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Los perseguidos por Nicolás Maduro huyen por tierra y mar

La fuga del opositor Antonio Ledezma no es la única de película

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26 de noviembre de 2017 a las 20:13

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El opositor pidió asilo a España y desde Madrid lanzó Soy Venezuela, una plataforma política que tiene como objetivo "buscar un proceso de autocrítica" en la oposición para encontrar la manera de negociar –"no dialogar"– la salida de Maduro y obtener un gobierno de transición. Pero su historia no es la única de película.

El magistrado Antonio Marval no quiere decir de dónde partió ni quién pilotó la lancha de pescadores con la que abandonó la costa de Falcón, en el noroeste venezolano, la madrugada del 31 de julio pasado. Pero nunca olvidará cómo comenzó su exilio en medio de un Caribe embravecido.

"Fueron seis horas y media", contó a AFP. "Llegamos a Curazao y todos estábamos muy mareados", rememoró. "Por suerte no llovió, Dios estuvo con nosotros porque el día anterior había llovido mucho y el mar estaba muy picado", agregó.

Marval, vicepresidente del Tribunal Supremo de Justicia designado por el Parlamento de mayoría opositora, huyó de Caracas con otros magistrados de esa corte tras enterarse que "grupos de la policía política del gobierno" querían su captura.

"Salimos a juramentarnos (el 21 de julio) y más nunca volvimos a nuestra casa. Terminamos aquí en Miami", cuenta, sin dar los nombres de sus colegas "para no comprometerlos". Diez días estuvieron escondidos, casi incomunicados porque temían ser rastreados.

Descartaron salir por la frontera colombiana. "Esa vía ya estaba muy utilizada. Yo sentía que esta era la más segura a pesar de que el mar estaba en su peor momento (en plena temporada de huracanes)". De los 33 magistrados, tres fueron detenidos. El resto escapó.

Como Marval, otros están en Estados Unidos. "Nos fuimos comunicando con los que están en Chile, Colombia y Panamá, y comenzamos la organización del Tribunal Supremo en el exilio". Hablar de asilo
o refugio ya es algo cotidiano para los venezolanos.

"Tres generaciones hemos tenido que huir por dictaduras", dice David Smolansky, destituido alcalde de El Hatillo, un municipio de Caracas, condenado a 15 meses de prisión por no impedir los bloqueos de calles durante las protestas antigubernamentales que dejaron 125 muertos entre abril y julio pasado.
Apenas supo de esa sentencia "inapelable" pasó a la clandestinidad. En las noches no dormía, "porque sabía que si venían por mí, sería en esa hora". Nadie en su familia sabía dónde estaba. A veces no cenaba, pero nunca pasó hambre. Con una aplicación podía conectarse a internet de manera segura. Se informaba, veía deportes, leía, escribía, rezaba. Hasta que viajó 1.300 kilómetros hasta Brasil. "Mi huida no fue improvisada, había estudiado al menos siete rutas de salida", aseguró este dirigente del partido de Leopoldo López, arrestado desde 2014.
El escape del ex alcalde de Caracas Antonio Ledezma, con el que puso fin a mil días de cautiverio, ha centrado la atención en los exiliados, entre ellos varios políticos que salieron de Venezuela con acusaciones legales y que en los últimos meses han fortalecido una campaña de desacreditación internacional del régimen de Nicolás Maduro.
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