Diego Battiste

El chiquitaje político no escapa al coronavirus y el GPS de Lacalle entra en modo “recalculando”

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20 de marzo de 2020 a las 13:19

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Las buenas noticias que dejó el coronavirus

Llevamos siete días de angustia. Las noticias que vemos a nivel nacional, regional y mundial asustan y el encierro agrava esos sentimientos. Por eso preferí empezar este contacto semanal contigo de EnClave con las cosas buenas que nos deja esta crisis por el coronavirus.

Tal vez muchas quedan tapadas por el miedo y el susto, pero sí, pasaron muchas cosas buenas.

●       Hubo empresas privadas que ofrecieron donaciones para crear un “fondo coronavirus”.

●       Surgieron muchos voluntarios dispuestos a hacerle las compras a los mayores de 65 años que no pueden salir de sus hogares, o a ayudarlos en otras tareasAquí solo un ejemplo.

●       Casi todos los días a la noche, cientos de montevideanos salieron a sus balcones a aplaudir al personal médico.

●       Hoteles como Enjoy de Punta del Este, Santa Bernardina de Durazno y el Argentino Hotel de Piriápolis, entre otros, cerraron y se ofrecieron a funcionar como hospitales si la emergencia sanitaria satura los hospitales en algún momento.

●       Los médicos recibieron muchos gestos solidarios, como este.

Como sabés, esta newsletter tiene el foco puesto en el análisis político. Por un momento de la semana me ilusioné con creer que en esta lista de buenas noticias también iba a incluir a la política partidaria.

Hubo algunos gestos de dirigentes que parecían mostrar que este maldito virus también iba a traer un poco de paz a un sistema político que se resistía a abandonar las peleas tontas de la campaña electoral. Pablo FerreriCristina LustembergYamandú Orsi en redes sociales y hasta el expresidente Tabaré Vázquez en un comunicado a la prensa generaron una luz de esperanza. Todos ellos se pusieron a la altura de la circunstancia, le tendieron la mano al gobierno y valoraron las cosas que consideran buenas de la gestión de crisis. Todos saben -especialmente Vázquez- lo solitario que puede ser el poder y lo importante de tener a un sistema político unido en situaciones extremas.

Una actitud muy similar, en silencio, ha tenido el PIT-CNT. La central sindical (en especial su presidente Fernando Pereira) no solo no ha puesto palos en la rueda ni ha salido a agitar problemas en un contexto que no lo permite, sino que además, se han puesto al hombro la búsqueda de soluciones. Las diferencias en privado, como corresponde en estas situaciones de crisis.

Lamentablemente, esas actitudes quedaron opacadas por otras, que te cuento aquí:

El chiquitaje político, algo que ni el coronavirus puede liquidar

Luis Lacalle Pou siente que entró a jugar de 9 y terminó de golero. Al igual que en la infancia, cuando un día lo mandaron al arco y se ganó el apodo “Manga” por las atajadas que realizaba, el presidente está cumpliendo con nota el desafío de la comunicación en contextos de crisis. En eso coinciden propiosindependientes ajenos. Puede haber muchas cosas para criticar del gobierno en el manejo de la crisis. E incluso de la comunicación de algunas de sus carteras, como Salud y Economía.

Pero el gobierno encontró tanto en Lacalle como en el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, a los mejores voceros para un contexto de emergencia: dan tranquilidad, firmeza y demuestran tener las manos sobre el timón. Es lo que se necesita.

Eso no quiere decir que no hayan cometido errores.  Lacalle por ejemplo habló de un ofrecimiento de Colombia que no era tal como lo planteó y debió salir a aclararlo. Pero sin dudas que las mejores conferencias de prensa de las seis que han brindado desde el viernes hasta ahora han sido las lideradas por ellos. El desafío que tienen es encontrar el equilibrio entre la buena comunicación y la sobreexposición, algo muy fino.

No toda la comunicación del gobierno ha sido buena. El Ministerio de Salud Pública cometió errores graves en Salto. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, a su vez, realizó una conferencia de prensa el miércoles en la que no realizó ningún anuncio económico importante, lo que frustró las expectativas de muchos uruguayos que ya están sintiendo los efectos del coronavirus en sus bolsillos.

El cruce de caminos más importante que se le plantea al gobierno en esta coyuntura es encontrar el equilibrio entre la economía y la salud. Aquí se plantean dos escenarios muy radicales y lograr un punto medio es lo difícil.

Por un lado el mundo de los médicos y la academia recomiendan la cuarentena obligatoria. Esa medida de shock permitiría sin dudas achatar la curva de contagio, como bien te explicó en una newsletter especial Ignacio Chans la semana pasada. Pero a la vez, obligar a todo el mundo a quedarse encerrado en su casa es una medida extrema que terminaría de golpear con mucha fuerza en la economía de miles de familias y sin dudas en las ya castigadas cuentas públicas.

Ambas cosas ya suceden solo con las medidas preventivas que se tomaron. La actividad en muchos “motores” de la economía bajó considerablemente y en algunos es nula. Eso, que visto así puede no llamarte la atención, implica que mucha gente no esté cobrando un peso y que otra haya ido al seguro de paro y cobre muchísimo menos. Además, que el Estado gaste mucho dinero en los subsidios por enfermedad o laborales.

