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Entre el silencio de las rejas: organizaciones barriales proyectan obras en excárcel de La Tablada

El martes pasado la Inddhh retomó las excavaciones en el predio en busca de desaparecidos; la Comisión de Memoria La Tablada busca desarrollar diversos proyectos en el centro declarado sitio de memoria
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23 de noviembre de 2020 a las 05:13

Lo que más soprendió a Nicolás Arenas fue el silencio de los gurises del centro juvenil al escuchar los relatos sobre el sitio clandestino de detención en La Tablada y al observar las ventanas de las otrora celdas. El director de Centro Bosco, una obra social que está emplazada a pocas cuadras del lugar, sostiene que la excárcel carga con "un poco de tabú" en el barrio, desde que fuera la sede del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) y la "base Roberto" entre 1977 y 1983, en plena dictadura en el país. 

37 años después, la educadora Silvia Ferreira y dos adolescentes del centro juvenil –Evelyn y Samira– riegan la huerta instalada a los pies de un ombú que escolta al histórico edificio. Las plantaciones de acelga, lechuga y mostaza echan raíces sobre dos "camas altas", un método de cultivo que evita intervenir sobre el suelo del lugar, cautelado desde setiembre de 2017 en el marco de la causa judicial por la desaparición forzada del militante comunista Miguel Ángel Mato. 

El sitio supo ser la Tablada Nacional, por donde pasaba buena parte de las operaciones de compraventa del ganado de hacendados que comercializaban en Montevideo y Canelones. Fue un centro de reclusión clandestino y después una cárcel institucional, primero de menores, luego de mayores, y volvió a manos del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa). Ahora hay ruido de pájaros, patios vacíos y guardia policial las 24 horas custodiando la entrada.

De a ratos se escucha a la máquina concedida por la Intendencia de Montevideo (IMM) a la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh), lo que permitió desde el martes retomar las excavaciones dentro del predio de 63 hectáreas. En este lugar estuvieron secuestrados y fueron vistos por última vez Luis Arigón, Óscar Baliñas, Óscar Tassino, Amelia Sanjurjo, Félix Ortiz, Antonio Paitta, Miguel Ángel Mato y Juvelino Carneiro. 

"Salvo algo de información, no tenemos mucho", comenta a Javier Tassino, hermano de uno de los que podría estar enterrado en el predio. "Sería bueno que la gente empiece a largar información, como siempre pasa en estas situaciones", añade. Según dice a El Observador, la búsqueda se retoma con indicios planteados por una fuente anónima y por otras fuentes civiles, de personas que habitan cerca del lugar.  

Tassino es integrante de la Comisión de Memoria La Tablada (Cometa), a cuya petición el gobierno declaró a comienzos de 2019 sitio de memoria nacional. El colectivo está integrado por Familiares, expresos políticos, la Asociación de Troperos y organizaciones barriales como la policlínica de la zona, el Club Cuatro Esquinas y el propio Centro Bosco.

Tener una huerta comunitaria fue por años un "sueño" frustrado de la obra social por falta de terreno a su cargo, hasta que pudieron acceder al territorio que administra en comodato la Cometa. A fines del año pasado las agrupaciones vecinales propusieron proyectos para revitalizar el sitio, que en su amplia extensión abarca asentamientos, el arroyo Pantanoso y llega a los pies de los complejos habitacionales de Verdisol. Según cuenta Arenas, también les gustaría establecer un CAIF en el predio.

Memoria

Néstor Nieves trató de correr, pero lo capturaron cerca de la Facultad de Agronomía, sobre Millán y Garzón. Era la mañana del 23 de setiembre de 1981 cuando lo trasladaron al centro de detención clandestino en La Tablada. A pesar de estar encapuchado reconoció la zona por el empedrado de los caminos y los adoquines de entrada.

Al ingreso le tomaron los datos y lo pusieron de plantón. Comenzaba entonces una secuencia de quince días de tortura. Sus captores lo interrogaron sobre su militancia clandestina en el Partido Comunista. El exrecluso recuerda reírse como "mecanismo de defensa", y silbar "La Internacional" –himno de los trabajadores– y canciones de la Revolución Española. "No les dije nada", afirma a El Observador.

