El nuevo público mimado de Netflix: los adolescentes

En los últimos años, el sitio incrementó su oferta destinada al público teen y lo cautivó con historias con giros que salen de lo tradicional y analizan preocupaciones modernas

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16 de enero de 2019 a las 05:02

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Netflix tiene un objetivo bastante claro: dominar el mundo (del streaming). O lo que es lo mismo, hacer mucho dinero gracias a él. Hasta ahora no le va nada mal. Pero a medida que la máquina crece, se hace más voraz, y necesita seguir expandiéndose. Hace un tiempo empezó a crecer territorialmente, produciendo series y películas fuera de Estados Unidos. Así aparecieron las primeras originales de Netflix en España, Italia, Alemania, Francia, México, Argentina, India y Japón. 

Pero la empresa también apunta a crecer en cuanto a los rangos de edades a los que apunta. Los niños tenían contenido, los adultos tenían contenido. Y ahora también lo tienen los adolescentes, porque Netflix sacó una gran batería de productos que apuntan a ellos, y los conquistó. 

Cada click, cada tecla, cada gesto que tenemos mientras estamos dentro de Netflix es registrado, analizado, disecado y utilizado por la empresa para saber cómo seguir alimentando nuestros deseos y gustos. Los datos son la base de la maquinaria de producción. Si hoy hay una opción de saltear la intro es porque el público avanzaba para no ver los créditos. Si una serie vieja aparece en el catálogo es porque se la buscaba mucho. Y si hoy Netflix está lleno de programas para adolescentes, es porque había un vacío, y ese es un público que consume entretenimiento (sea música, sea series) en grandes cantidades. 

Falta de ejemplos

Shannon Purser se hizo conocida interpretando a Barb en Stranger Things. Poco después, volvió a trabajar para Netflix como protagonista de la película Sierra Burgess es una perdedora. En agosto, cuando se estrenó el largometraje, la actriz dijo: "Hay un grupo grande de gente joven que busca contenido con el que se puedan identificar y que los atraiga". 

Lana Condor es la protagonista de otra de las producciones adolescentes de Netflix: A todos los chicos de los que me enamoré, también estrenada en 2018. Y declaró algo en la misma línea que su colega: "Creo que los jóvenes necesitan buenos ejemplos a seguir porque están creciendo demasiado rápido. Con el contenido que se puede ver ahora, la gente olvida que los niños pierden la inocencia con mucha facilidad. Y no hay muchas películas que tengan un tono positivo". 

Esto ya lo sabía Netflix. El vacío estaba a nivel de oferta. Ya en 2015 el vicepresidente de contenido independiente, Erik Barmack, declaraba al New York Times que mientras notaba una amplia propuesta para adultos jóvenes y niños, los adolescentes quedaban por fuera. Eso, definía, era "una oportunidad y un desafío". 

Y en su intención de tener algo para todos los públicos, así como de generar un vínculo con un público adolescente que el día de mañana será un potencial cliente adulto, Netflix atacó. Por un lado, colocó en su plataforma viejas series que conquistaron a adolescentes de generaciones anteriores, como Gossip Girl y Friends. Y por otro, creó producciones y películas que reflejan la vida de un adolescente contemporáneo, con preocupaciones, amenazas y herramientas diferentes a las de sus antecesores. 

Para la generación Z

Hasta no hace muchos años, un adolescente tenía que recurrir a canales de cable para encontrar algo dedicado a ellos. Fuera Nickelodeon, fuera Disney Channel, fuera MTV, la respuesta estaba ahí. Después vino internet, abrió otras opciones y dejó claro que lo que se veía en la televisión era pasado por un filtro, creando versiones idílicas y estereotipadas del mundo. 

Los integrantes más jóvenes de la generación Z (los nacidos entre 1995 y 2010) tienen ahora series y películas que reflejan un mundo más diverso, pero también más agresivo y peligroso. El buen o mal uso de internet, el acoso, el abuso, la sexualidad, los estereotipos, la violencia y temáticas que se aplican a la adolescencia de cualquier época, como la intención de descubrir el mundo, romper con la generación anterior, y encontrar su lugar a medida que se van convirtiendo en adultos. 

Peyton Kennedy, protagonista de la serie de Netflix Everything sucks, declaró al portal Indiewire que "eso muestra lo inteligente que es Netflix". "Por la forma en la que la sociedad y el mundo están cambiando ahora, necesitamos escuchar más de la gente que tiene menos de 18 años, o que está cerca de esa edad. Que puedan hablar y ser escuchados", dijo. Mientras que su compañero de elenco Rio Mangini acotó que uno de los elementos del éxito de Netflix, en su opinión, es que –además de generar esos contenidos porque hay un público voraz–, también los ayuda a crecer mostrando algunos de los dilemas de la adolescencia contemporánea. 

Everything sucks se ambienta en 1996 y tiene como protagonistas a un grupo de "marginales"; igual que Sierra Burgess es una perdedora, en la que su protagonista empieza una relación virtual con uno de los atletas del liceo, ya que este cree que Sierra es en realidad otra persona. La española Élite habla de bullying y trata el tema de las diferencias sociales. La italiana Baby muestra a dos adolescentes que se dedican a la prostitución. 13 reasons why ha mostrado de forma brutal las consecuencias del abuso, el acoso, y ha tocado temas como el suicidio. Atypical puso el foco en los trastornos psicológicos. 

You, el gran fenómeno reciente de la plataforma, trata el acoso, el stalkeo y las relaciones tóxicas. Una de las nuevas series estrenadas en enero, la inglesa Sex Education, tiene como protagonista a un joven cuya madre es terapeuta sexual y que se une a una amiga para crear una especie de clínica en su liceo para tratar los problemas de esa área de sus compañeros de colegio. 

Hasta las series que tienen un costado más enfocado al entretenimiento, como The end of the f***ing world o El mundo oculto de Sabrina, hablan sobre el paso a la madurez, ser diferente y no sentirse parte. Incluso American Vandal –con su humor escatológico y la estética de falso documental– ha hablado sobre los peligros de las redes sociales y de los defectos del sistema educativo al momento de tratar con los jóvenes. 

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