Camilo Dos Santos

El abrazo imaginario entre los jugadores y los hinchas en el cuarto banderazo de Nacional

Ya es una linda costumbre: en la previa del clásico, miles de tricolores vivieron una fiesta de pura emoción en el Gran Parque Central

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16 de noviembre de 2019 a las 14:09

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Se desarrolló este sábado el cuarto banderazo de Nacional en el Gran Parque Central.  Miles de hinchas coparon las tribunas Atilio García y Abdón Porte, y alentaron a los futbolistas que realizaron el último entrenamiento antes del clásico de este domingo a la hora 16 en el Estadio Centenario por la fecha 12 del torneo Clausura.

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La fiesta, que tuvo su lado solidario porque la entrada era un alimento no perecedero, se vivió desde temprano por las calles de La Blanqueda. Las puertas del estadio abrieron a la hora 10 y la gente fue vistiendo todo el barrio de rojo, azul y blanco. Familias enteras, parejas, niños, termo, mate, bizcochos, equipados como para pasar una mañana a pleno sol en las tribunas y disfrutando de una iniciativa que cada vez se mete más en el corazón de los hinchas.

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El primer banderazo fue el 2 de febrero en la previa del clásico de la Supercopa. Luego se repitieron en el Apertura, Intermedio y ahora por el Clausura. Nacional no ha perdido con Peñarol desde que se realiza se lleva adelante esta movida y fue uno de los aspectos que resaltó el conductor del evento: Ruben Sosa.

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Sí, Sosita, con su “alegría, alegría”, tomó el micrófono y recorrió la cancha arengando a la gente y pidiendo aplausos para los futbolistas. Al primero que saludó fue a Leonardo Romay, entrenador de goleros: “Aplaudan al flaco, gran arquero, que empezamos juntos en el 98 y levantamos varias copas”, recordó el ídolo eterno de los hinchas albos.

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El “olé, olé, olé, Sosa, Sosa” no se hizo esperar y bajó atronadoramente desde las tribunas, como cuando el delantero metía goles, se pintaba el pelo, festejaba con la banderita que hacía de cinta de capitán –este sábado la mostró al público- y, como dijo él, levantaba copas: fue campeón Uruguayo en tres oportunidades -1998, 2000 y 2001- con la camiseta de Nacional.

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A la hora 11, como estaba previsto, salieron los jugadores desde un túnel especialmente preparado para la ocasión. Explotaron las palmas y el canto, recordando con sarcasmo al rival de todas las horas: “Jugadores, jugadores, el domingo a la gallina, le tenemos que ganar”. En el arco que da a la Abdón Porte se ubicaron los goleros Luis Mejía y Sergio Rochet junto a Romay; para el lado de la Scarone se fue el resto del plantel. A un costado, Rodrigo Amaral dominaba la pelota como pocos; el delantero está en la etapa final de la recuperación de la rotura de ligamento que sufrió el 25 de mayo y que lo sacó de la temporada en su mejor momento.

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Después se realizó un ensayo de definición. Centros desde la derecha e izquierda y remate de alguno de los dos jugadores que entraba por el medio del área. Cada pelota que terminaba en la red se festejaba con ganas en el Parque. El juvenil Thiago Vecino fue uno de los que calzó la redonda de voleo y el gol se celebró como si hubiera sido en un partido decisivo. En este movimiento lúdico, no pasó inadvertido un detalle: Armando Méndez centró desde la derecha y desde la izquierda; esto último tal vez sea un indicio. El viernes en la conferencia de prensa el técnico Álvaro Gutiérrez reconoció que aún no había resuelto quien ocupará el lugar de Matías Viña en el lateral izquierdo, si Méndez o Álvaro Pereira.

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Antes del final de la práctica, que fue de una hora, Rodrigo Amaral y Santiago Rodríguez se sentaron sobre una de las heladeras de bebida isotónica. Sosita los vio y no perdió la oportunidad: “Cuánta plata hay ahí, sentaditos”, dijo el conductor.

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Un niño, que se pasó toda la mañana apoyado sobre el tejido sosteniendo un cartel que decía que Santi Rodríguez es su ídolo y que quería su camiseta, obtuvo su premio al final del entrenamiento. El juvenil se acercó y le obsequió la casaca, lo que generó los aplausos de todos y el llanto del chiquilín. Un momento que quedará para siempre en el recuerdo del niño y una muestra de la comunión que existe entre el plantel y su afición.

Después hubo una foto de los jugadores con socios en la cancha y luego, liderados por el capitán Gonzalo Bergessio, se arrimaron a la esquina de las tribunas García y Porte para abrazarse entre todos, darse fuerzas, saludar a los hinchas y recibir una explosión de júbilo. Bengalas, humo de colores, aliento, alegría y el final de una fiesta que ni siquiera empañaron las nubes y algunas gotas que cayeron cuando pasaba el mediodía. Los jugadores quedaron prontos para el domingo... y los hinchas también.

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