Diego Battiste

Gracias, cianobacterias: nos están avisando que algo está muy mal

Es muy bueno que las cianobacterias hayan llegado a Punta del Este. Deberiamos agradecerles. Nos están avisando que algo está muy mal

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09 de febrero de 2019 a las 08:31

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Qué verano loco, ¿no le parece, vecino? Una mera conversación de kiosco en el enero montevideano. Primero lluvia y frío luego esta bomba de calor, ¡qué disparate!

Y para peor los arroyos se han puesto verdes, el estuario verde y hasta Punta del Este verde. La temporada ya venía floja , y ahora cianobacterias en la propia playa Mansa.

¡Malditas cianobacterias! Y sin embargo, también podemos tener palabras de agradecimiento a las cianobacterias. Por haber venido, y por lo de antes. Lo de mucho, mucho antes.

Hubo una época en que la vida era tan primitiva que apenas consistía en el algoritmo de ADN junto a una sopa de organelos flotando, dentro de una membrana. Son las llamadas células procariotas. Luego vendrían las células eucariotas, como las de nuestro cuerpo más modernas y ordenadas, con un núcleo exclusivo para el ADN. Pero en aquellos tiempos tan antiguos, las bacterias procariotas fagocitaban lo que podían y se sostenían en las charcas. Flotaban muchas en la superficie para captar el calor del sol. Calor es energía, algo siempre necesario para crecer y multiplicarse. En aquel entonces el calor era la única forma de energía que los seres vivos podían captar, hace unos, digamos….2.800 millones de años. 

Hasta que ocurrió una innovación revolucionaria, de la que los humanos dependemos para sobrevivir. Captar energía solar para crecer, capturando carbono y emitiendo oxígeno. Lo que se llama la fotosíntesis aeróbica.

¿Y quién lo hizo? Pues sí, una cianobacteria, que podríamos llamar la madre de todas las cianobacterias y de todas las algas y por qué no, la madre de todas las plantas, la inventora de la fotosíntesis que da oxígeno. La única procariota que  hace fotosíntesis oxigenadora.
Esto fue hace mucho, digamos, unos 2.700 millones de años. ¿Somos capaces de imaginar como será  la Tierra dentro de 2.700 millones de años? Evidentemente no. 

Es muy bueno que las cianobacterias hayan llegado a Punta del Este. Deberíamos agradecerles. Nos están avisando que algo está muy mal.
Como algo estuvo muy mal en aquel entonces para los seres que habitaban la tierra, que no pasaban de bacterias. Porque la innovación fue muy exitosa, tanto que la nube tóxica de oxígeno fue hace 2.500 millones de años letal para la gran mayoría de los seres vivos. Fue la primera de las extinciones masivas, pero que a la vez abrió el camino para que la atmósfera con abundancia de oxígeno diera lugar a formas de vida más complejas. En el presente estamos en el sexto episodio de extinción masiva de especies y no podemos culpar a las cianobacterias de ello, los culpables somos nosotros los Homo sapiens. En aquel entonces, la mayoría de las bacterias pereció intoxicada con oxígeno. Otras sobrevivieron en la profundidad de los suelos y los intestinos, allí donde el oxígeno no llega. Fue el ocaso de ellos, los anaeróbicos, y el comienzo de la era en la que predominamos nosotros, los organismos aeróbicos.

Tenemos más para agradecerles a las cianobacterias porque al empezar a emitir oxígeno no solo permitieron la existencia del reino vegetal y animal sino que empezaron a formar la capa de ozono, esas moléculas de tres oxígenos (O3) que nos protegen de los rayos ultravioletas. Es cierto que hemos perforado y erosionado la capa de ozono. Pero también es cierto que eliminando ciertos compuestos de los procesos industriales hemos logrado revertir ese proceso. Sin ese escudo protector, nuestra vida sería extremadamente difícil. Será una de las dificultades mayores que enfrentaremos si llegamos a colonizar la Luna o Marte.

Luego de las cianobacterias vendrían las células eucariotas, los seres pluricelulares, entre ellos las plantas, que contienen plastos, las unidades fotosintetizadoras, que se considera tienen su origen en cianobacterias. 

Si debemos agradecer a las cianobacterias el haber iniciado el camino de la fotosíntesis, de la generación de oxígeno y de la captura de carbono, también debemos agradecerles su llegada en el presente.

Sin proponérselo, llegan a avisarnos que algo estamos haciendo muy mal. A nivel planetario y a nivel local. Es necesaria una política de aguas, que proteja el borde de los cursos de ríos y arroyos, que reconstituya el monte nativo allí donde falta o ha sido invadido por especies foráneas que están copando los montes como los ligustros y los fresnos. Es necesario repensar la agricultura y la ganadería, de modo que el fósforo y el nitrógeno con el que se fertiliza no termine en los cursos de agua y de modo que las heces de los animales –que son bombas de fósforo– tampoco terminen en el agua. Capturar carbono y retener nitrógeno y fósforo en los suelos. Es por el exceso de fósforo y nitrógeno en las aguas y el calor que las cianobacterias se reproducen sin pausa.

Mientras esto pasó en las costas de Soriano y Colonia, o en el interior en los lagos del Río Negro, a nadie le importó demasiado. Otro aspecto del centralismo uruguayo. Los problemas ambientales realmente pueden gatillar una toma de consciencia generalizada cuando complican de Montevideo al este. Pues bueno, ahora ya sabemos que estamos complicados y que la próxima temporada podemos hacer otro papelón advirtiéndole a los turistas que entrar al agua es un peligro, aún en Punta del Este. Cada verano será más cálido, si no se toman medidas las cianobacterias irán cada vez más lejos, multiplicándose en el agua caliente, tratando de capturar carbono y emitir oxígeno y de avisarnos que algo debe ser reformulado. Fuera de los eslóganes, fuera de  los misticismos naif, con ciencia y sin renunciar a producir lo más que se pueda, pero sabiendo que la revolución verde precisa una versión 2.0 que seguro incluye más monte nativo, más franjas empastadas y terrazas, más praderas intercaladas con los cultivos, más cultivos de protección de los cursos de agua. Y también en las ciudades mucho mejor tratamiento de los residuos cloacales, porque las heces son altamente concentradas en fósforo. 

En Israel no va un solo gramo de heces humanas o de ganado al desperdicio, las humanas van a fertilizar cultivos que no tienen consumo humano como forrajes o flores. Las ciudades son tan culpables como la producción realizada sin ton ni son. Y más que buscar culpables, la urgencia debe ser por buscar soluciones. Porque así, como Uruguay Natural, estamos quedando mal parados, y porque nuestro destino como país es mostrarle al mundo las soluciones para los problemas que tiene. Y en términos ambientales no las estamos mostrando.

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