La pelea del Pato Sosa y Martinuccio y la directiva que no se tenía fe: a 10 años de la remontada perfecta de Peñarol

Y aquel Campeonato Uruguayo 2009-10 había empezado de la peor manera. El Torneo Apertura que comenzó en 2009 se jugó primero con Julio Ribas como entrenador –quien había sustituido muy pocos días antes del inicio a Mario Saralegui que fue el que empezó el año– y a él a su vez lo sustituyó Víctor Púa a mediados de setiembre de esa temporada.

El equipo se tambaleaba de un lado a otro y terminó quinto el certamen, a 10 puntos de Nacional, el campeón, que dirigía Eduardo Acevedo.

Púa, por entonces coordinador de juveniles, intentó dar una mano, pero no pudo. Había que tomar una decisión drástica para intentar ganar el Clausura. No había otra. La Tabla Anual era una quimera con esos 10 puntos de diferencia.

Pero el presidente aurinegro de entonces, Juan Pedro Damiani, recordó para Referí una anécdota de aquellos tiempos.

“Diego Aguirre vivía enfrente a mi casa. Yo venía de correr, estábamos en diciembre de 2009 y me gritó desde el balcón: “Juan, vení a tomar un café”. Yo, vestido de cortos. Nos tomamos un café y me dijo: ‘¿Querés ser campeón?’. ‘¡Obvio!’, le dije. Habíamos quedado a 10 puntos del primero que era Nacional en el Apertura. ‘Contratame que somos campeones’. Y bueno, ahí empezó todo, en una charla franca”.

Aparte de vecinos, ambos se conocían muy bien. Fue el propio Damiani quien lo llevó en 2003 al club pese a que por entonces era neutral de la AUF.

“A mí por un lado me encantó eso (la piña del Pato Sosa a Martinuccio), pero Diego dejó afuera al Pato porque era un tema de disciplina. A mí me encantó porque marcaba el carácter del grupo", dijo Damiani

“Pero hay otra anécdota fantástica de cuando terminaba 2009. Después que lo contratamos, estábamos cerca de las fiestas y nos sentamos los dos a charlar en un banquito que había en la calle frente a nuestras casas, y nos sentíamos unos desgraciados, porque todos se iban de vacaciones, menos nosotros. Nos miramos y le dije: ‘¿Te das cuenta? ¡Todos se van de vacaciones y nosotros estamos acá y tenemos un laburo bárbaro por delante!’. Lástima que ese banquito ya no está. El técnico de Nacional era (Eduardo) Acevedo y le hacían notas de todos colores. Mirá que tengo la mejor con Acevedo. Pero nosotros parecíamos el patito feo. Hicimos una remontada espectacular para ganar aquel título”, recordó Damiani.

Diego Aguirre llegó y realizó algunos cambios de entrada. Sacó del plantel a un histórico como Gonzalo De los Santos. No lo iba a tener en cuenta. Y fue fundamental para pedir a dos jugadores que le cambiarían la cara al equipo en los segundos seis meses de aquel campeonato: pidió primero a Jonathan Urretaviscaya –a quien había dirigido en la selección sub 20– y luego a Egidio Arévalo Ríos al que fue muy difícil traer.

Así lo rememoró Aguirre para Referí: “Yo los pedí a los dos. El Cacha hacía siete meses que no jugaba y lo supimos potenciar. Su despliegue hizo que tuviera el espaldarazo necesario para llegar al Mundial de Sudáfrica 2010”.

“Me dijo Diego: ‘Voy a traer a Arévalo Ríos’. Y le pregunté: ‘¿Pero todavía sigue jugando?’, contó Damiani que le contestó.

Egidio había jugado tres partidos con Uruguay, pero hacía tres años que no era tenido en cuenta por el Maestro Tabárez. Aquellos meses, fueron decisivos en su carrera.

También llegaron al club Marcelo “Pato” Sosa, Silvio Bosco Frontán y el arquero Ernesto Hernández.

La institución inició el famoso 2x1 en la Tribuna Colombes para intentar llevar más gente y fue todo un suceso que claro, fue acompañado debido a los buenos resultados.

“Me lo sugirió un amigo mío que no es del fútbol, pero es hincha de Peñarol, el Cr. Diego Pozzi, uno de los tipos que más saben de mercado financiero en este país. Eso fue un golazo”, dijo Damiani.

