Los idiotas de Twitter

Periodistas y políticos somos responsables por destacar ese micromundo

Tiempo de lectura: -'

26 de enero de 2019 a las 05:01

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Con rosas y pajaritos no vamos a ganar. En algún momento se va a picar la campaña y vamos a decir algunas cosas más gruesas”, dijo el secretario general del Partido Comunista Juan Castillo hace un par de semanas en una entrevista televisiva en VTV, cuando se le preguntó por el tono de los primeros carteles del Frente Amplio para la campaña electoral.

no pasó mucho tiempo para que se “pique” con cosas más “gruesas”.  Es verdad que Juan Castillo hablaba de temas de fondo cuando dijo esa frase y se refería, especialmente, a lo soft de los afiches con los que el FA copó buena parte de los carteles de la vía pública.

Pero la campaña más sucia empezó en las redes y derivó en los medios. Las primeras semanas del año fueron especialmente mugrientas. Tal vez un punto alto de ello fue consecuencia del caso de abigeato.

De un lado y del otro, varios opositores y oficialistas se pasaron de la raya.

Los primeros queriendo relacionar todo lo posible a Oscar Dourado con el Frente Amplio, con el gobierno y hasta mintiendo al presentarlo como un “sindicalista”, cuando está claro que es un empresario. De izquierda, pero no un sindicalista.

Y los oficialistas luego, llevando el debate al fango: mencionaron a políticos opositores que nada tenían que ver con la maniobra, solo porque tenían familiares involucrados en el robo de ganado.

Todo eso surgió del mundo Twitter. ¿Qué impacto puede tener lo que sucede en esa red social? Si quedara encapsulado allí, muy bajo.

Según una encuesta de Opción, presentada a finales de 2018, solo 14% de los uruguayos tienen una cuenta allí. Pero a diferencia de lo que pasa con otras redes como Facebook e Instagram, de mucho mayor alcance, Twitter se usa poco. Solo 39% de los usuarios uruguayos entra a diario a su cuenta.

Entonces, ¿por qué este lodazal toma tanta dimensión? La culpa principal es nuestra, de los periodistas. Muchas veces creemos que lo que pasa y se discute ahí es la realidad. Pero está muy lejos de eso.

Los periodistas deberíamos analizar con mucho cuidado cuánta de la basura que se ve en la red social vamos a trasladar a la población. Porque el mundo de Twitter es minúsculo y si lo que sucede allí se magnifica es pura y entera responsabilidad de los medios masivos que lo amplifican.

A los políticos, lamentablemente, no les podemos pedir responsabilidad, ni corresponde pactar nada con ellos. Muchos de ellos (por suerte no todos), en la carrera electoral van a tirar de la cuerda todo lo que puedan para manipular, torcer o incluso ocultar las cosas, según su conveniencia política puntual. Y hasta cierto punto puede tener lógica, se les va la vida (y el trabajo) ahí.

Cuento un ejemplo personal que demuestra cómo actúan las legiones de tuiteros. Hace 15 días escribí una columna sobre cómo el discurso político de los candidatos (salvo algunas excepciones muy puntuales nombradas en la nota) no incluía un tema que, en mi opinión, es central para el Uruguay del futuro: la robotización y la inteligencia artificial. A lo largo de todo el artículo, que además estaba titulado de esa manera, puse el foco en el discurso de los candidatos.

El futuro ministro de Industria, Guillermo Moncecchi, tomó una frase de la nota, que complementaba el título de los candidatos (“en Uruguay apenas se habla...” ), para decir que me equivoco porque “se habla, y se hace, y hace tiempo”. A lo que siguió una serie de tuits con actividades organizadas por el gobierno u organizaciones, en las que se discutió sobre robotización.

O sea, me contestó a algo que yo no decía, porque le servía a su discurso. Eso no me parece grave. Lo complicado es lo que se generó luego. Cientos de personas compartieron esas críticas y en algunos casos sumaron comentarios insultantes. La mayoría de ellos ni leyó la nota. Copio aquí uno de ellos: “Supongo que Ferreira dejará de escribir por lo menos por un par de años...y aprovechará a hacer un curso de ‘como dejar de escribir mamarrachos’”.

Estas personas tienen todo el derecho a escribir, opinar y hasta insultar. El asunto es qué dimensión les damos. La agenda informativa se nutre todo el tiempo de discusiones que nacen de Twitter. A los políticos se les toma como declaración lo que tuitean. Y allí no hay lugar ni para la repregunta ni la contextualización de una nota.

“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”, dijo el italiano Umberto Eco en uno de sus últimos años de vida.

Si los medios y los periodistas vamos a girar en torno a Twitter, la campaña electoral será mucho más que sucia. Estará guiada por los idiotas.

 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.