España y su equilibrio

Es probable que fueran las elecciones cuyo resultado era el más incierto de las últimas cuatro décadas, desde el retorno de la democracia.

Los españoles eran conscientes de que era mucho lo que estaba en juego. Todo indica que votaron con responsabilidad y sensibilizados ante tanta complejidad e inestabilidad política de los últimos tiempos. 

Resulta difícil hoy pronosticar o analizar los grandes lineamientos económicos, sociales o de cambios en la política internacional que vendrán, por lo que hay que esperar enormes dosis de manejo político, ojalá del bueno. Viendo el resultado de las elecciones y la composición del Parlamento, ningún español, sea de derecha o de izquierda, realista o independentista, podrá decir que no está representado. 

Pese a que las 123 bancas de las 350 que se disputaban no le otorgan la mayoría, el socialista Pedro Sánchez sabe que será investido como presidente del gobierno de España. Ahora, con la tranquilidad de la victoria otea los naipes de los equilibrios políticos para gobernar sabiendo que tiene las cartas como para marcar el rumbo del juego.

“Podemos crear un clima de cooperación con todos los que se quieran sentar a conversar”, abrió la partida la vicepresidenta socialista Carmen Calvo.

El socialismo se queda con el poder en España al tiempo que la derecha se fragmentó. Pero: ¿podrá el PSOE gobernar en minoría? Es una de las grandes preguntas que solo el tiempo y la astucia de Sánchez podrán revelar. Lo único cierto es que, pese a que crecieron los extremos, estos siguen siendo minoría. 

Pablo Iglesias, el líder populista de Podemos, izquierda radical, es más que consciente de la delicada posición en la que han quedado tanto él como su discurso. “Lo que nosotros queremos es un gobierno de coalición de izquierdas”, señaló apenas conocido el veredicto de las urnas en las que su partido obtuvo 42 bancas, perdiendo 10. 
Astuto y perspicaz, el PSOE ya adelantó que por ahora piensa en un gobierno “en minoría y en solitario” y rechazó un gobierno de coalición. 

En donde también reina el desconcierto es en el Partido Popular, que sufrió un derrumbe sin antecedentes en la historia. Obtuvo tan solo 66 bancas del total. Ciudadanos le sigue de cerca con 57, al tiempo que la extrema derecha del novel VOX obtuvo 24 escaños. Ciudadanos ahora va por el lugar que ocupa el PP y promete una disputa encarnizada para cooptar la centroderecha y convertirse en líder de la oposición.

Lo que sucede en España es muy interesante de observar. En un mundo en donde el centro tiende a desaparecer por un discurso que se radicaliza, allí triunfó uno que no lo hizo. 

El análisis a simple vista de las elecciones representa una enorme enseñanza para procesos políticos en otros países. Se abre un interesante paréntesis de expectativa positiva ante el porvenir español siempre y cuando el PSOE logre articular un rumbo de gobierno que vaya por el camino del medio y no sucumba ni ante la demagogia populista de Unidos Podemos ni ante los reclamos de los nacionalismos, que serán necesarios para gobernar.