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31 de julio de 2020 a las 21:46

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La decisión de Ernesto Talvi de abandonar la política activa y renunciar a su banca en el Senado, luego de su salida como ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Luis Lacalle Pou, provoca una herida a la renovación de los liderazgos partidarios que reflejaron las urnas en las elecciones pasadas. El sorpresivo acontecimiento representa un enorme reto para el Partido Colorado y, a la larga, podría influir en la dinámica interna de la coalición de gobierno.

El economista Talvi, respetado por su aporte en el diseño de políticas públicas en el campo económico y social, decidió hace apenas unos dos años dejar el mundo de la academia por el de la política.

Su tránsito por la arena política fue exitoso. En poco tiempo logró formar el sector político Ciudadanos dentro del Partido Colorado y convertirlo en la principal fuerza batllista.

Luego obtuvo un reconocimiento popular como canciller, llegando a ser el ministro mejor evaluado por la ciudadanía, según encuestas.

Pese a ello, el pasado 26 de julio anunció su renuncia al liderazgo partidario y la intención de conducir un centro de estudios de Ciudadanos. El quehacer político, explicó en una carta pública, no es una actividad para él.

La dimisión de Talvi no es responsabilidad del actual jefe de gobierno ni del expresidente colorado Julio María Sanguinetti, con quienes mantiene una relación muy difícil. 

Talvi es un académico cuyo universo es el deber ser que surge de la evidencia empírica. Es un experto, habituado a formular políticas públicas, pero sin veteranía en la compleja instrumentación de las mismas en la política.

El ejercicio de la política requiere de una gran habilidad para manejar las expectativas en función de la distribución del poder que surge del ejercicio democrático.

Es una tarea que responde a la lógica de la negociación que siempre termina en la transacción de ideas o de acciones. Y mucho más bajo el influjo de la fragmentación. 

Talvi evidentemente no se sintió cómodo en las reglas de juego de la política que, si bien necesita de la colaboración, se desenvuelve en la divergencia y hasta en el conflicto.

La acción política en una sociedad abierta supone saber administrar las diferencias, una condición sine qua non del liderazgo exitoso.

El expresidente Jorge Batlle, a quien Talvi considera su mentor, es un buen ejemplo de las frustraciones o sinsabores de una actividad que requiere de determinadas habilidades y astucia para no desfallecer.

Llegado a la Presidencia después de haber perdido cuatro elecciones, Batlle tuvo que gestionar un gobierno de coalición sin acuerdo sobre su plan de reformas liberales y, luego, navegar la tremenda crisis de 2002 que marcó a fuego su gestión. Logró administrar con pericia la relación difícil con sus socios políticos, en episodios que mostraron el papel de la transigencia en la política.  

La salida de Talvi no tendrá consecuencias inmediatas en el gobierno e incluso hasta podría significar cierto alivio para el presidente. No obstante, podría tener efectos en el juego de poder entre los socios de la coalición.

Lo que es seguro es el reto que enfrenta el Partido Colorado, en particular Ciudadanos: lograr persuadir a unos 300 mil votantes que creyeron en un proyecto político de largo plazo, pero que pierde a su adalid.  

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