Armando Sartorotti

La figura del vocero presidencial asoma para el próximo gobierno

Daniel Martínez y Luis Lacalle Pou piensan en la posibilidad de implementar la "voz del gobierno" a partir del 1° de marzo

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14 de octubre de 2019 a las 05:04

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“Cuando habla un presidente, habla un país”. La frase es del francés François Mitterrand, pero quien la inmortalizó al oriente del río Uruguay fue otro presidente: Tabaré Vázquez.  Era octubre de 2009 y, como ahora, el pulso de la campaña subía con vehemencia. El 6 de ese mes el mandatario, que por entonces cerraba su primer período, había celebrado su último Consejo de Ministros abierto.

Acusado de sumarse a la campaña de su partido, Vázquez evitó la confrontación con el entonces candidato del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle. No respondió a las críticas y explicó por qué no se explayaría ante la prensa.  

“Tengo cosas muy importantes para hacer como para entrar en ese juego de palabras”, dijo. “Una vez estaba en París, el presidente era Mitterrand, y no era muy afecto a dar entrevistas de prensa ni a responder los agravios, los ataques”. Un medio francés le consultó al presidente por qué mantenía esa conducta y la respuesta del francés quedó “grabada” en la cabeza de Vázquez: “Porque cuando habla Mitterrand, habla Francia; cuando habla un presidente, habla un país y el presidente no puede entrar más que a decir las cosas que le importan a la gente”.

Camilo Dos Santos

Consciente de ese hecho, Vázquez ha sido un cultor del timing político-comunicacional durante sus dos presidencias , desapareciendo durante largos período en ocasiones y volviendo a la palestra pública cuando se consideraba necesario. Su estilo se puede emparentar más al de Julio María Sanguinetti y Lacalle a grandes rasgos, mientras que a Jorge Batlle y José Mujica los une un atributo de impetuosidad que podía provocar salidas jamás calculadas para sus asesores. Más allá de la comunicación presidencial es evidente que cada uno de esos gobiernos mantuvo diferencias en cuanto a la comunicación institucional y parte de esas distinciones fue obligada por la incorporación de nuevos medios y herramientas.

Sin embargo, lo que han tenido en común todos esos presidentes posdictadura es que ninguno de ellos tuvo un vocero de Presidencia, es decir, alguien que hablara en nombre del gobierno y, particularmente, del presidente. Esa situación puede cambiar a partir del 1° de marzo con un grado razonable de probabilidad. Tanto Daniel Martínez como Luis Lacalle Pou piensan en incorporar la figura del vocero de Presidencia, tal como tienen otros países.

El director de la agencia de comunicación Signo, Iván Kirichenko, distinguió entre dos casos de vocero presidencial. “Por un lado, jerarcas de gobierno que de manera circunstancial son designados como voceros por temas o por eventos -como ocurrió en los dos gobiernos de Tabaré Vázquez- y, por otro, que un integrante de la Presidencia oficie de manera permanente como vocero. En este último caso podría ser el número uno o número dos de la comunicación presidencial”.

Diego Battiste

La comunicación de gobierno ha sido un talón de Aquiles de esta administración –más allá de aciertos puntuales–, según reconocen tirios y troyanos. Sin embargo, comunicar mal desde el Poder Ejecutivo no es un hecho que se le pueda achacar solo a este gobierno, sino que es posible encontrar ejemplos en cada uno de las administraciones que lo precedieron.  

Por eso los dos candidatos con más chances de ser el próximo presidente, según todas las encuestas, entienden que es necesario profesionalizar la comunicación desde el Ejecutivo, aunque aún no delinearon la idea en detalle y es algo que harán en caso de salir victoriosos en noviembre.

En el ciclo de entrevistas Desde Redacción, que hizo El Observador con los prencadidatos para la elección interna, Lacalle Pou contó la idea  y señaló que era para evitar “ruidos” en la comunicación. Dijo, incluso, que ya pensaba en un nombre aunque se lo reservó.

Fuentes del comando nacionalista manifestaron que el objetivo es que haya “una voz oficial” del gobierno que pueda comunicar la información sobre Presidencia y pusieron como ejemplo el trabajo que hace Raúl Oxandabarat en la Suprema Corte de Justicia.

En tanto, desde el comando de Martínez dijeron a El Observador que la posibilidad de contar con un vocero es “algo que siempre estuvo arriba de la mesa”, pero que no es algo que se vaya a definir en este momento. En tal caso se decidiría durante la transición. “Puede ser el rol del director de la Secretaría de Comunicación como no”, dijo una de las fuentes consultadas.

Diego Battiste

Por ejemplo, el actual director de la Secretaría de Comunicación de Presidencia, José Luis Veiga, es el responsable de los contenidos que se suben a la página web, entre otras tareas, pero jamás ha oficiado como vocero del presidente y ciertamente nunca encabezó una conferencia de prensa.

Además de la profesionalización de una cuestión tan sensible para cualquier organización, existen buenas razones para pensar en la figura de un enlace con el rol de comunicar. “Contar con un vocero que no sea el presidente tiene siempre ventajas, como evitar su sobreexposición y ser más selectivo y estratégico en sus apariciones y asuntos con los cuales se conecta”,  dijo Kirichenko.

Y eso es, en efecto, es lo que hicieron países como Chile o Estados Unidos. Este último existe una larga tradición de voceros en la Casa Blanca que en ocasiones son quienes ponen la cara a la hora de contar malas noticias. Sin embargo, para Kirichenko, este modelo “no parece ser una buena elección para Uruguay” porque “son países con escalas demasiado diferentes” desde el punto de vista cultural e idiosincrático.

“Los uruguayos practicamos y hacemos causa de la cercanía y de la accesibilidad de los ciudadanos a los gobernantes. Una figura de vocero presidencial, si bien fortalecería una imagen profesional de gobierno, creo que no sería demasiado bien recibida. Por otra parte, el vocero presidencial es muy eficiente para los periodistas y medios en escenarios de altísima actividad y demanda, como sin dudas lo es la Casa Blanca. En nuestra escala, todavía podemos manejarnos -y creo es sano- manteniendo la calidez y la cercanía en los vínculos e imágenes”, dijo el especialista.

Aunque una figura de este tipo puede actuar circunstancialmente como un fusible, Kirichenko entiende que “jamás” podrá funcionar como “un sustituto” porque “hay casos en los que solo el presidente debe hablar”. Y como decía Mitterand: en esos casos habla el país.

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