Alejandro Foglia - Vela
Pablo Benítez

Pablo Benítez

El guardián de los anillos > yachting

El héroe solitario

En 2009 Alejandro Foglia se fue a vivir a España y cargó con su barco por toda Europa, buscando este sueño: el octavo puesto en Londres 2012, uno de los mayores logros del deporte uruguayo
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06 de agosto de 2012 a las 00:00

El cuentakilométros de una camioneta usada que costó 4.000 euros está exhausto. El lomo arqueado de cargar barcos. De Barcelona a Palma de Mallorca. A Hyeres, a Kiel, a Weymouth, a Riva del Garda. Y allá va, piloto y copiloto, Alejandro Foglia. Tal vez soñando, en las horas de descanso, con una actuación como la que acaba de cerrar en los Juegos Olímpicos de Londres: un octavo lugar en la clase Laser standard.

Hace tres años le pedí a Pedro Garra hijo, Perico, que me recopilara datos y recortes de su padre, Pedro, uno de los pioneros de la clase snipe en Uruguay, medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de México 1975. En el devenir de la charla náutica me dijo: "La actuación de Jano (como llaman a Alejandro) en Beijing fue espectacular. Solo acá no se valora un 17º puesto donde se compite contra los mejores del mundo".

¡Qué decir de este octavo puesto ahora!

En primer lugar que valió la pena pagar con soledad: a fines de 2009 Jano se mudó a Barcelona para estar cerquita del circuito mundial. Lejos de su mundo. El año siguiente a los Juegos, y parte del segundo, son complicados económicamente: no hay becas olímpicas. Pero Jano contó con dos apoyos claves en esa fase: la Dirección Nacional de Deportes le compró el barco con el que corrió en Beijing y se lo trasladó a España. Su club, Yacht Club Punta del Este, lo ayudó económicamente como en toda su carrera.

Pero para lo demás, que no fue poco, a rascar el bolsillo: camioneta (la compró a medias con Santiago Silveira y Philipp Umpierre que dejaron la vida para clasificarse en la clase 49er y no llegaron), viajes, entrenador, lancha, pasajes, traslados, comida, alojamientos...

En el ir y venir, el barco envejeció y hubo que comprar otro: 3.000 euros. Lo pagó Jano. Para aliviar la europea vida en euros se puso a dar clases de náutica en Barcelona y alquiló el barco ya viejo. La nueva beca, de US$ 1.000 por mes (una de las tres principales que otorgó el Comité Olímpico Uruguayo), llegó desde setiembre de 2010.

El camino a Londres, a diferencia del que recorrió hacia Beijing, siempre fue cuesta arriba. En los mundiales (que se corren todos los años) no anduvo tan bien como en el ciclo olímpico anterior. "No estoy navengando bien", me dijo después del Sudamericano 2010, antes de ir a los Odesur de Medellín donde no hizo podio. Me sorprendió su sinceridad. No es común escuchar a un deportista uruguayo con ese grado de autocrítica.

Pero lo peor vino después, en los Panamericanos de Guadalajara: se clasificó tercero para la medal race, pero en la regata fue superado y terminó cuarto. "Creo que fue un error de presión más que de estrategia: se fue solo a un lado de la cancha como para descomprimir la situación y le erró", me contaron.

Confieso que después de eso, me quedaron dudas sobre la fortaleza anímica de Jano. Y el Mundial de Perth 2011 agregó sustento: la jornada en la que la flota se dividía en oro, plata y bronce bajó un puesto y quedó afuera del primer grupo sin poder clasificarse directamente a los Juegos. Tuvo que esperar un par de jornadas más. Jano lo logró, pero no quedó conforme.

En marzo, después de muchos Sudamericanos, por fin logró un podio, en Buenos Aires. Pero después no tuvo un papel destacado en el Mundial de Boltenhagen. Y así llegó Londres. Su impresionante Londres.

Un dato para los desprevenidos: un Mundial de Laser standard lo corren varios competidores por país y la flota la componen más de 150 barcos. En los Juegos son uno por nación; los mejores. Los barcos para correr los Juegos son iguales para todos y los provee la organización. Puede parecer que gana cualquiera, pero por algo Tom Slingsby, de Australia, ganó los últimos tres mundiales y ahora la medalla de oro.

Jano me cuenta que cada vez que va a los torneos los fenómenos montan un circo intimidatorio: carpas, comidas variadas, bebidas, masajistas, nutricionistas, psicólogo y el mejor cuerpo técnico para informarle al competidor las condiciones de navegación. Eliminar a Alsogaray (múltiple campeón sudamericano, oro panamericano, séptimo en Beijing) para meterse entre los 10 mejores, dejar atrás a Fontes y superar en la medal al guatemalteco Juan Ignacio Maegli (plata en Guadalajara 2011) edifican una verdadera hazaña.

El hecho de pasar a la medal sin chance de medalla desilusionó el corazón de muchos uruguayos y un octavo puesto les debe haber dejado gusto a poco. Error conceptual. Esta actuación pone a Jano a la altura de las mejores gestas uruguayas en el historial olímpico.

El año pasado entrevisté a Luis Aguiar, el primer uruguayo medallista de oro (con Gustavo Pérez y Raúl Torrieri) en Juegos Panamericanos (Chicago 1959, en remo). Me sorprendió que en vez de resaltar ese logro pusiera más énfasis en otro: los Juegos Olímpicos de Roma 1960. "Nadie se acuerda pero esa actuación fue notable. Antes de esos Juegos muchos países estaba golpeados por la guerra. Pero desde 1960 empezaron a ir todas las potencias con sus mejores deportistas", me dijo.

Uruguay ganó antes de 1960 cuatro medallas en remo, desde entonces ninguna. Aguiar me hizo ver que hay derrotas que valen tanto como una medalla. Que la relación poderío económico-medallas es directa y determinante. Que la profesionalización de los Juegos nos alejó de los podios. Que lo de Milton Wynants (el deportista uruguayo más ganador de la historia y tal vez por eso el mejor de todos los tiempos) fue milagroso y épico a la vez. Y que Jano hoy nos hace dar cuenta del valor del diploma. Y también del potencial del yachting uruguayo, el deporte que más logros le dio a Uruguay en los últimos grandes eventos deportivos.

El valor del Snipe uruguayo
Esto revaloriza a los pioneros del snipe Pedro Garra y Horacio García Pastori, a Ricardo Fabini y su Mundial snipe, y lo que vino después con el Memo Memulini. A los dos mundiales junior de Horacio Carabelli que en 2008-2009 ganó la Volvo Ocean Race (el Dakar de los mares). A Fito Carrau que diseña barcos para la Volvo. A Pablo Defazio y sus dos medallas panamericanas. A las bicampeonas mundiales de snipe Mariana y Andrea Foglia. Al Negra, que hizo punta en Sudamérica el año pasado. Es es solo un puñadito de nombres, que invito a ampliar.

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