Las 19 toneladas de piedras en una Argentina caliente

Argentina es el cuarto productor de litio a nivel mundial, detrás de Australia, Chile y China. Prácticamente toda esta riqueza se concentra en Jujuy, extremo noroeste del país, en el límite con Bolivia y Chile. Su explotación cambió (en parte) la matriz productiva, y económica del lugar, donde más del 40% de la población es pobre.

Las dos plantas más importantes de litio están en Jujuy, y la tercera de Catamarca. De aquí el interés estratégico de esta provincia.

El presidente de la Unión Cívica Radical (UCR) y uno de los referentes de la oposición de Juntos por el Cambio (JxC) gobierna en estas latitudes: Gerardo Morales. Acaba de vencer en las urnas, con su candidato Carlos Sadir como máximo exponente. El 7 de mayo último sacó 191 mil votos contra 86 mil del peronismo, y 45 mil de la izquierda, que terminó casi empatada con el voto en blanco.

Morales, actor clave en la política argentina, propuso la reforma de la Constitución provincial, la cual fue votada por amplia mayoría, luego de las mencionadas elecciones, y con el apoyo de los convencionales del peronismo de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández. Es decir, la oposición avaló la actualización de la Carta Magna. Sólo protestó la izquierda, tercera fuerza provincial.

 Jamás Cristina, ni Alberto, ni ningún dirigente del gobierno central de Argentina dijeron nada de esta reforma. Nunca. Hasta que vieron que por una hendija de luz podían colar una estrategia para generar el caos en la provincia gobernada por la oposición; instalar la idea de la represión y de que los dirigentes de Juntos por el Cambio son violentos. Y, sobre todo, que no saben gobernar.

La excusa fue la reforma de la Constitución. Así lo denunciaron Morales y JxC. Los hechos son brutales: más de 600 personas generaron una batahola sin precedentes en la Legislatura provincial, donde se juraba la flamante Constitución. Quemaron autos, tiraron bombas molotov dentro del edificio, rompieron comercios, destruyeron veredas y generaron un temporal de piedras sobre la desprevenida Policía, que por momentos repelió el ataque con gomeras. Subdesarrollo total.

En Jujuy, los docentes tienen uno de los salarios más bajos del país, y las protestas se repiten desde hace más de tres semanas. La izquierda y un sector del kirchnerismo se montaron a ese reclamo justo y legítimo para hacer temblar a las autoridades democráticas.

No había docentes en el ataque a la Legislatura. Pero sí un nutrido puñado delincuentes. La mayoría de las 56 personas detenidas tienen antecedentes penales, que van desde robo, atentado contra la autoridad, y hasta delitos sexuales.

Uno de los detenidos tenía una bolsa con más de US$ 1.000 (500 mil pesos argentinos), el equivalente a dos salarios promedio. Nadie sabe para qué. Pero se sospecha que era para comprar voluntades. Así lo confirmó el ministro de Seguridad local, Guillermo Corro. Es decir, movilizar personas con el sólo objetivo de generar caos.

En paralelo, llegaron a estar cortadas más de 20 rutas en esta provincia, con filas de vehículos varados que describieron un laberinto de autos, combis, camiones y micros de hasta 7 kilómetros. Fue todo sincronizado.

Se sospecha que tal estrategia se planeó-incentivó-ayudó desde la capital Buenos Aires, con recursos públicos. De hecho, un avión de la flota presidencial partió el domingo hacia Jujuy, con una misión de funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos. Antes del ataque a la Legislatura, ya hablaban de represión. Y mientras ésta se sucedía, ya había marchas en la capital argentina de sectores acólitos al Gobierno para condenar el hecho. Nadie sabe explicar cómo hicieron para pintar las banderas y organizarse tan rápido.

Casi en un pestañeo, distintos sectores que responden a Cristina Fernández de Kirchner pidieron la renuncia de Morales, convocaron a un paro de maestros, redoblaron las marchas y hasta solicitaron la intervención de la provincia. En menos de 48 horas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) manifestó su preocupación por los hechos. Y Cristina inmediatamente lo reflejó en sus redes.

El intendente de la capital jujeña, Raúl Jorge, dijo que se levantaron 19 toneladas de piedras luego de la protesta. No hubo muertos, pero sí destrozos por doquier.

La coalición que conduce Cristina, y que gobierna Argentina, tiene escasas posibilidades de ganar las elecciones, según todas las encuestas. Algunos analistas auguran la peor elección de la historia del peronismo, que también llega quebrado por una furibunda interna, y sin candidatos de peso.

Quizás por ello, como denuncia la oposición, se montó el Operativo Jujuy, para camuflar una posible intención desestabilizadora detrás del legítimo reclamo docente, y de una reforma constitucional que votaron hasta los propios peronistas. Algo así como el anticipo de lo puede ser el kirchnerismo en la oposición a partir del 10 de diciembre, cuando deberá asumir el nuevo gobierno.