Camilo dos Santos

Escombros de la construcción que se convierten en materia prima

RCD reciclaje es un emprendimiento liderado por los arquitectos Giannina Ceruti y Carlos Ruiz

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17 de febrero de 2019 a las 05:00

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Por Natalia Correa
Especial para El Observador

Cada año ingresan a Felipe Cardozo, el vertedero municipal de Montevideo, 150.000 toneladas de escombros (41 volquetas por día), lo que equivale a un 20% del total de residuos. Este fue el problema detectado por un grupo de arquitectos en 2011, como parte de un proyecto de facultad. Años más tarde, desarrollaron la idea y la llevaron a la práctica. Al emprendimiento lo llamaron RCD como se les denomina a los Residuos de la Construcción y Demolición, y a partir del reciclaje de escombros limpios logran producir materia prima que puede volver a utilizarse en el sector.

En 2016 se incubaron en Sinergia y presentaron su proyecto a la  Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), que les otorgó financiación por dos años. Así comenzó la primera etapa del emprendimiento que consistió en realizar ensayos en el vertedero municipal. “En ese momento éramos cuatro socios que íbamos todos los fines de semana a  estudiar en qué condiciones llegaban los residuos, clasificarlos y luego triturarlos”, recordaron  Giannina Ceruti y Carlos Ruiz.

El principal problema con el que se encontraron fue la clasificación, debido a la ausencia de políticas relacionadas con el reciclaje de escombros. “En Uruguay no hay gestión del escombro, mientras que en otros países esto está bastante desarrollado. Se coloca una volqueta afuera de la obra y se tiran los desechos ahí; no se cuida, no se clasifica y puede estar tres semanas en la calle. Entonces los vecinos también empiezan a tirar sus residuos ahí y para el momento en que llega a Felipe Cardozo ya es cualquier cosa”, agregaron.
Por el momento trabajan exclusivamente con el 10% de los escombros que llegan limpios aunque, a futuro, el objetivo es reciclar la totalidad de los residuos de construcción. “El proyecto también apunta a generar conciencia en la obra para que ese 10% sea mucho mayor. Nos gustaría hacer talleres para las empresas constructoras”, comentó Ceruti.

El proceso de reciclaje

Actualmente se encuentran en la segunda etapa del emprendimiento, que consiste en la industrialización y el aumento del volumen de producción para poder comercializar a gran escala. Cuentan con una planta industrial de 1.000 metros cuadrados, ubicada en Oncativo y Camino Carrasco, próxima al vertedero municipal. Allí trabajan tres personas que se encargan del proceso de reciclaje a partir de los escombros limpios. Luego de separar los residuos por materiales, se trituran aquellos que son específicos de la construcción (cerámico, hormigones, morteros).
Como resultado se obtienen tres granulometrías distintas: una similar a la arena, otra al pedregullo y otra al gramillín. Estas se pueden comercializar como materia prima o utilizarse para fabricar hormigones reciclados. “Durante la primera etapa hicimos ensayos en la facultad para demostrar que el bloque reciclado funciona exactamente igual que el común”, aseguró Ruiz.

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La Dirección de Medio Ambiente (Dinama) los autoriza a producir hasta 10 toneladas por día, lo que equivale a una volqueta de las 41 que llegan todos los días a Felipe Cardozo. “En realidad la máquina nos permite producir hasta cinco toneladas por hora pero necesitamos obtener los permisos”, añadió. La venta más grande que han hecho hasta ahora fue al sector de obras de la Intendencia de Montevideo, que elaboró una línea de mobiliario urbano hecha exclusivamente con hormigón reciclado. “Además, fuimos declarados Proyecto de Interés Departamental, algo muy importante para nosotros”, expresaron los emprendedores.

Crecer en escala

El equipo de RCD Reciclaje está integrado por Ceruti, Ruiz y un nuevo socio, Facundo Caputto. Todos comparten el emprendimiento con sus respectivos trabajos ya que actualmente no les genera ganancias. El año pasado obtuvieron financiación del Proyecto Biovalor de ANDE, gracias al cual logran cubrir los costos de producción. “Si obtenemos el permiso para producir más de 10 toneladas por día, seguramente el proyecto comience a dar ganancia”, proyectó Ruiz.

Reciben también la colaboración de la Gestión Ambiental de Teyma, tanto en logística como en la entrega de maquinaria para la planta. “La idea es empezar a recibir el residuo de sus obras y luego venderles nuestros materiales reciclados”, agregó Giannina. Su principal objetivo es consolidarse en el mercado y tener una producción estable: “Queremos cerrar el ciclo, es decir, poder vender todo lo que ingresa”.

Un aspecto importante es empezar a cobrar por los escombros. “Todo residuo industrial tiene un costo y tener ese ingreso nos abarataría mucho el precio final del producto. Estudiamos modelos en México y Brasil y así es como funciona. Además, en estos países, se exige a las empresas que utilicen material reciclado. Apuntamos a que la normativa nos apoye”, resaltaron los arquitectos.

A futuro, les gustaría poder fabricar productos a costo cero para cooperativas de vivienda. “Es difícil, y estamos lejos, pero lo tenemos como objetivo. Nuestro sueño sería algún día ver un edificio hecho todo de material reciclado; diseñado y desarrollado por nosotros”, concluyeron.

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