Temas > Columna Fernando Prego

Enfermedades típicas de verano

Suele haber menos cuadros respiratorios y más infecciones digestivas
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26 de diciembre de 2017 a las 05:00

Para muchos el verano se asocia con aspectos positivos como actividades de fin de año, vacaciones y licencias. Por el contrario, otros hacen temporada y trabajan más que el resto del año. El calor no siempre es el que se querría y las vacaciones no siempre coinciden, pero una cierta magia veraniega se mantiene.

Otra ventaja es que los niños suelen enfermarse menos que el resto del año. Es decir, es menos probable que sufran cuadros respiratorios y cuadros infecciosos en general. Sin embargo, las actividades al aire libre y calor pueden derivar a sufrir cuadros digestivos.

El más frecuente de éstos es la gastroenterocolitis, que es la asociación de vómitos y diarreas, a menudo acompañados de fiebre. Es un cuadro molesto y eventualmente puede llegar a ser grave. Suele estar relacionado a los cambios de alimentación, al buen o mal lavado de las frutas y verduras, a la calidad del agua que se ingiere o simplemente a la presencia de los tan frecuentes virus.

Para prevenir un malestar de este tipo, es fundamental que los alimentos tengan una buena higiene, las manos bien lavadas y el aseo en general.

En cuanto al tratamiento, se vincula a las pérdidas, al número de vómitos y de deposiciones que tenga el niño; en estas pérdidas no solo se pierde agua sino también sales. Por esa razón es fundamental reponer los líquidos y estos electrolitos con dietas clásicas y alto consumo de agua.

De todas formas, es conveniente consultar con el pediatra tratante, ya que puede ser necesario, bajo ciertas circunstancias, agregar medicación o reponer con líquidos especiales (sueros de rehidratación).

Los cuidados y necesidades que se requiere para curar a los niños mayores se asemejan a los de todos los adultos. Es decir, no se puede estar bajo temperaturas excesivas, ni exponerse al sol sin protección. Hay que evitar las horas "prohibidas"; proteger la piel con filtros solares y usar lentes adecuados con filtro UV.

También es necesario reponer líquidos sin esperar la sensación de sed y adecuar la actividad física a la temperatura de la jornada. Hay que utilizar ropa adecuada a la temperatura y a la actividad que se vayan a realizar, y tener una dieta sana.

Los bebés y niños pequeños pierden y ganan temperatura con más facilidad que los grandes, por eso se aconseja extremar los cuidados. No hay que esperar un tiempo prolongado dentro del auto al rayo del sol, y en caso de estar mantener una buena ventilación.

Si es lactante lo mejor es darle pecho con más frecuencia de lo normal. A su vez, es fundamental no dejarlo con prendas húmedas demasiado rato, en particular cuando el tiempo está ventoso, para evitar hipotermia. Por otro lado, se recomienda que no duerma siestas al sol. No hay que fiarse de la sombra y protección de sombrillas y carpas.

En todas las cosas de la vida, tener en cuenta los riesgos y adelantarse a sus consecuencias es la mejor manera de prevenir. El criar y cuidar a los hijos no es la excepción. El resto es disfrutar y verlos crecer felices.

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