La revista británica The Economist señala a Alemania como el enfermo de Europa

Para graficarlo, utilizó una vieja metáfora médica que en términos periodísticos resulta un veredicto devastador: “Alemania es el enfermo de Europa”. El artículo también subraya que la época de oro fue con el canciller del Partido Socialdemócrata de Alemania, Gerhard Schröder, quien gobernó desde 1998 hasta 2005 y que luego le dejó la plaza de mando a Angela Merkel, presidenta de la formación de centro Unión Demócrata Cristiana, que gobernó hasta diciembre de 2021.

En un cuarto de siglo, Alemania ya reunificada tuvo sólo dos cancilleres que estuvieron al frente de una recuperación notable de la economía. En el mundo de los economistas europeos se dice que el Banco Central Europeo (BCE), creado en 1998, fue un invento alemán que pudo tener presidentes de Países Bajos, Francia e Italia.

En efecto, el primer jefe del BCE fue el economista Wim Duisenberg, el segundo fue el francés Jean Claude Trichet, luego fue el turno del italiano Mario Draghi y, en la actualidad, el timón de esa entidad bancaria desde noviembre de 2019 está en manos de la francesa y ex titular del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde.

Lo cierto es que las tasas de interés del BCE llegaron a su máximo histórico, 3,75%, una cifra que sólo duró siete meses entre octubre de 2000 y mayo de 2001. Eso explica parte de la recesión no sólo de Alemania sino de la Eurozona.

La Reserva Federal de los Estados Unidos tiene tasas aún más altas, sobrepasó el 5% cuando llegó a tener tasas negativas. El Banco de Inglaterra corre por el mismo sendero y en la actualidad la tasa asciende al 4%.

El disloque de los precios de la energía tras el comienzo de la guerra de Ucrania desató una inflación en los países desarrollados que amenazó con convertirse en una espiral imposible de frenar, salvo con medidas ortodoxas. Y uno de los primeros instrumentos a mano para ello es enfriar la economía vía el aumento del precio del dinero, que no es otra cosa que el aumento de las tasas de interés.

Alemania fue probablemente el país más perjudicado por las sanciones a Rusia tras la invasión. Fue la canciller Angela Merkel quien potenció el aumento de la compra del gas barato proveniente de Rusia. Antes de eso, para neutralizar los reclamos de buena parte de la sociedad alemana, en especial de los Verdes, para terminar con la energía atómica. Buena parte de las empresas de energía nuclear alemana se mudaron a Polonia y Hungría, las otras se reconvirtieron.

El resultado fue que Alemania se volvió rusodependiente. Y la invasión a Ucrania no le dio tiempo para una reconversión. A eso se suma otro factor geopolítico de primera magnitud como es el crecimiento de China, segunda potencia económica mundial cuyos productos de alta tecnología ya son de la misma calidad que los estadounidenses, alemanes o japoneses y que tienen precios más bajos. Las empresas chinas, en estos meses de recesión –especialmente desde principios de 2023, que terminaron con las restricciones del Covid-19– aumentaron su presencia tanto en el comercio como en la inversión directa en la Eurozona.

El artículo de The Economist, citado por la agencia de noticias alemana Deutsche Welle (DW), dice que con la socialdemocracia y el gobierno de Gerhard Schröder, Alemania era “la superestrella económica”. El semanario londinense cumplirá en setiembre 180 años y es considerado uno de los medios de mayor seriedad en los temas económicos.

Ahora, para ese medio británico, Alemania es “el enfermo de Europa” que no muestra recuperación, ya que cuando la economía se contrae dos trimestres consecutivos se habla de “recesión técnica”.

Todos los indicadores importantes alemanes apuntan hacia abajo, sobre todo el llamado Índice de Clima Empresarial del Instituto IFO, de la Universidad de Múnich. En julio cayó por tercer mes consecutivo. Unos 9.000 directivos encuestados calificaron como “peor” tanto la situación actual de sus empresas como las perspectivas para los próximos seis meses. “La situación en la economía alemana se está volviendo más oscura”, fue la conclusión del jefe de IFO, Clemens Fuest.

El retroceso en los números de la economía y en la expectativa de los inversores, según la DW, “no ayudan a disipar las dudas” sobre el estado de la economía alemana, afectada por la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente subida de los precios de la energía. El país “podría terminar el año en números rojos, en la cola de los países de la eurozona”, en materia de evolución del Producto Bruto Interno (PBI).

El gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz sigue previendo un crecimiento del PBI del 0,4% anual, pero el estancamiento del primer semestre hace lejano ese aumento. 

Para tener dimensión del impacto que produce en el viejo continente la caída económica de Alemania, vale consignar que es el país con el mayor PBI nominal de Europa, con U$S 4.310.000; seguida por Gran Bretaña –que está fuera de la Eurozona tras el Brexit–, con U$S 3.160.000, y en tercer lugar viene Francia, con U$S 2.920.000. El cuarto puesto lo tiene Italia, con U$S 2.170.000.

Las cuatro locomotoras de la economía europea están sufriendo una crisis que se potenció con el costo de la energía tras la invasión de Rusia a Ucrania y que ya lleva más de 17 meses.