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Lacalle Herrera: la influencia del abuelo, los blancos al poder y los "tipos de alto nivel" en su gobierno

Presidentes e intelectuales: las mentes que dejaron huella en los líderes uruguayos
6 de diciembre 2023 - 5:00hs

Los blancos... "son estos romanticones. ¿Viste? Me voy con Aparicio y la muerte y todo... Cuando la salida de la dictadura, me acuerdo que el doctor Abdala, Don Alberto, dijo: 'Bueno, los blancos se quedan con sus principios y nosotros con el poder’".

Luis Alberto Lacalle Herrera reconoce que así se suele ver al Partido Nacional. El partido blanco al que su familia, los Herrera, llevan vinculados desde su tatarabuelo Luis de Herrera y Basavilbaso (1806-1869), su bisabuelo Juan José de Herrera (1832-1898) y su abuelo Luis Alberto de Herrera (1873-1959).

Lacalle Herrera con su abuelo Luis Alberto de Herrera

Luis Alberto de Herrera –político, periodista, historiador– escribió 32 libros, y según su nieto es "el caso de un doctor caudillo popular y de un intelectual de alto nivel" donde conviven "de manera ideal, esa condición de las dos cosas".

Además, en un Uruguay de "fascinación francesa", Herrera tuvo una formación anglicana y una preferencia por el pensamiento anglosajón. "Elaboró un pensamiento que es más bien del lado de Edmund Burke", recuerda su nieto.

Por la influencia que sigue teniendo Herrera en el Partido Nacional –el Herrerismo es uno de sus principales sectores– se puede ver allí una clave de la preponderancia de la "realidad" por encima de las "ideas abstractas".

Dice Lacalle en entrevista con El Observador:

El pensamiento francés es más de las ideas abstractas, de las grandes ideas. El pensamiento político inglés y norteamericano es más concreto, tocando la realidad. Y en eso es donde Herrera sigue siendo una inspiración. La realidad es la materia prima del dirigente político y la materia prima esa se puede conocer de dos maneras a través de los técnicos, que son muy necesarios, pero también tocándola e vinculándose, humanizando la visión política.

Inés Guimaraens Luis Alberto Lacalle Herrera como presidente saliente del Herrerismo en el congreso del sector este domingo 3 de diciembre

La importancia de la "emoción" entre los blancos también responde a un dato claro: "es natural por un partido que tuvo 93 años fuera del poder".

Es ahí donde empieza la romantización de la derrota, la "pura emoción que es muy linda y muy cierta", pero también la idea de que el poder es de los colorados.

"Vamos a Masoller, donde no solo mataron a (Aparicio) Saravia, sino que perdimos la revolución y nunca vamos a Tres Árboles donde ganamos", explica Lacalle.

Después de una larga racha del Partido Colorado, el Partido Nacional ganó dos elecciones seguidas –1958 y 1962–, pero eran tiempos de colegiado en el Poder Ejecutivo. Así que el primer presidente blanco desde 1865 fue Lacalle Herrera.

"Lo que nosotros modestamente procuramos, y creo que en cierto sentido logramos, fue devolverle al Partido Nacional la vocación de poder. Nosotros logramos en el '89 transmitir la sensación de que podíamos", dice Lacalle.

Luis Alberto Lacalle el día de su asunción como presidente de la República el 1° de marzo de 1990

Además, "me queda mal a mí, pero no fui yo, fue un equipo, en el gobierno 90-95 mostramos las tres cosas: se puede ganar, hay gente para gobernar y se gobierna bien. Creo que eso sirvió para remontar esa idea de que los blancos son loquitos. Es un poco el pensamiento que a veces se pretende vender del lado de (Julio María) Sanguinetti y de la dirigencia política", sostiene quien fue presidente entre 1990-1995, y es padre del hoy mandatario Luis Lacalle Pou (2020 -actualidad).

¿El partido de la emoción?

Justamente, cuando se piensa en Lacalle Pou y en alguien clave en sus campañas electorales (2014 y 2019) y en su gobierno, aparece el nombre de Pablo da Silveira, actual ministro de Educación y Cultura y doctor en Filosofía por la Universidad de Lovaina (Bélgica).

Lacalle Herrera lo destaca entre la "gente de pensamiento de alto nivel" que tiene el Partido Nacional actualmente.

Da Silveira escribió un trabajo titulado Mente libre, inteligencia gorda(en referencia a la frase Aire libre y carne gorda, de uso extendido en los campamentos blancos de las revoluciones saravistas), en el que cuestiona "la visión colorada de la historia" que concede al Partido Colorado el "cuasi‐monopolio de la razón, la inteligencia y la capacidad de construir instituciones".

