Hay quienes lo consideran uno de los hombres más inteligentes de
China, con el talento y las ambiciones suficientes como para aspirar a ser algún día presidente de su país. Su carrera política fue espectacular, y cuando visité esa región china hace dos años, fueron unos cuantos los que me hablaron con orgullo local de Sun Zhengcai, por entonces secretario del Partido
Comunista de Chongqing, la cual, con 30 millones de habitantes, es la ciudad más grande del suroeste de China.
Es también uno de los pulmones industriales de ese país, y uno de los centros urbanos con mayor contaminación, no en vano, más de 100 días al año no se puede ver el cielo debido a la niebla proveniente de las fábricas. Sun ostentó por cinco años, de 2012 a 2017, gran poder en la región, no solo por el cargo que ocupó, sino por el tráfico de influencias que manejó a discreción, como si fuera el padrino por cuyas manos pasaban los grandes
negocios, con cientos de millones de dólares de inversiones en juego.
En una zona rica, en el país que sea, las tentaciones que visitan al poder son muchas y algunos muerden la carnada, creyendo que el lugar de mando donde están les dará permanente inmunidad. Teniendo en cuenta que Sun conoce como pocos los entretelones del poder en China, resulta difícil creer que haya caído tan fácil en la tentación de la plata dulce, la cual terminó siendo su ruina.
A los 54 años de edad, con la parte mejor de su vida por delante, Sun vio en poco tiempo cómo el sueño de fortuna permanente se le desmoronaba y antes de ayer recibió el tiro de gracia, luego de que una corte en la ciudad portuaria de Tianjin lo condenara a pasar el resto de sus días en una cárcel por haber aceptado una suma cercana a los US$ 27 millones en coimas durante los últimos cinco años.
Los miembros del partido que lo apoyaron para que llegara a uno de los lugares más altos del poder político chino, y lo convirtieron en estrella naciente, fueron los primeros en abandonarlo y nada hicieron para que la condena fuera más blanda. Algunos pocos de sus seguidores que aún lo defienden creen que Sun fue víctima de un complot para sacárselo del medio, pues su imagen política estaba alcanzando gran popularidad y rivalizaba ya con Xi Jinping.