La Asociación Uruguaya de Fútbol decidió nombrar a la tercera fecha del Torneo Clausura "Utileros del Fútbol Uruguayo", tras la iniciativa de Referí de destacar la historias de sacrificio y superación de los personajes anónimos de cada club en una serie de capítulos que llevó el título de "Un viaje al corazón del fútbol".
Referí compartió -y seguirá compartiendo todos los lunes- las historias de los utileros del fútbol uruguayo, desde los equipos más poderosos hasta los más humildes, con un capítulo especial para Edgardo Di Mayo, el popular Minguta de la selección de fútbol.
La precariedad de los vestuarios, el esfuerzo a pulmón de trabajadores y jugadores, la prohibición de cambiar camisetas y cuidar cada prenda de ropa como si fuera la última y el deseo conjunto de salir adelante fueron algunos mensajes detrás de cada historia.
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El vestuario con la estufa a leña en el medio
D. Battiste
Pero si de gestos se trata, el que se lleva todos los aplausos es Ruben Sosa. "A Ruben lo vi con acciones como traer zapatos de regalos y organizar comidas que eran un disparate. Yo le decía: 'bo Ruben, esto es un disparate de comida'. Y el loco te decía: 'si pasa uno por Millán, y tiene hambre, le dan de comer".
Pocos utileros están tan identificados con un club como Mario Rodríguez con Danubio, testigo privilegiado de las noches en que Álvaro Recoba se quedaba pateando al arco hasta que el sol se iba. Arregló las chancletas de Zalayeta. Fue ayudado por Jadson Viera. Juntó monedas para comer fideos de día y de noche con el Canario Nelson Cabrera y hasta durmió en la casa donde vivían los jugadores.
Su último deseo es que, cuando muera, sus cenizas sean esparcidas en la cancha.
Del sentimiento a las risa hay apenas un paso.
Mario Pérez, utilero de Liverpool, convivió en el club con Julio Ribas y tiene mil anécdotas: “Con Julio Ribas tengo mil... Un día de verano volvíamos de Melilla, luego de entrenar, y veníamos por Redención. De repente pasan por la calle tres tarántulas del tamaño de mi mano. Y Julio me dice, '¡mirá Topo, pal que se porte mal!'. En Lomas (lugar de entrenamiento y concentración de Liverpool) tenemos un sótano. Y Julio me dice, "vamos a llevarlas y las dejamos en el sótano. El que se porte mal lo encerramos en el sótano con las tarántulas". ¡Y paró el ómnibus! Le dijo al chofer que pare. Y me dice: 'dale Topo, andá a agarrarlas'. Yo quedé helado: 'para Julio, no seas malo, yo hago cualquier cosa pero no me voy a bajar para agarrar la tarántulas esas'. Se dio vuelta y le gritó al Bomba Cáceres que era su ayudante. Se bajó, agarró una botella de plástico, la rompió, y las metió adentro. Y allá nos fuimos para Lomas con las tarántulas. Yo no lo podía creer. Después las tiró. Pero siempre andaba diciendo que iba a mandar a los jugadores al sótano".
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