El método de tortura más feroz fue el que acabó por librarlo de la serie de destratos al cabo de los días: el "caballete" –en que pende atado de brazos sobre un palo y con la punta de los pies rozando el suelo– lo lastimó entre las piernas. "Me insistían: "Ah, te cagaste". Pero después decidieron parar porque me iba", narra Nieves. "A la larga me salvó, porque no fue tan grave como para morir pero lo suficiente como para que pararan".

Pasó entonces a las celdas montadas sobre las dos alas en las que alguna vez funcionaron los escritorios de los consignatarios de la Tablada Nacional. Las ventanas –que desde los arreglos del Inisa tienen rejas que permiten el paso de la luz– estaban tapiadas, y el ruido de los pájaros le "daban la idea de la hora del día". "Perdí el uso de los brazos", rememora Nieves a raíz de la colgada, por lo que un soldado pasaba a diario por su celda N°12 a "jugar a la pelota" para estimularlo, algo que define como "ambivalente".

Salió de La Tablada el 23 de diciembre, luego de tres meses de encierro, aunque lograría la libertad definitiva el 5 de enero de 1985. 37 años después forma parte de la Cometa, que hoy pretende reformar los muros y espacios del exhotel y la excárcel venidos a menos. Tassino señala que la labor es voluntaria, y unos $ 80 mil en base a donaciones permitieron comprar materiales para iniciar las refacciones. 

Los miembros del colectivo destacan que se haya mantenido la guardia policial, así como la intervención en alumbrado por parte de la comuna en 600 metros de camino Melilla. 

Troperos

En agosto de 1867 el Departamento de Montevideo adquirió el predio por $8.386 (a valores de la época), según recopilan Carlos Marín y Mauro Tomasini. Comenzó a establecerse en el lugar una base para que los hacendados llevaran su ganado al Cerro, entonces sede de la industria saladeril. Desde aquella época se construyó el hotel, que incluyó un salón para restaurant, oficina de correos y telégrafos, y una sucursal de banco. 

"Compartimos la memoria porque es parte de La Tablada, pero hay más de 150 años para atrás", manifiesta Daniel Posse, presidente de la Asociación Tradicionalista de Troperos de La Tablada, en recuerdo de los que conducían el ganado a caballo. El colectivo también integra la Cometa y, si bien ello les permitió organizar criollas y otras celebraciones gauchescas en el predio, Posse tiene sus reparos.

Uno de sus reclamos es que el perímetro de la ex Tablada Nacional –que cerró en 1975 cuando el ganado pasó a ser comercializado en los propios frigoríficos y plantas industriales– continúe alambrado. Afirma que "la única diferencia" con la excárcel es que "no hay milicos". Otra de sus propuestas fue instalar en el predio una UTU rural, algo que considera que está en "stand by". 

"Es como que ahora tenemos que conformarnos con las migajas que queden del sitio de memoria", plantea a título personal como referente de los Troperos, aunque remarca su apoyo a la causa. 

Esperanzas

"Solo tiene una hoja, no la vamos a comer, ¿no?", dice la educadora Ferreira a Evelyn y Samira, mientras señala uno de los cultivos. Las dos jóvenes son parte de "los que más se engancharon" con la propuesta de la huerta en el centro juvenil. Cerca de las tres de la tarde culminaron la jornada de riego y cubren las camas altas con una malla sombra.

A pocos metros transcurre el tercer día de excavación. La directora de la Inddhh, Mariana Mota, informó a El Observador que de las jornadas participan un operador de de la máquina excavadora y tres antropólogos del Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF).

En el horizonte se dibuja a lo lejos el Cerro, los edificios de Verdisol y la planta La Tablada de Ancap. En el tramo comprendido entre la excárcel y ese paisaje, hay una zona de unos 350 metros a ser indagada, a la altura del puente viejo sobre el Pantanoso. Una densa maleza impide observar las tareas de búsqueda. 

El educador de Centro Bosco, Nicolás Miller, tiene esperanzas: "Los van a encontrar".

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