El ingeniero trabaja ahora en la tecnología 6G

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Experto en inteligencia artificial: "La creación de nueva tecnología no resulta en la eliminación de puestos de trabajo"

Alejandro Ribeiro, el ingeniero uruguayo que fue pionero en la digitalización de la red inalámbrica de Montevideo, ahora trabaja en la tecnología 6G con inteligencia artificial y advierte por las limitaciones de estas palabras de moda
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09 de marzo de 2023 a las 05:00

De bermuda y remera, o con la remera de la selección uruguaya de fútbol, esta semana se pasean por el aulario de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República algunos de los cerebros detrás de la tecnología de moda: la inteligencia artificial.

El seminario Khipu reúne en Montevideo a uno de los creadores de los modelos base para que exista el popular ChatGPT, o el procesamiento de imágenes de Apple, o Google.

Alejandro Ribeiro, el ingeniero clave en la digitalización de la red inalámbrica de Uruguay a fines de la década de 1990, que ahora dirige uno de los laboratorios punta en la tecnología 6G en la universidad de Pensilvania y cuyos artículos académicos recibieron más de 16.000 citas, es uno de los presentes. Y en esta entrevista resume parte del estado del arte de la tan mencionada inteligencia artificial.

El ChatGPT es un “avance infernal” e implicará “cambios radicales” para la humanidad. Los medios de comunicación no escatiman en adjetivos para referirse a esta invención y otros productos que usan la inteligencia artificial. ¿Estamos realmente ante el cambio de una era?
Hay un cambio de paradigma, pero no es el equivalente de una revolución industrial. No estamos en 1780 y alguien descubrió los motores para navegación a vapor ni tampoco es la invención de la energía eléctrica. En todo caso estamos ante una tecnología que tiene el potencial de incrementar la productividad de la humanidad, pero no disruptiva respecto a cómo nos relacionamos con la tecnología y el entorno.

¿Por qué hay tanto marketing asociado a que la inteligencia artificial cambiará nuestra manera de ser humanos?
Algunas personas, sobre todo desde la academia, insisten en que este no es un cambio tan radical y consideran que existe mucha promoción porque hay demasiados intereses comerciales (de las grandes empresas tecnológicas) en juego. Otros consideran que sí podría haber un cambio radical. No comparto que sea tan así.

Usted fue uno de los creadores de la digitalización de la red de celulares en Uruguay, ¿desde aquella invención al ChatGPT hay un salto cualitativo para la humanidad?
Desde 1998 (cuando fue aquella incorporación de la tecnología digital en Montevideo y la costa este) hasta ahora hemos vivido un proceso en el que las redes inalámbricas se han vuelto más y más complejas. Para que funcione la telefonía celular y el intercambio de datos se necesitan celdas (como cuadrículas) que cubran el territorio que se quiere dar cobertura. Cada una de esas celdas tiene un montón de parámetros: la potencia con la que van a transmitir, la dirección en la que apuntan las antenas, transición entre las llamadas de una celda a otra y un largo etcétera. Cada vez hay más clientes que, a su vez, usan más sus teléfonos móviles. Eso implica la creación de más celdas y de hacer cada vez más eficiente el espacio inalámbrico. Todo eso complejizó la red. Pero puede que estemos ante un momento de quiebre en el pasaje del 5G al 6G, que es a lo que nos dedicamos en nuestro laboratorio de Pensilvania. La diferencia principal es que 6G va a incorporar la inteligencia artificial.

¿Eso significa que parte de la planificación de los parámetros de las celdas esté automatizada y no la tengan que hacer cientos de ingenieros?
Correcto.

Se automatiza la planificación de las celdas con las que funcionan las redes inalámbricas, se automatiza la creación de texto, las conclusiones de las imágenes satelitales… ¿se automatiza el trabajo y lo que es “pan para hoy” acaba en “hambre para mañana”?
La automatización del trabajo es lo que viene haciendo el ser humano desde la primera revolución industrial. Pero, al contrario de lo que muchos piensan, la creación de nueva tecnología no resulta en la eliminación de puestos de trabajo. En todo caso redunda en una mayor productividad y listo. El trabajo que ahora hacen diez ingenieros para una red celular tal vez lo hará solo uno, pero, al mismo tiempo, habrá mejores y más redes inalámbricas que requerirán más ingenieros.

