Aunque su primer salto fue a los 16 años como parte de la fuerza aérea de Austria, fue en 2003 que Felix Baumgartner alcanzó fama mundial:  cruzó el Canal de la Mancha usando nada más que un ala hecha de fibra de carbón.
De esta forma, fue el primer ser humano que desafió a un avión en una carrera, y que venció.
En esta ocasión, cayó 9.144 metros desde Dover, en Inglaterra, hasta Calais, en Francia.
Alcanzó una velocidad de 354 kilómetros por hora y solo tardó seis minutos en cruzar 34 kilómetros de distancia.
En 1999, Baumgartner marcó un récord de salto base mínimo (la mínima altura segura para saltar desde un objeto fijo): se tiró desde la estatua Cristo Redentor, en Río de Janeiro, Brasil.
Fue una caída libre de 29 metros, desde la mano de la emblemática estatua.
El mismo año, 1999, el deportista también marcó el récord del salto base máximo, es decir, desde la máxima altura registrada para este tipo de saltos, que se hacen desde edificios, antenas, puentes, precipicios o formaciones naturales.
La hazaña tuvo lugar en las torres Petronas, en Malasia. Baumgartner saltó una altura de 450 metros y alcanzó una velocidad de 170 kilómetros por hora. El salto duró ocho segundos. 
  Para lograrlo, debió engañar a la seguridad del edificio, para lo que se disfrazó de hombre de negocios y entregó una identificación falsa. Llevaba su paracaídas y cámara escondidos en una maleta.
En 2007, Baumgartner escaló un cerco para saltar desde Taipei 101, en Taiwán, el edificio más alto del mundo.
Así, superó el récord que él mismo había alcanzado en 1999.
También en 2007, Baumgartner saltó la segunda cueva más grande del mundo, en Oman, con 105 metros de profundidad y una entrada de 25 metros de ancho.
Debía abrir el paracaídas solo dos segundos después de tirarse. Lo hizo, y aterrizó sin problemas luego de seis segundos de haberse lanzado en caída libre desde la segunda cueva más grande, en Medio Oriente.

Tecnología > Tierra

Los otros saltos de Felix Baumgartner

Quien acaba de convertirse en el primer hombre supersónico antes atravesó volando el Canal de la Mancha y venció a un avión en una carrera, entre otras hazañas, algunas ilegales
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16 de octubre de 2012 a las 06:00


Uno de sus entrenamientos consistió en viajar atado al techo de un Porsche a máxima velocidad. Una de sus maniobras para sortear a la seguridad de un edificio en Malasia fue disfrazarse de un hombre de negocios y escabullirse con el paracaídas y la cámara escondidos en una maleta.

Por algo al austriaco Felix Baumgartner lo han apodado "sin miedo". Y es que el hombre que este domingo se convirtió en el primer ser humano supersónico de la historia es dueño de otros récords en saltos que, aunque no hayan sido desde la estratósfera, hacen valer su sobrenombre.

El deportista extremo y exmiembro de la fuerza aérea austriaca considera que es en aire donde está "en casa". El hombre de 43 años explicó al Herald Sun su adicción a este tipo de desafíos mortales: "Todos tenemos que combatir nuestros miedos. Todos tenemos que ponernos una meta difícil de lograr. Apenas la alcanzas, te sientes más vivo. Esto es lo que hace a la vida interesante".

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