Leonardo Carreño

Expertos piden mitigar riesgos y conciencia ante “exceso de confianza”

Infectólogos insisten con distancia, reuniones chicas, de menor tiempo y en lugares ventilados

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29 de junio de 2020 a las 05:00

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"Nos relajamos un poco. Lo vemos en las redes, en todos lados. Retrocedimos algunos casilleros”, reclamó el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, el lunes pasado. Estaba en Treinta y Tres junto a una delegación del gobierno para conocer de primera mano el quinto brote de coronavirus en Uruguay. Y la advertencia del mandatario también es replicada por varios infectólogos que, con conocimiento de causa, llaman a seguir manteniendo las medidas recomendadas a pesar de la caída de casos activos en el territorio.

Así lo hizo, por ejemplo, el director de la Cátedra de Infectología de la Universidad de la República (Udelar), Julio Medina. En una serie de mensajes en su cuenta de Twitter, el asesor del Ministerio de Salud Pública y del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) hizo hincapié en que las personas deben “interactuar menos” en los lugares de trabajo, más allá de que se cumpla la recomendación de mantener dos metros de distancia física y usar tapabocas.

Diego Battiste

“Se está interactuando demasiado en los lugares de trabajo y fuera de él. Tenemos que disminuir nuestros círculos de interacción social físicamente. Tenemos que limitar nuestro número de contactos cercanos. Tenemos que tener autodisciplina”, recalcó el experto que asesora al gobierno, y aclaró que se debe hacer todo esto sin descuidar “la parte afectiva”.  

El infectólogo entiende que, aunque los casos sean menos, “no se pueden seguir haciendo las mismas cosas de la misma manera” que se hacían antes que el virus llegara a Uruguay.

“Si antes hacíamos reuniones con 20 amigos ahora deberían ser de un tercio. Si antes se celebraban cumpleaños de 30 personas ahora deberán ser más reducidos. Si antes estábamos seis horas en un ambiente pequeño con poca ventilación interactuando con varias personas ahora ese tiempo deberá ser menor y optar de ser posible por lugares más ventilados”, profundizó Medina en diálogo con El Observador.

El infectólogo entiende que  no se trata de no hacer más reuniones sino de realizarlas de manera “más consciente” y “mitigando los riesgos”. 

Hasta la fecha el porcentaje de asintomáticos ronda un promedio del 20% de los diagnosticados en Uruguay, en un rango que ha variado entre el 4% y el 69% en  diferentes países. Es por esa razón que, según cree Medina, siempre se debe considerar la posibilidad de estar interactuando con un infectado asintomático o con un infectado “pre-sintomático” (alguien ya contagiado pero todavía sin síntomas) que puede contagiar a otros.

Jorge Facal, otro médico grado 5 especialista en infectología, va en la misma línea que Medina. Y a esta altura ya lo repite de memoria: “Si actuamos responsablemente todos, manteniendo el distanciamiento físico, el uso de tapabocas y lavándonos las manos, seguramente no vamos a tener problemas”, dijo a El Observador

Leonardo Carreño

Aunque parezca una frase repetida, los expertos señalan que cada uno de los brotes que hubo en Uruguay se dieron por algún tipo de descuido de las medidas. En el casamiento de Carrasco, el primer foco de contagio, hubo al menos una mujer que no realizó cuarentena tras venir de un país con alta circulación del virus. En el hospital Vilardebó no se dio el distanciamiento necesario. En Rivera, entre otras cosas, se produjo un culto umbandista sin tapabocas. Y en Treinta y Tres una de las hipótesis que maneja el gobierno es que el brote se dió a través del contagio de una nurse que viajó al Chuy, ciudad fronteriza con Brasil, y no respetó las recomendaciones sanitarias. 

“Hemos bajado la guardia demasiado, hubo un exceso de confianza. No podemos ser así y menos con una enfermedad de la que estamos aprendiendo mientras ella transcurre”, expresó Alicia Cardozo, otra infectóloga.

En su diálogo con El Observador, Cardozo insiste con la metáfora futbolera y dice que si el combate al coronavirus era un partido que Uruguay iba ganando 2 a 0, ahora pasó a estar 2 a 1 tras el foco en Treinta y Tres. “Y ojo que no nos empaten y nos den vuelta el partido”, advirtió. 

Para ella todas las medidas de cuidado personal que se pidieron el 13 de marzo tienen que seguir sosteniéndose ahora. La infectóloga cree que la economía debe reactivarse progresivamente como está ocurriendo, pero siempre y cuando los uruguayos respeten los protocolos y sigan las recomendaciones en su vida privada.

De todos modos, aclara que no va a ser para siempre y avizora un horizonte prometedor al que se puede llegar en poco tiempo si las reglas se respetan. Esa meta, según entiende Cardozo, sería pasar un mes sin casos activos.

En la epidemiología, formalmente, se considera que una epidemia llega a su fin luego de que pasan dos períodos máximos de incubación de la enfermedad sin que se registre ningún caso activo. Como en el caso del coronavirus ese período es de 14 días, el gobierno estará en condiciones de declarar el cese de la epidemia luego de que transcurran 28 días con cero casos activos en el país.

“Para poder volver a abrazarnos por miles de razones primero tenemos que tener la epidemia controlada. Tenemos que haber ganado el partido en La Paz. Y eso es un  mes después de llegar a cero casos activos. En ese momento podríamos aflojar las medidas y abrazar a un amigo que tanta falta nos hace”, explicó Cardozo.

Homero Bagnulo, otro infectólogo consultado por El Observador, tiene una postura más empática con los protagonistas del afloje. Cree que es normal una especie de “fatiga del distanciamiento” porque “la gente no tolera” seguir con las mismas medidas todo el tiempo. Sin embargo, llama a hacer un esfuerzo más.

Y mientras repite las recomendaciones a seguir, hace algunas aclaraciones. Por ejemplo, con el uso del tapabocas. Según cree, estas máscaras faciales solamente son útiles en “espacios cerrados y chicos” como el transporte público o la panadería del barrio pero no para andar caminando en la calle o haciendo deporte con ellas. Además cree que cuando se usan, se deben usar bien: con la nariz cubierta y sin acomodarlas todo el tiempo con la mano. 

También entiende que su uso genera una “falsa seguridad” en muchos que, tranquilizados por estar con tapabocas, abrazan y rompen distancias sin problemas. 

Pero en cuanto a los besos y abrazos, Bagnulo es más pesimista que Cardozo. “Este contacto de antes, de saludarse la gente con un beso y de abrazarse, no sé cuándo volveremos a ver eso. Y si volveremos a verlo. Después que pase esto vamos a estar temiendo que aparezca alguna otra cosa”, afirmó.

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