciones fueron bombardeadas por EEUU en 1986, durante los años de la administración Reagan. EEUU y sus aliados respaldaron un levantamiento en contra de él en 2011, y él fue asesinado por sus adversarios libios. Pero, en los años posteriores, Libia ha caído en la anarquía y se ha convertido en una base para traficantes de personas y para islamistas radicales.

Después de los ataques del 11 de septiembre, encontrar a Bin Laden se convirtió en una necesidad psicológica y política de EEUU. Su muerte representó un golpe adicional a la ya debilitada organización Al Qaeda. Pero la militancia islamista y el terrorismo resurgieron en nuevas formas, en particular, a través del surgimiento del Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria. En un recordatorio de la complejidad del mundo real, a diferencia de su versión de Hollywood, Soleimani –el comandante iraní que los estadounidenses acaban de matar– desempeñó un importante papel en contener al EI.

El asesinato de Soleimani no solucionará el problema de EEUU con Irán, al igual que la ejecución de Sadam no solucionó el problema con Irak. John Bolton, el antiguo asesor de seguridad nacional de Donald Trump, ha estado tuiteando con optimismo acerca de la posibilidad de un "cambio de régimen" en Irán. Pero, incluso si eso sucede (y la mayoría de los expertos parecen dudar de que así será), la experiencia en los casos de Irak y de Libia no indica que a EEUU necesariamente le gustarán los resultados.

Suponiendo que el régimen iraní se aferre al poder, bien pudiera convertirse en un adversario aún más peligroso para EEUU. Los iraníes actualmente tienen tanto la oportunidad como el motivo para atacar objetivos estadounidenses en la región. El régimen también pudiera hacer todo lo posible para desarrollar armas nucleares. Es posible que Trump se viera envuelto en otra de esas "guerras interminables" en el Medio Oriente a las que él había prometido poner fin.

Las malignas consecuencias del asesinato de Soleimani pudieran extenderse mucho más allá del Medio Oriente, alentando a otros países a seguir el ejemplo de EEUU. En la década de 1970, EEUU ilegalizó los asesinatos como herramienta de política exterior después de una investigación del Congreso acerca de algunas de las acciones más turbias de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) durante la Guerra Fría.

Tanto el derecho internacional como el estadounidense imponen severas restricciones al asesinato político, razón por la cual la administración Trump ha insistido en que los ataques como los dirigidos en contra de Soleimani, y antes de él en contra de Abu Bakr al Baghdadi, un líder del EI, son actos de autodefensa dirigidos a terroristas. Pero es probable que la definición de "terrorismo" actualmente sea lo suficientemente flexible como para tentar a Rusia y a China, en caso de que ellos desearan emular a EEUU eliminando enemigos extranjeros con ataques de drones.

La decisión de abandonar el asesinato como herramienta de la política exterior estadounidense no se tomó únicamente por razones morales. Los funcionarios estadounidenses también habían notado que la táctica a menudo era ineficaz y contraproducente.

La estrategia que finalmente le permitió a EEUU prevalecer en la guerra fría exigió paciencia, moderación y la voluntad para evitar las soluciones rápidas y violentas. Esto fue presentado en 1947 por George Kennan, el original "hombre sabio" de la política exterior estadounidense. Él recomendó la "contención a largo plazo, paciente pero firme y vigilante, de las tendencias expansivas rusas".

Frente a las tendencias expansivas mucho menos amenazantes de Irán, EEUU una vez más debería haber elegido la paciencia y la vigilancia. En cambio, una vez más se ha visto seducido por la falacia del Dr. Malito, con consecuencias peligrosas para el Medio Oriente y para el resto del mundo.

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