La incertidumbre era tal, que Aguirre contó una anécdota que pinta claramente lo que era el momento en el club.

“Cuando fui a arreglar, hicimos una reunión con todos los dirigentes en casa del Pampa Campomar. ‘¿Cuál es el objetivo que tienen conmigo? ¿Con qué estarían conformes?’, les pregunté. Ni uno me dijo ‘tenemos que salir campeones’. Solo atinaron a decir, ‘nos conformamos con ir a la Libertadores’. Y yo les pregunté: ‘¿¡Ninguno me dijo que hay que salir campeones!?’. Allí sí dijeron todos: ‘¡Ah!, eso sería fabuloso’”, sostuvo el entrenador.

Además, recuerda que amigos y allegados al fútbol le decían: “’No, no arregles que Peñarol es un lio bárbaro’. ‘¿Y qué pasa si gano?’, le respondía yo. ‘Pero vas 10 puntos abajo, no tenés chance’, insistían”.

Un inicio a las piñas

Claro que todo comenzó de la peor manera. En el inicio de la pretemporada, el Pato Sosa le pegó una trompada al argentino Alejandro Martinuccio y este atravesó un vidrio sin lastimarse. Aguirre separó al primero del plantel y al segundo, lo puso en el banco en el debut del Clausura ante Wanderers.

Damiani explicó este problema de vestuario: “A mí por un lado me encantó eso, pero Diego dejó afuera al Pato porque era un tema de disciplina. A mí me encantó porque marcaba el carácter del grupo. Recuerdo que me iba para Punta del Este y me llamaron para contármelo. ‘¿Otro quilombo más?’, pregunté, porque la verdad que en ese momento fue difícil ordenar todo. Pero ahí empezamos a enderezar el barco”.

Más allá de aquella determinación que tomó como técnico, hoy con el tiempo, el pensamiento de Aguirre va por el mismo camino que el del expresidente: “Hay cosas que no están en los libros o cursos de entrenador, que no te lo enseñan, pero aquel lío le hizo bien a Martinuccio. Lo hizo como despertar”.

Martinuccio había llegado seis meses antes, pero su nivel era mediocre. Sin embargo, en el Clausura fue determinante.

El capitán era Antonio Pacheco, quien había vuelto en el Apertura 2007 y que terminaría siendo el goleador de ese Clausura con 14 tantos y del Uruguayo con 23.

“Formamos un equipo en el que cada uno asimiló lo que debía hacer en la cancha para ayudar al compañero y que tomó cada partido como una final para que pudiéramos ir concretando paso a paso, cada triunfo, para logar ese torneo invictos con casi la totalidad de los puntos”, indicó Pacheco a Referí.

“Pacheco la rompió. Fue espectacular, totalmente desequilibrante”, comentó el entrenador.

Para Damiani fue “un año intenso” porque falleció su madre Gladys. Por esos días, Peñarol enfrentaba a Cerro. Se realizó un minuto de silencio, se jugó el encuentro y ganó en la hora con un gol de Martinuccio. “No fui a ese partido, pero la campaña era ganar, ganar y ganar. El equipo era una máquina. Fue una campaña excepcional”.

Para Pacheco, lo que los hizo diferentes fue que se unieron en pos de lograr el objetivo.

“Hubo charlas constantemente en aquella época. Ante cada desafío, tratábamos de exponer lo que cada uno sentía y se pudo dar con una coronación y una diferencia importante”, dijo.

Para Damiani, “Diego tiene esas cosas. Reflotó a Martinuccio y le dio un cambio sustancial al equipo con los refuerzos y con su forma de jugar, potenciando a los más jóvenes”.

“Aquella derrota (ante Nacional) fue tremenda, pero nos vino bien, nos creíamos que éramos invencibles”, dijo Aguirre

Aguirre dice que más de un jugador tuvo “su revancha y pudo mostrar lo que era”, siendo fundamental para el futuro de sus carreras. Algunos de esos ejemplos, además del de Martiunuccio, fueron los de Guillermo Rodríguez, quien se fue luego a Italia y Arévalo Ríos. Pero también, “Orteman había jugado poco y fue tremendo. Era el mismo cuadro que había quedado 10 puntos abajo en el Apertura, con dos titulares nuevos”.

Ruben “Pollo” Olivera andaba bien, pero el equipo voló y tuvo pocas chances de jugar.