Es por ello que el equilibrio es delicado y si bien el gobierno ha manejado argumentos técnicos de por qué no decretar aún la cuarentena obligatoria (asegura que para la fase en la que está Uruguay ha sido mucho más rígido que el resto de los países), la presión médica empieza a incidir.

El Sindicato Médico del Uruguay (SMU) fue el primero y el más duro en salir a proponer la cuarentena. Descarto allí intencionalidad política. Los médicos están convencidos de que es la mejor medida que se puede tomar desde su posición, que no tiene por qué contemplar los factores económicos. En el gobierno se molestaron que salieran públicamente a plantear estas propuestas en vez de hacerlo en los ámbitos convocados.

Pero también es cierta otra cosa: el MSP convocó a un comité de urgencia que integrarán el SMU y el PIT-CNT entre otra cantidad de actores, pero lo hizo recién para hoy viernes. Los dejó esperando toda una semana, algo que no parece darle mucha “urgencia”. Allí radica la postura del SMU de salir públicamente el martes.

Luego, de a poco, otras voces de la academia sumaron su opinión favorable a la declaratoria de cuarentena. Y esa presión también se traslada a la gente y a los políticos.

Y allí es donde entra el riesgo de politiquería. Sumarse al miedo de la gente, sea por la salud o sea por la economía. O presentar planteos como “propuestas” pero que en el fondo lo que buscan es posicionarse en función de determinados intereses.

En ese sentido hay dos movidas de esta semana. Por un lado un comunicado de las bancadas de senadores y diputados del Frente Amplio, que plantean una batería de medidas que pueden ser muy populares con quienes la están pasando mal, pero que se olvidan de una pregunta clave: ¿quién las paga? Eso no es responsable y quienes las redactaron estuvieron hasta hace 20 días en el gobierno y saben que no existe una máquina de recursos estatales que se pueda usar sin límites.

Privilegiar estas medidas -y la cuarentena obligatoria- por sobre los cuidados macroeconómicos también dejaría al nuevo gobierno ante un contexto muy complejo para luego de terminada la crisis del coronavirus. Allí también hay una veta electoral.

Ser oposición y proponer cosas sin decir de dónde sale el dinero es fácil. Lo difícil es asumir que tomar esas decisiones, en un contexto como el que ya tenían las cuentas públicas y la economía actualmente, solo sirve como rédito político. No parece ser buen momento para ello.

Pero no solo la oposición jugó con intereses políticos. En la coalición, uno de los socios principales, también jugó fuerte. Guido Manini Ríos publicó un video el jueves en el que pide al gobierno que suspenda el aumento de tarifas -algo que la ministra ya había descartado el día anterior- y a la vez hace públicas las diferencias en el gobierno entre Salud y Economía sobre la cuarentena, al decir que seguramente se deberán "extremar las medidas de aislamiento".

También Manini está haciendo política. Uno de sus dos ministros, el de Salud Pública Daniel Salinas, está en el foco de la tormenta. Cómo salga de esta crisis puede afectar a Cabildo Abierto. Y Manini sale en su protección pública. Protege a su hombre sin pensar en los flancos que le abre al gobierno. Una vez más: privilegia la política en un contexto que no parece el más adecuado.

Lo que se necesita, en la búsqueda de ese punto medio, es un pacto social. Por un lado entre políticos, como sucedió en Argentina, que oficialismo y oposición se olvidaron de la grieta y el gobierno nacional acordó junto con las provincias un pacto.

Pero el pacto debería ir mucho más allá de lo político, involucrando a la sociedad en su conjunto. Esta coyuntura lógicamente plantea que todos debamos entregar algo. Primero el gobierno. Deberá ser el que asuma la mayor parte del costo. Tanto económico como político. Pero también empresarios y trabajadores deberán entregar algo. Parecía alentador el acuerdo en la construcción, porque las tres partes pagarían los costos de la paralización. En mayor medida el Estado y las empresas y en una muy menor proporción los trabajadores. Por eso resulta extraña la actitud del gobierno, al no refrendar el acuerdo. No quieren seguir dando de baja sectores de la economía. Al menos no por ahora.

Pero sí debería avanzarse en preacuerdos de este tipo, para ejecutarlos en caso de ser necesario, como dicen algunos médicos, ejecutar la cuarentena obligatoria.

En el gobierno por ahora no se concentran en el día después. Pero saben que la camiseta número 9 que pensaba ponerse Lacalle deberá esperar un buen tiempo en el ropero. Todos los planes que traía el nuevo gobierno quedan en suspenso, hasta la ley de urgente consideración.

Esta semana le pregunté a un jerarca de Torre Ejecutiva qué pasaba con todos los planes que traían y con sus objetivos fiscales de reducir el déficit (que como dijo Álvaro Irigoitía en la newsletter Rincón y Misiones ahora se van al tacho). La respuesta del jerarca fue como la que da el GPS cuando te desvías de tu ruta: “Recalculando”.

Por ahora todas las baterías están puestas en la crisis. Luego de ver sus impactos y ahí sí recalcular, habrá que ver qué tipo de gobierno pueden hacer. Seguro será muy diferente al que prometieron y planearon.

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