Lo que está detrás del colegio de Richard Read

Centros privados como puerta de mejora para unos pocos, pero ruta de salida al fin

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07 de mayo de 2017 a las 05:00

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El colegio de Richard Read no es el que inauguró el sindicato de la bebida hace pocas semanas, es el que lo recibió cuando era niño.

Ese Read, que ahora generó aplausos de sectores con los que pudo haber estado enfrentado en trincheras políticas y sindicales, por un proyecto educativo removedor, es el mismo que cuando niño vivía en un garaje del barrio Cerrito de la Victoria.

¿A qué escuela fue ese botija con nombre y apellido inglés?

Venía de un hogar humilde, donde las necesidades superaban a las posibilidades, pero comenzó la escuela en un colegio privado. Obviamente no fue al colegio de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia porque sus padres pudieran pagarle una educación particular, sino porque su madre era limpiadora de los misericordistas y le dieron un lugar sin cobrarle matrícula ni cuota.

Cuando la madre de Read dejó de trabajar ahí, perdió la beca y Richard terminó primaria en una escuela pública, la Pedro Figari de Gral. Flores y Antonio Machado.

En esa época no hacía tanto la diferencia para marcar el futuro de un niño del Cerrito si fuera a aquel colegio o aquella escuela, pero todo de alguna manera tenía su incidencia.

En aquellos años, de fines de los 50 e inicios de los 60, el país vivía una economía deprimida y un panorama político con choques cuya intensidad iba en aumento. El panorama social no era ajeno a eso, y se vio afectado por la alta inflación del segundo colegiado blanco, crisis cambiaria, bancaria y de deuda, que se prolongó al gobierno colorado de Gestido y Pacheco.

Desabastecimiento, mercado negro para comprar alimentos, "contrabando" interdepartamental, incertidumbre, inflación galopante, todo eso afectaba a las familias, fundamentalmente a las más pobres.

Pero aquel país tenía un entramado social con integración y con posibilidades de movilidad ascendente.
Read, como tantos, emergió de un barrio humilde y de un hogar con muchas limitaciones, no quedó atrapado en esas condiciones y logró mejorar, y construir una familia. Hoy, tiene seis hijos y cuatro nietos, y sus descendientes tienen una niñez con más confort que tuvo él, y con posibilidades de estudiar, formarse y seguir adelante.

¿Esas posibilidades las tienen los botijas del Cerrito del siglo XXI?

Los nuevos datos de pobreza e indigencia divulgados por el INE proporcionan información importante más allá de la cifra puntual de gente que vive por "debajo de la línea". La mayor concentración de hogares por debajo de la línea de pobreza está principalmente en el litoral noreste del país y en Montevideo, con niveles superiores al 8%.

Pero en un mismo departamento la realidad tiene muchas variantes; en Montevideo, la pobreza más fuerte está en la periferia, y también al interior de los municipios hay diferencia.

Los municipios con más pobres son A, D y F, y se puede diferenciar por regiones más chicas, con los límites de los centros comunales zonales (CCZ).

La mayor pobreza está en los CCZ 9, 11, 17 y 18, que comprenden los barrios Cerro, Casabó, Pajas Blancas, Santa Catalina, Colón, Villa Española, Unión, Cerrito, Marconi, Casavalle, Borro, Municipal, Instrucciones, Las Acacias, Toledo Chico, Manga, Piedras Blancas, Cerrito de la Victoria.

Mientras que en todo el país la pobreza medida por hogares es de 6,2%, en el promedio de Montevideo es de 8,3% y en esos barrios es de 17,5% hacia arriba (por hogares, no por personas, que da mucho más).

Hay otras dos zonas que le siguen en el drama de la pobreza, con niveles de 13,5% a 16,9% de los hogares, que se da en los CCZ 10 y 12 (una parte de Piedras Blancas, Bola de Nieve, Boiso Lanza, Colón, Lezica, Melilla y San Bartolo).

La pobreza ha pasado a tener condiciones estructurales en esas zonas, por lo que las familias con tantas limitaciones no logran ser arrastradas por la bonanza económica para salir de su precariedad. Y los niños son los que más sufren al quedar en el cerco de la pobreza.

En Montevideo, pese a la mejora de todos estos años, el 29,5% de los niños de hasta 6 años vive bajo la pobreza. Y en el conjunto de niños y adolescentes de entre 6 y 17 años, hay un 24%-25% de pobres.

¿Cuáles son las posibilidades de movilidad ascendente para ellos? Seguramente pocas y para pocos, porque hoy la movilidad social es más lenta, escasa y nula para muchos.

Los Richard Read que crecen en el Cerrito de hoy tienen menos, mucho menos posibilidades de mejora sustancial que tuvo aquel Richard de los años 50.

Cargar las tintas sobre un gobierno o un partido es desconocer lo complejo del drama, pero además, mientras no surjan soluciones de fondo, bien valen las acciones concretas para generar oportunidades para los que se pueda.

Hay muchos esfuerzos puntuales que a veces son despreciados porque son selectivos y abarcan una parte. ¡Cómo si eso fuera irrelevante!

En ese contexto surgieron los tres centros sociales y educativos de la Federación de Empleados y Obreros de la Bebida (FOEB) ideados por Read.

Hay más de 100 niños de Montevideo, Minas y Pan de Azúcar que están fascinados con la oportunidad de complementar el estudio de su escuela y tener un espacio recreativo.

"La única propuesta que tenemos es pelear contra la calle y en contraturno traerlos para aquí; no competimos con nadie, es un apoyo", dijo Read en la inauguración hecha en el Club de Obreros Cerveceros.

Es más que un apoyo. Es una escalera para asomarse a otra realidad, una ventana de oportunidad, un puente, una soga.

¿Qué está atrás de esos centros educativos ideados por Read? Está la pobreza estructural estancada y con factores de reproducción. El sindicalista piensa en dar el "cabito", una cuerda a los niños que pueda ayudar. Otros harán otro tanto. Y eso no será suficiente, pero será.

Esas iniciativas, como Los Pinos y otras similares, despiertan una alergia en gente que critica el carácter selectivo de estos modelos, y que no se da cuenta de que para muchos, esas puertas y escaleras son una única oportunidad de una mejora económica y social, que de no existir, no se las da nadie.
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