Las cifras lo hunden

Trump se transformó en el presidente menos popular en los primeros seis meses de su gobierno

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26 de julio de 2017 a las 04:55

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Donald Trump se ha caracterizado, desde que se volcó a la vida política, por saber sobreponerse a los números adversos provenientes de las encuestas. Cuando en junio de 2015 anunció su candidatura, parecía imposible, según indicaban las primeras mediciones en ese entonces, que pudiera lograr la nominación a la presidencia por el partido republicano.

Sin embargo, dejó a todos sus oponentes (que en determinado momento fueron más de una docena) por el camino. Luego, nuevamente, el casi total de las encuestas, salvo dos, daba por imposible su triunfo sobre Hillary Clinton.

El propio Trump, según dijeron a posteriori sus allegados, veía difícil una victoria sobre la candidata demócrata hasta la noche antes de la elección, cuando las multitudes reunidas en sus mítines cambiaron su opinión respecto a quien sería el ganador.

En dos ocasiones, pues, Trump ha sabido estar por encima del veredicto inexacto de los sondeos de opinión. No obstante, los más recientes son demoledores y no le dan margen para una resurrección a corto plazo.

Menos del 40 por ciento de la gente aprueba su gestión, transformándose en el presidente menos popular de la historia estadounidense en los primeros seis meses de su gobierno.

Aunque los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras, Trump hasta ahora no ha logrado imponer ningún proyecto transformador que imponga la impronta de su gobierno, por lo que todas sus promesas electorales hasta el presente son palabras que se ha llevado el viento, esto es, la asimetría entre promesas y realidad es absoluta.

Pero la carencia de logros concretos no es la única contra grande que tiene Trump, sino la percepción colectiva, sobre todo de la amplia mayoría de los demócratas, de que el presidente no es alguien de confiar y cuyos parámetros éticos son dudosos.

Es tanta la persistente animosidad contra Trump por parte de un gran sector de la ciudadanía estadounidense, que el número de gente que desearía su desafuero es mayor que cuando se le inició juicio a Richard Nixon al comienzo del caso Watergate.

Por el momento, un proceso de destitución (impeachment) parece improbable, aunque, considerando el personaje en cuestión, no resulta del todo imposible.

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