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Jack Ma y la guerra comercial

Uno de los empresarios más poderosos de China se vio obligado a retirar su promesa de crear un millón de empleos en Estados Unidos debido a la guerra comercial iniciada por Donald Trump
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23 de septiembre de 2018 a las 05:03

ack Ma, el fundador de Alibaba, es uno de los más ricos e icónicos empresarios chinos. Rechazado por Harvard las 10 veces que intentó ingresar en la famosa universidad americana, probó en el campo de batalla que podía construir y dirigir una empresa, que ahora se ha convertido en una de las más grandes de comercio digital. Y es capaz de mirar a los ojos a Amazon, aunque por ahora ambas empresas respetan las áreas geográficas de cada una (ni Alibaba se mete demasiado en Norteamérica ni Amazon se interna en China).
Jack Ma tiene, junto con un patrimonio de US$ 36.000 millones que lo hace el segundo hombre más rico de China, el genio empresarial y unos cuantos toques de sabiduría china. Hace poco, en el World Business Forum de Davos dijo que hace años el quería cambiar el mundo. Y que ahora se daba cuenta que para cambiar el mundo hay que empezar por cambiarse a uno mismo y luego a su empresa. Y aparte de algunas ironías sobre la gran empresa americana Walmart, gigante en comercio de retail físico, reconoció la necesidad de tener contento y motivado a su equipo de trabajo ya que así podría tener contentos a sus clientes. Y reconoció también que el secreto de su éxito se debe a su capacidad de contratar gente más capaz que él. De eso manera, se asegura que el talento en su compañía no queda limitado por sus capacidades.

Jack Ma, como muy buena parte de sus compatriotas, piensa a largo plazo. Y ello le llevó, entre otras cosas, a reunirse con Donald Trump en 2017 y prometer la creación de un millón de empleos en Estados Unidos. Ahora, preocupado por la guerra comercial iniciada por Donald Trump contra China a la que acusa de competencia desleal, Ma ha retirado su promesa. “No hay forma de cumplir la promesa”, declaró el empresario esta semana. “El comercio no es un arma, no puede ser usado en una guerra” dijo con notable sentido común. Ma es un comerciante y cree en los beneficios del libre comercio. De hecho, de ese comercio se han beneficiado tanto China como Estados Unidos, aunque que el señor Trump, que no es un comerciante sino un hombre de negocios dedicado básicamente al rubro inmobiliario, no lo entiende así y ha dispuesto dos rondas de aumento de aranceles a productos provenientes de China. Una ronda por US$ 200.000 millones y otra, más reciente, por US$ 60.000 millones. En ambos casos, los chinos no se quedaron de brazos cruzados y aplicaron medidas equivalentes sobre productos americanos, que no han hecho más que impactar negativamente en el sector agrícola de los Estados Unidos. Para favorecer a su base electoral de votantes de estados con industrias pesadas, Trump está perjudicando a otros sectores. Es lo que ocurre con el proteccionismo, una medida para proteger un sector termina desprotegiendo a otros porque no todos tienen las mismas capacidades competitivas.

Jack Ma ha ido un poco más lejos y ha señalado que los efectos de esta guerra comercial durarán por unos 20 años y tendrán efectos más allá del período en que Trump esté en la Casa Blanca. Para Ma, “si Alibaba no puede mantenerse y crecer, ninguna compañía en China puede crecer”, y ello obligará a empresas chinas a mover sus operaciones de los Estados Unidos a otros países que sean más fiables. En realidad, Jack Ma no dice nada distinto de lo que dicen todos los economistas respecto del libre comercio y de los beneficios para todas las naciones. Y eso queda demostrado en el hecho desde que China entró en la OMC el comercio creció y la pobreza disminuyó.
Es verdad que en este proceso no todos se ajustan inmediatamente y que por ello quedan sectores o industrias que pierden y que deben reconvertirse. Y que esos sectores que sufren los efectos de la libre competencia generan un caldo de cultivo en el que populistas como Trump pueden abrevar para cosechar votos. 
Pero una cosa es buscar soluciones temporales para paliar la situación de poblaciones afectadas y otra muy distinta, y muy dañina por sus efectos de largo plazo y de cambio de las reglas de juego, es elevar muros físicos entre países, poner aranceles y establecer trabas rígidas al libre movimiento de personas. 

Y ahí radica el error conceptual de Trump, que le juega a favor en el corto plazo en forma de votos, pero que va a perjudicar a la economía americana y a la mundial en el mediano y largo plazo.
Lo triste de esta situación es que las medidas proteccionistas provengan del país que más se benefició con la libertad de comercio y que se apliquen a un país que viene de un oscurantista periodo de más de cuatro siglos de clausura al comercio y a toda influencia extranjera. Vivir para ver, dice el refrán. 

 

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