Para el ministro, ya desde el primer presidente blanco (y segundo presidente constitucional del Uruguay), Manuel Oribe, se ven "dos rasgos que se repetirían en posteriores administraciones del Partido Nacional". Se trata de "la preocupación por generar conocimiento que permitiera mejorar la calidad de las decisiones" y "la preocupación por racionalizar y modernizar el funcionamiento del Estado"

Carlos Pazos

En entrevista con El Observador, da Silveira añade que "contra lo que la gente cree, hay una tradición en el Partido Nacional de gobernantes que buscan el apoyo de los intelectuales".

Los intelectuales de Lacalle Herrera

"Estuvimos rodeados de gente de muy alto nivel de pensamiento, ocupando cargos o aconsejando, aproximando", asegura el expresidente.

Tanto el actual ministro, como el propio Lacalle Herrera, ante la consulta de qué intelectuales rodeaban a este último durante su presidencia, nombran primero a Antonio Mercader (1944-2019).

"Era un tipo muy culto y muy formado intelectualmente, formaba parte del núcleo íntimo de Lacalle Herrera", dice da Silveira.

Mercader, abogado y periodista, fue ministro de Educación y Cultura con Lacalle y también entre 2000 y 2002 mientras duró la coalición entre blancos y colorados en la presidencia de Jorge Batlle. 

Casacuberta Antonio Mercader fue uno de los fundadores de la carrera de Comunicación en la Universidad de la República e integró el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho

Cuando murió, en enero de 2019, El Observador le dedicó un editorial llamado Un verdadero intelectual:

Con su accionar demostró a los nacionalistas que la cultura es parte fundamental del quehacer nacional y que participar activamente de sus expresiones, discusiones y sensibilidad es parte fundamental de la construcción de las naciones. Nunca quiso ceder ese espacio al monopolio de nadie y peleó con las armas de su pensamiento y su pluma para defender ese lugar tan sagrado. En ese sentido su inteligencia y reflexiones siempre cultas y en la vanguardia del pensamiento moderno fueron un faro cuya luz no siempre fue entendida incluso en su propio partido.

Lacalle Herrera nombra también a "tipos de alto nivel" como Héctor Gros Espiell (1926-2009), que fue canciller en su gobierno. "Aparte de ser ministro, una labor intelectual impresionante, impresionante, pero yo no sé cómo tenía tiempo para escribir", cuenta.

Gros Espiell fue catedrático grado 5 de la Facultad de Derecho en la Universidad de la República y presidió la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ganó el premio Morosoli de Oro en 2002.

Fundación Lolita Rubial Héctor Gros Espiell luego de recibir el Morosoli de Oro en 2002

Otro "intelectual de primer nivel" que tuvo Lacalle en su gabinete fue Mariano Brito (1930-2014). Brito fue ministro de Defensa entre 1990 y 1993 cuando tuvo que dejar su cargo por una crisis de espionaje interno en las Fuerzas Armadas. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, fue también profesor en Derecho Administrativo y el primer rector de la Universidad de Montevideo entre 1997 y 2009.

Página web de la Universidad de Montevideo Mariano Brito fue desde 1997 hasta 2009 el primer rector de la Universidad de Montevideo

Daniel Hugo Martins (1927-2016) fue el sucesor de Brito en el ministerio de Defensa (1993-1995) y otro intelectual, según Lacalle. "Los dos grandes temas" de Martins son "la teoría de los gobiernos municipales" y el "Derecho Administrativo", del que es una de las "cumbres", continúa el expresidente.

Durante el segundo colegiado blanco, había sido ministro de Hacienda (1964-1965). Pero incluso con Lacalle, antes de ser ministro de Defensa, fue también vicepresidente del Banco Central (1991- 1993) y por unos días, en febrero de 1995, ministro de Economía y Finanzas

Ignacio de Posadas fue quien estuvo a la cabeza del ministerio de Economía y Finanzas desde 1992 hasta 1995, en reemplazo de Enrique Braga (1990-1992). Es el segundo intelectual que se le viene a la cabeza a Lacalle enseguida después de Mercader.

