La fiesta del rock and roll está por llegar a su fin: ¿quién será el último en apagar la luz?

Diez años después del momento cumbre en la carrera de Steinhardt, Cinderella ayudó a imponer a nivel masivo un sonido surgido en los años de 1960 y que en la década de 1980 encontró reconocimiento universal. Jeff LaBar fue guitarrista de ese grupo de heavy metal, y falleció el miércoles 14 de julio a los 58 años de edad en su apartamento de Nashville, ciudad donde vivía desde 2004. No se dieron a conocer las causas del deceso. Por lo visto, no todas los músicos que han triunfado residen en algún barrio costoso de Los Ángeles, en mansiones con piscina y garaje para tres autos. En 1986 LaBar participó de la grabación de Night Songs, musicalmente uno de los mejores álbumes de la discografía del heavy metal, el cual vendió millones de copias y contiene Nobody’s Fool (el solo de guitarra es de LaBar) una de las primeras y muy pocas canciones de ese género musical que consiguió entrar al top 20 de la lista de Billboard 200. Dos años después, el grupo grabó su segundo álbum, Long Cold Winter, que incluye Coming Home y Don’t Know What You Got (Till It’s Gone), los que también entraron a la lista de los 20 principales en ventas. Long Cold Winter tuvo ventas millonarias, lo mismo que el siguiente, Heartbreak Station, de 1990. Las bajas ventas del cuarto álbum, Still Climbing, de 1994, un fracaso absoluto en comparación con el éxito de los tres primeros, marcó el final creativo del grupo. Desde entonces no volvió a grabar, y nada indica que el fénix vaya a renacer. 

A quienes tuvimos la fortuna de poder vivirla, ya sea como protagonistas o espectadores comprometidos, la era del rock –cinco décadas de plenitud emocional y somática– fue algo así como el espejo donde la vida iba a verse cada vez que quería sentirse mejor. Por lo tanto, constatar ahora que comienza a quedar despoblada, o con sus figuras principales entrando en la etapa final de la existencia, es algo parecido a recibir una sobredosis de nostalgia por anticipado. De pronto, la vida pasa factura y en un santiamén la juventud queda definitivamente atrás. Se convierte en la gran utopía concluida, en un tiempo imposible de rebobinar. Aunque el calendario y ciertos momentos de pasajera intensidad puedan hacer pensar en un fulgor juvenil recobrado, una posdata a máxima velocidad, todo no es más que una fenomenal ilusión. Cuando la vejez llega, se hace notar de la peor forma: con dificultades para hacer que el cuerpo responda a las órdenes de la mente, con notorio deterioro físico, y dolores que se pueden hacer intolerables. Si bien nadie escapa a este panorama, no deja de sorprender cuando la víctima es una estrella de rock and roll, la cual en el escenario representó la imagen de la eterna juventud, tocando en vivo canciones que la hicieron famosa hace 30 o 40 años, como si no hubiera pasado un día entre ese tiempo y el presente. Aunque, apenas el cuerpo vuelve a la realidad, lejos de los reflectores y de los aplausos, la soledad del dolor se hace presente de igual forma que en cualquier otro mortal. 

Sin embargo, hay quienes, con la ayuda de la suerte y de la genética (hay cuerpos afortunados), resisten y tratan de mantener la senectud lo más alejada posible, y con sus intentos convertirla en vejentud. En la misma semana que me enteré de las muertes de Steinhardt y de LaBar, otras dos imágenes me llamaron la atención, y se volvieron algo así como un antídoto pasajero contra la nostalgia. En una foto hecha pública el lunes pasado, y que puede considerarse rarísima, teniendo en cuenta que el cantante ha sido un férreo defensor de su privacidad familiar, aparecían Mick Jagger, de 77 años de edad, con su mujer, la bailarina clásica Melanie Hamrick, de 34, y el hijo de ambos, Deveraux, de 4. Hamrick posteó la foto en Instagram el 17 de julio, día de su cumpleaños, con el mensaje: “Sintiendo hoy todo el amor. Gracias a todos por los maravillosos mensajes”. La pareja está junta desde 2014 y el año pasado Jagger le regaló una casa en la playa de Sarasota, Florida, que costó US$ 1,98 millones. El viejito se está portando bien, haciendo todos los deberes. Si la edad quedara sin ser mencionada, nadie podría pensar que el cantante de los Rolling Stones va camino a integrar el club de los octogenarios aún en actividad, pues no dio ni la mínima señal de que planee jubilarse a la brevedad. Tampoco eso figura en los planes de Rod Stewart, de 76 años.

El lunes pasado se dio a conocer una foto reciente de los tres integrantes sobrevivientes del supergrupo Faces, Ron Wood, Kenney Jones y Stewart, la cual venía acompañada de la noticia de que el trío se ha reunido y grabado nuevas canciones que serán parte de un álbum próximo. La banda se formó en 1969, y además de los tres citados la integraban Ronnie Lane (1946-1997) y Ian McLagan (1945-2014). El último álbum que grabaron fue Ooh La La, en 1973, dos años antes de separarse. Desde 2012 forman parte del Rock & Roll Hall of Fame. Wood, 74, guitarrista de los Rolling Stones, informó que además está trabajando con Jagger en la edición aniversario del álbum de Tattoo You, que salió a la venta hace 40 años, el 24 de agosto de 1981. La edición conmemorativa incluirá versiones nuevas basadas en melodías antiguas. Lo mismo que la original, debería ser declarada patrimonio universal de la humanidad.

Considerando que parte esencial de su arte y de su negocio ha sido vender con persistencia la imagen de la eterna juventud, resulta difícil asociar a las estrellas de rock a la vejez y al sufrimiento físico, ocasionado por un cóctel letal de enfermedades difíciles de tratar –artritis reumatoide y colitis ulcerosa–, como el que debió beberse Glen Frey, uno de los fundadores y voces principales de The Eagles (muerto a los 67 años), o por un enfisema pulmonar, una cadera fracturada y un corazón debilitado, dolencias que en sus últimos días de vida le impidieron a Tom Petty tener una percepción lúcida de la realidad. Tenía 66 años de edad al morir en 2017. En ambos músicos, lo mismo que en los otros dos mencionados al principio, la energía creativa era la de un muchacho de veintipico que a diario se pregunta qué va a ser cuando sea grande. Pero, tal como bien sabemos, pues en estos asuntos la existencia nivela a todos por igual, la mente suele decir una cosa y el cuerpo otra. Claro está, como en todo en esta vida, no hay que generalizar. Bob Dylan cumplió 80 años de edad el pasado 26 de mayo y dice sentirse mejor que nunca, aunque, como también sabemos, los artistas suelen exagerar.