Camilo dos Santos

La deriva de Talvi por mares desconocidos

Renuncia temprana a la Cancillería en busca de un mejor lugar en las trincheras

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11 de junio de 2020 a las 15:13

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La noticia de una inminente renuncia de Ernesto Talvi a la Cancillería corrió como un rayo el miércoles, y provocó desazón en un otoño ya exasperante por otros motivos. ¿Tan pronto empiezan los líos en la nueva coalición de gobierno?

De apartarse tan temprano, el líder del Partido Colorado asume el riesgo de ser percibido como oportunista o inestable.

Más tarde él mismo aclaró que saldría del Ministerio de Relaciones Exteriores de manera “ordenada y progresiva”. Se quiere ir, pero no a los portazos.

Nadie, o casi nadie, espera que la coalición perdure cinco años, pero sí al menos dos o tres. Talvi, un recién llegado a la política partidaria, aceptó un puesto en el gabinete advirtiendo que en algún momento se iría para proseguir sus propios fines: afianzarse como líder de su partido y competir por una candidatura presidencial en 2024.

A él le gustaría desencallar a Uruguay de la navegación de cabotaje y ponerlo en el mundo; pero el Greg Mortimer partió y los mares ahora son procelosos y las oportunidades de negocios muy pocas.

Talvi además está lejos de tener el control completo de su principal respaldo, el Partido Colorado, cuyos cabecillas a veces lo mascan pero no lo tragan. (Ni siquiera se habla con el otro líder principal, Julio Sanguinetti, un viejo zorro de la política, parlamentario brillante y sanguíneo desde 1963, casi seis décadas ya, una suerte de Bartolomé Mitre oriental).

En realidad, no hay nada muy nuevo en estas peripecias, salvo una repetición de lo pasado por todas las coaliciones, en Uruguay y en mundo, hasta su maduración.

Nicolás Garrido
Tabaré Vázquez, José Mujica y Danilo Astori

El Frente Amplio inició su andadura en el gobierno nacional en 2005 con sus principales líderes en el gabinete. Tabaré Vázquez deseaba compromiso y peso político, por lo que sentó en la misma mesa a Danilo Astori, José Mujica, Reinaldo Gargano, Mariano Arana, José Díaz, Héctor Lescano y Marina Arismendi, tras la creación del Mides, además de algunas personas de su confianza personal.

Poco después, en agosto, las diferencias por la ley de presupuesto y las partidas para la enseñanza pública provocaron la renuncia del ministro de Economía, Danilo Astori, junto a su equipo; que más tarde, después de mucho oleaje, fue retirada.

En noviembre de 2005, el canciller Gargano –una “garantía de la vieja izquierda”, como lo llamó Mujica– amagó renunciar si Vázquez y Astori proseguían con su idea de firmar un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos. Ese plan radical de despegue económico, y de reafirmación de independencia frente al acoso argentino por Botnia, se frustró por el veto combinado de Néstor Kirchner, Luiz Inácio Lula Da Silva y, precisamente, los sectores de la “vieja izquierda” que integran el Frente Amplio.

Nicolás Garrido
Tabaré Vázquez junto al canciller de su primer gobierno Reinaldo Gargano en el aniversario del Partido Socialista en 2011

Recién en 2008 Tabaré Vázquez cambió varios ministros, que se lanzaron a la carrera electoral, particularmente Mujica y Astori.

Ahora le toca a Talvi, quien aceptó la Cancillería después de muchas dudas, sentirse igual de prisionero de una trama que no escribe porque, en realidad, es una obra compleja que nadie escribe por sí solo.

Jorge Luis Borges preguntó sobre esas partidas de ajedrez:

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?

Ernesto Talvi, de 63 años, casado con una madrileña y padre de dos hijos, es doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Hijo de Manuel, un judío emigrado de Macedonia, y de Susana, de una familia que arribó a Rivera desde Turquía vía Cuba, es un ejemplo paradigmático de la “meritocracia” de la que Uruguay se ha enorgullecido tantas veces.

Se define políticamente como un “liberal progresista”. Reivindica el primer Batllismo, el de hace más de un siglo; pero no por su propensión al estatismo, sino por sus fines sociales. Los mismos fines por otros medios: la economía de mercado como el mecanismo más dinámico para crear riqueza y distribuirla mejor.

Entre 1997 y 2018 Ernesto Talvi fue líder del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres)

Ernesto Talvi tuvo un alto cargo técnico en el Banco Central del Uruguay a partir de 1990, bajo la conducción de Ramón Díaz, durante el gobierno de Luis Lacalle de Herrera. Como tal fue uno de los ideólogos del plan de estabilización macroeconómica que, entre 1991 y 1998, acabó con casi medio siglo de inflación de dos y tres dígitos.

En julio de 2002 el presidente Jorge Batlle, sacudido por una gigantesca crisis económico-financiera, lo consideró para suceder a Alberto Bensión como ministro de Economía y Finanzas, o bien para presidir el Banco Central. Talvi se negó, pues creía que ese papel debía ser desempeñado por un político; pero esbozó un plan de salida, muy similar al que finalmente se adoptó. Quienes tomaron el hierro candente, con gran suceso, contra todo pronóstico, fueron Alejandro Atchugarry y Julio de Brun.

En agosto de 2018 por fin Talvi se tiró a la piscina política con un nuevo sector: “Ciudadanos”. Obtuvo cierto éxito: ganó la interna del Partido Colorado contra el interminable caudillo Julio Sanguinetti; pero en las elecciones nacionales de octubre de 2019 cosechó sólo 12,34% de los votos emitidos.

Inés Guimaraens
Ernesto Talvi y Julio María Sanguinetti en la casa del Partido Colorado tras las elecciones internas

En realidad, el viejo Partido Colorado, el partido que siempre ganaba, sufre una larguísima decadencia al menos desde 1971. Pero su partición y miniaturización se volvió tragedia desde 2004, al no poder evitar la succión por izquierda del Frente Amplio y por derecha del Partido Nacional.

Talvi es un buen conferencista, como lo demostró entre 1997 y 2018 como líder del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), un think thank liberal y empresarial uruguayo. Tal vez sienta que el Senado puede ser un sitio mejor para ejercitar la independencia de criterio y adquirir más calado político.

Paradójicamente, la salida de Talvi puede acentuar el liderazgo y la figura nacional de Lacalle Pou: un conductor, no solo primus inter pares de una coalición de partidos. Y el presidente volverá a comprobar, como tantos hicieron antes qué él, que liderar es también administrar intereses y vanidades.

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