Partido Nacional Con Lacalle Herrera, Daniel Hugo Martins fue vicepresidente del Banco Central (1991- 1993), ministro de Defensa (1993 – 1995) y por unos días en febrero de 1995 ministro de Economía y Finanzas; antes había sido ministro de Hacienda en Ministro de Hacienda en 1964 y 1965 durante el segundo colegiado blanco

Lacalle nombra a de Posadas no solo como intelectual en su gobierno, sino también como parte en la actualidad del Partido Nacional. De todas formas, el abogado y exsenador dice que está "lejos del gobierno y de la política".

En entrevista con El Observador, cuando se pregunta por "personas con pienso político en la vuelta de Lacalle" da algunos nombres. 

El abogado Pablo García Pintos que fue secretario de Presidencia de Lacalle (1990-1995) y también director nacionalista del Banco República (BROU) entre 1995 y 2005 –cuestionado por retirar dinero con su tarjeta corporativa para realizar aportes a su partido–.

Pablo García Pintos en 1993, cuando era secretario de Presidencia en el período de Lacalle 

El escribano Dardo Ortiz (1915-1990) que fue ministro de Hacienda en el segundo colegiado blanco y también senador.

Fue quien le tomó el juramento a Lacalle en 1990, pero murió ese mismo año. "Era un hombre muy inteligente, sumamente exigente y un tipo con pensamiento político muy profundo, muy agudo", dice de Posadas.

El exministro también recuerda a otro legislador que murió, y muy joven, al poco tiempo de que ganara Lacalle: Martín Sturla (1953-1991). El hermano del cardenal Daniel Sturla fue abogado, diputado y redactor de la ley de caducidad. 

Lista 71 del Partido Nacional Martín Sturla fue el primer presidente de la Cámara de Diputados de la legislatura 1990-1995

De Posadas también añade: "Yo en cierta medida".

La importancia de escuchar

El exministro de Economía considera a Lacalle un intelectual, aunque "no académico". "Pero sí un gran lector. Tiene un espectro de temas que le interesan, sobre los cuales ha leído muchísimo", asegura. Ese último es "un punto importante", porque "un intelectual es alguien que lee, cosa que cada vez ocurre menos".

Al expresidente, lo califica como "un tipo reflexivo" que, a su criterio, al igual que Sanguinetti, tampoco es "afín a lo económico".

"No era su fuerte. Tuvo tipos con pienso económico en la vuelta, a los cuales consultaba obviamente, pero no era un campo en el cual él elaborara mucho", explica de Posadas.

Inés Guimaraens Ricardo Zerbino, Ignacio de Posadas, Mario Bergara y Luis Mosca en una conferencia de ex ministros de Economía en evento por 40 años del banco Santander en Uruguay

Aunque de "carácter", "contrario a lo que pudiera parecer, era un tipo que escuchaba mucho". "Atrás de sus, a veces, broncas, uno se daba cuenta después que lo que le había dicho lo incorporaba", dice de Posadas.

Después había una cosa que se perdió, que la discontinuó (Tabaré) Vázquez en la primera Presidencia, y yo creo que no volvieron a hacerlo, que eran los acuerdos ministeriales. Eso era un mecanismo esencial al gobierno, que era la reunión semanal. En el caso de Economía, a veces eran dos a la semana del ministro con el presidente, la mayoría de las veces en presencia del secretario de la Presidencia y algunas veces también del director de OPP (Oficina de Planeamiento y Presupuesto). Ahí se discutían, se repasaban, se peloteaban todos los temas.

Durante el gobierno de Lacalle los directores de OPP fueron Conrado Hughes (1990-1991), Carlos Cat (1991-1993) y Javier de Haedo (1993-1995).

También había un día en la semana donde almorzaban en la residencia presidencial de Suárez y Reyes todos los ministros de manera informal. "Ahí se conversaba un poco de todo y de tanto en tanto (además) él invitaba a Suárez a conversar", añade.

Según el propio Lacalle, durante un gobierno "la última decisión es del presidente, pero no hay que incurrir en el error de ejercerlo aislado". El presidente "tiene que tratar de escuchar lo más posible para luego optar", algo que nunca es entre "blanco y negro", sino entre "grises".

El equipo económico de Lacalle en agosto de 1994: Gustavo Licandro (subsecretario de Economía), Carlos Cat (presidente del BROU), Enrique Braga (presidente del BCU), Juan Andrés Ramírez (senador y candidato presidencial), Ignacio de Posadas (ministro de Economía) y Javier de Haedo (director de la OPP)

Lacalle Herrera como intelectual y sus ideas principales

Lacalle se llama a sí mismo intelectual. Aunque reconoce la dificultad de definir ese concepto, tiene clara la importancia de los intelectuales.

