Tiempo de lectura: -'

26 de junio de 2020 a las 22:43

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

En los cuestionamientos a la decisión del Consejo de Educación Secundaria (CES) de prohibir en los liceos el uso de tapabocas con la consigna gremial #EducarNoLUCrar subyace un menosprecio a la pluralidad en el aula o por lo menos perjudica su desenvolvimiento, pues es una condición que depende de la autoridad del profesor. Sin ella, se reciente la libertad de expresión de los educandos, afectando así la formación en pensamiento autónomo y crítico, un aspecto fundamental para la construcción de ciudadanía.

Como parte de una estrategia gremial en contra del proyecto de ley de urgente consideración (LUC), la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria(Fenapes) resolvió el diseño de tapabocas con una consigna en contra de la LUC para que los docentes lo pudieran usar hasta en el aula.

El miércoles 17, el CES resolvió prohibir el mencionado tapaboca en los liceos para “asegurar el respeto irrestricto de los principios rectores de la educación pública, en particular el de la laicidad”.

Para algunos, el uso del alusivo tapaboca en los centros educativos es una actividad proselitista violatoria de la Constitución, que prohíbe a los funcionarios públicos realizar acciones ajenas a la función en los lugares y horas de trabajo.

Quienes se inscriben en otra biblioteca argumentan que la prohibición de Secundaria neutraliza el derecho fundamental de la libertad de expresión sobre un asunto de interés público.

La libertad de expresión no es un derecho inacabable y adquiere todo su sentido en la esfera pública, donde los gremios de los docentes han tenido todas las posibilidades para hacer escuchar su voz crítica de la LUC: asistieron al Parlamento; difundieron sus puntos de vista en los medios de comunicación y en sus diversos canales sindicales.

En el salón de clase, que no es un espacio público, la libertad de expresión tiene que estar en armonía con los fines de la educación.

El estatuto docente, por ejemplo, exige a los profesores que en cada asignatura cumplan con una educación integral del alumno, el “libre y armónico” desarrollo de la personalidad y de respeto a la individualidad y ofrezca garantías a la “independencia de la conciencia moral y cívica” de los educandos. También ordena una actitud imparcial y crítica de las posiciones o tendencias inherentes a cada materia.

Todos ellos son preceptos ineludibles que se menoscaban cuando un profesor luce frente a la clase un tapaboca con una fuerte consigna sindical. Y mucho más aún con la transmisión de un mensaje peyorativo.

Pablo Cayota, miembro del Consejo Directivo del Instituto de Educación Santa Elena y ex integrante del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, hizo una reflexión muy atinada el lunes 22 en radio Carve. Para el profesor, el uso del tapaboca en el aula con una consigna como la de Fenapes violenta la “ética docente” y contradice el “espíritu de intercambio” que debe existir en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

El docente tiene que preservar un clima favorable a la libertad de expresión de los alumnos y ser muy cuidadoso de la asimetría de poder que existe en el aula.

El tapaboca sindical, que contradice los modos de comportamiento del profesor en el espacio educativo, es un rastro sorprendente de hasta dónde ha llegado la crisis de la educación. 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.