Gastón Ramírez era para Damiani “la primera joya de la fábrica Púa que después fue de Ahuntchain”. Recuerda una charla con Aguirre: “Diego me dijo, ‘este es crack-crack’”. Es un jugador espectacular. Pensé que iba a trascender más de lo que trascendió, aunque ya lleva 10 años en Europa. Tony (Pacheco) la rompió en ese campeonato. Fue el mejor Tony desde la vuelta. Diego tiene esa cuestión de sacar lo máximo de cada uno. El Vasquito Aguirregaray me acuerdo también que jugó muy bien. Orteman estuvo en su máximo nivel. Teníamos un gran equipo”.

Más allá de esa opinión de Damiani, Pacheco dice que no fue su mejor año en el club. “Fue una temporada espectacular, pero por suerte, tuve muchas en el club y torneos obtenidos. En 1999 ganamos un torneo fabuloso, también el quinquenio en 1997 fue tremendo”.

“Peñarol fue una aplanadora, espectacular”, dijo Aguirre. El capitán piensa que estaban “muy concientizados” en poder lograr dar vuelta la diferencia y después tener la posibilidad de ir a las finales contra el rival eterno.

Damiani tiene un gratísimo recuerdo de ese título: “Fue un campeonato mágico, Peñarol era una máquina. Tengo recuerdos increíbles. Cuando uno está convencido de las cosas, se hacen, es más fácil. Estábamos todos muy convencidos”.

El título del Clausura se había dado ante Fénix a falta de tres fechas, aunque todos recuerdan el partido en Jardines ante Danubio bajo un diluvio y en el que el aurinegro consiguió la Tabla Anual. El Chino Recoba –quien jugó un partidazo– abrió la cuenta para el local, pero Gastón Ramírez –con un golazo de 35 metros que rompió la red– y Diego Alonso, lo dieron vuelta. Sebastián Sosa fue decisivo con sus atajadas esa tarde.

“Nos salía todo redondo, era increíble”, dice Damiani. Y Aguirre agrega: “Ya éramos campeones contra Danubio, se había generado mentalidad ganadora y teníamos el desafío de llegar a ese récord de puntos que nunca se había alcanzado en un torneo corto y terminar invictos, por eso en el último partido antes de las finales, cuando le ganamos a Atenas en los minutos de adición, grité el gol con todas mis fuerzas”.

Nacional lo paró en seco a este gran equipo en la semifinal del Uruguayo. Porque Peñarol venía de un gran torneo en el que había conseguido 43 puntos de 45 ganándole a todos menos al tricolor. La Anual era manya, entonces los de Acevedo estaban obligados a ganar para que su rival no fuera campeón. Y ganaron muy bien.

Pacheco está de acuerdo. “Ellos jugaron mejor, no nos dejamos estar. Nos ganaron bien y tuvimos fortaleza anímica de revertir enseguida porque no es fácil recibir un revés así después de lo que habíamos hecho. Fue lo que pasó, ganamos el segundo y empatamos el tercero para ser campeones”.

“Perdimos el primer partido, ganamos 1-0 el segundo con un gol de Pacheco y con el gol del Vasquito logramos romper la sequía en el tercero. Fue una emoción muy, muy grande para nosotros”, recordó Damiani.

Según explicó Aguirre, “aquella derrota fue tremenda, pero nos vino bien, nos creíamos que éramos invencibles”.

Pacheco hizo un gol clásico de cabeza, el único de su carrera. “Sí, no era normal que hiciera goles así, y menos en un clásico. Solo la tuve que empujar, me ubiqué bien entre los zagueros, porque fue una tremenda jugada de Martinuccio. En la otra final, el Vasquito hizo un golazo con una fuerza impresionante”.

Para Damiani “fue uno de los recuerdos más lindos que me han quedado como presidente de Peñarol porque era empezar lo que nosotros visualizábamos, como que se empezaban a ver los frutos".

“Todos nos sentimos importantes. Eso es lo más lindo cuando suceden estas cosas. A veces ganás y no pasa esto. A veces perdés y pasa. Resalto aquel equipo de jugadores que se unificaron en pos de dar vuelta un campeonato que parecía imposible”, dijo Pacheco.

Así comenzó el binomio Aguirre-Damiani, como lo recordó el propio dirigente a Referí. “Ese fue el inicio y la base para lo que sería el plantel que llegaría a la final de la Libertadores al año siguiente”.

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