Pero esa lógica no considera que muchos trabajadores en Uruguay carecen de la formación y la capacidad de reinventarse que tiene un ingeniero…
Es cierto que hay un problema de reconversión. Ojo que también es desafiante para los ingenieros. Fuimos formados para solucionar problemas y la inteligencia artificial nos lleva un paso para atrás: en vez de diseñar la solución, diseñamos el algoritmo que diseña la solución.

El congreso que se está desarrollando esta semana en Uruguay (KHIPU) viene insistiendo en que la inteligencia artificial no es tan inteligente y tiene la discriminación propia del humano. ¿Es así?
La inteligencia artificial se llamó, durante muchos años, reconocimiento de patrones. Los algoritmos que tenemos hoy en día todavía se dedican a reconocer patrones. Se les enseña con el pasado para tomar decisiones en el futuro. Cuando entrenamos a sistema inteligente con datos generados por seres humanos, que en el pasado han tenido sesgos de género o racista, el sistema está condenado a repetirlo y replicarlo. Es probable que un sistema que se base en el lenguaje natural siga hablando de los médicos y las enfermeras. Parte de los esfuerzos mundiales apuntan a la superación de esos sesgos.

¿Uruguay tiene una oportunidad ante este avance de la inteligencia artificial?
Uruguay no es un país desarrollado, pero en los últimos 20 años se ha desarrollado mucho. Estando afuera del país hace dos décadas pude observar cómo Uruguay va dejando de ser el país subdesarrollado y lejos del mundo que era en la década de 1990. Los inscriptos a la universidad son el doble que los registrados en los 90. Hay una inversión educativa que, aunque pueda ser insuficiente, tuvo cierto incremento con el correr de varios años. Y la industria del software es un éxito, no hay que sobrevenderlo, pero es un éxito. La inteligencia artificial va a expandir esta industria de software, por lo que Uruguay tiene una oportunidad. Prueba de ello este congreso latinoamericano se hace en Uruguay.

Para que el sistema “aprenda” y luego pueda tomar decisiones hay veces que se necesita el trabajo “esclavo” y repetitivo de enseñarle. Se dice que ese trabajo “sucio” lo acaban haciendo en los países menos desarrollados. ¿Uruguay corre riesgo de transformarse en un sirviente de lo que mandaten las grandes tecnológicas?
El trabajo sucio de la inteligencia artificial es verdad que, sobre todo en sistema de visión, fue hecho en países muchos más pobres que Uruguay. Por supuesto que ante un proceso de transformación Uruguay tiene riesgo de perder su posición relativamente privilegiada en la toma de decisiones. Pero soy optimista de que Uruguay tiene algunos profesionales y académicos, como ejemplo los que organizan este congreso, que son líderes regionales sobre inteligencia artificial. Uruguay no es un país de referencia en inteligencia artificial, pero sale bien parado.

¿La industria local está aprovechando los conocimientos de los uruguayos que, como usted, hace años viven en el exterior?
En Uruguay no hay cultura de explotar los conocimientos de los compatriotas en el exterior. Yo tendría mucho gusto de ser explotado, pero todavía falta, nos falta, impulso para lograr esa sinergia.

Hagamos futurología: en el próximo congreso de Khipu, ese que todavía no está planificado, ¿cuáles serán los tópicos de cabecera?
Quienes hacemos estadística decimos que hacer predicciones es muy difícil, sobre todo cuando son sobre el futuro. Por eso es que todas nuestras predicciones son sobre el pasado. Lo que permite pensar algo distinto es la imaginación. Si uso mi imaginación, el gran boom del último año fueron los sistemas generativos de texto (como ChatGPT), imágenes (Dall-E), audio. Es probable que eso avance tanto que siga siendo tema de conversación. También la puesta sobre la mesa de la inteligencia artificial llevada a espacios físicos. En el laboratorio estamos trabajando con la inteligencia artificial llevada a la actividad agropecuaria.

Pero en Uruguay ya se usan imágenes satelitales que dan alertas ante problemas del suelo o automatización de datos…
Son pasos importantes, pero todavía no tenemos adaptabilidad del riego, de la fertilización, del uso de fármacos en animales, maquinaria autónoma y más. Ahí también hay una oportunidad para un país agroexportador.

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