Me parece que no hay una definición. No tengo presente la del diccionario de la Real Academia, pero política sin una actividad intelectual, es decir, la inteligencia actuando, percibiendo, generando, elaborando, interpretando, no existe.  

Justamente, respecto al vínculo entre presidentes e intelectuales, sostiene:

Es una relación que tenemos que tener los que somos más de la acción, sin perjuicio de nuestra formación intelectual, y los que son más del pensamiento. Nos complementamos. No hay empresa política de largo aliento, y la del Partido Nacional tiene 180 años, que no tenga el aporte de pensamiento para regir las acciones. Porque en definitiva el pensamiento es el que rige la acción. Pero ojo con el pensamiento girando en abstracto.

Al igual que señala de Posadas, el historiador Gerardo Caetano dice que Lacalle es "un hombre de lecturas" y "muy orientadas".

"Es muy religioso y te puede recitar fragmentos, no solo del Evangelio, sino del Antiguo Testamento. Y te cita discursos de su abuelo, sin errores", continúa Caetano en entrevista con El Observador.

Cuenta además que Lacalle lee literatura y recuerda una anécdota con el escritor uruguayo Napoleón Baccino que había publicado Maluco: La novela de los descubridores (1989) donde narra el viaje de Magallanes desde el punto de vista de un bufón.

El presidente "quedó encantado" con la novela. "Lacalle Herrera, que tenía pasión por el agua, y eso es una herencia que en otro sentido Lacalle Pou hereda, lo llamó a que lo visitara en la presidencia", continúa Caetano, amigo del escritor.

"Y me contó que hizo una cosa brutal que te revela la mente de los Lacalle". 

—Sentate acá, sentate en la silla del presidente —le dijo Lacalle a Baccino.

El escritor le hizo caso y el presidente continuó:

Decime que sentís.

—Mirá, no siento mucho.

—¡Cómo vas a decir esto!

Entusiasmado, Lacalle siguió después hablándole sobre carabelas.

Caetano también se refiere a la obra del expresidente. Lacalle escribió media docena de libros, pero para Caetano "obviamente está muy distante de escribir como su abuelo". Además, tanto el historiador como el escritor y extupamaro Mauricio Rosencof recuerdan un fragmento de su libro Trasfoguero (1963).

"Es un libro de puño y letra donde glorifica, lo que está en su pensamiento, al generalísimo (Francisco) Franco", dice Rosencof a El Observador.

Caetano dice que el expresidente tiene el libro "escondido" justamente "porque ahí está su encuentro" con el dictador español y describe el impacto que tuvo en él. Lacalle "tenía 20 pico de años", señala el historiador.

Por otro lado, y donde se nota la influencia de su abuelo Herrera, Lacalle "habla muy bien en inglés, como no lo habla su hijo". 

"Es un tipo mucho más doctrinario, por ejemplo, en política internacional. Tiene un inglés muy refinado. Su mundo es un mundo inglés", continúa Caetano.

De Posadas también encuentra la importancia de Luis Alberto de Herrera en su nieto

Luis Alberto Lacalle Herrera y Luis Lacalle Pou se retiran del Cementerio Central, luego de un homenaje a Luis Alberto de Herrera

Tiene, eso es muy de herrerismo y muy de su abuelo, una visión no solo del Uruguay en sí, sino del Uruguay en la región sobre todo y en el mundo. Digamos esa noción nacionalista en el sentido uruguayo, no en el sentido de un nacionalismo. La defensa de la soberanía del país. La inserción de un país chico, relativamente débil en la región y en el resto del mundo. Temas estratégicos como los puertos, los ríos, esas cosas Lacalle las tenía muy claras.

En materia internacional, de Posadas señala también la importancia en Lacalle de su canciller Gros Espiell. "Era un intelectual y también tenía una formación en ese tipo de temas", explica.

Para el exministro, a "Lacalle le tocó un gobierno muy duro", lo que le "absorbía mucho de tiempo y de energía".

Pero más allá de eso, Lacalle tenía una visión del país, tenía un... no digo un recetario, pero tenía una serie de cosas que quería hacer y las intentó prácticamente todas. Muchas se le trancaron por razones políticas en el Parlamento y no las pudo hacer, pero era un tipo que tenía una idea del país, buena, regular o mala, y que digamos como que la puso en la pared y apuntó para ese lado.

 

*Este artículo forma parte de la serie Presidentes e intelectuales: las mentes que dejaron huella en los mayores líderes uruguayos. Todos los contenidos, acá.