Diego Battiste

Los presidenciables que están por bajarse de las internas

Las candidaturas presidenciales de los partidos se definen entre dos, o con predominio de uno; desde 1924 se ve que no hay lugar para terceros

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16 de febrero de 2019 a las 05:02

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Que se baja el Boca, que abandona Antía, que se cae Amorín, que tira la toalla Bergara, que Verónica acuerda con …, y así un collar de especulaciones. Sin datos, con información de baja calidad, tentados por los rumores y contagiados por la práctica adocenada de los programas de chimentos de la TV porteña, muchos uruguayos navegan en un mar de especulaciones sobre las elecciones internas de junio.

Como hay antecedentes de precandidatos que dejan la carrera, la mirada está puesta siempre en los que parece que tuvieran menor chance, y eso tiende a fundamentarse con encuestas y con imágenes.

No perciben que las primarias son con voto voluntario, sin exigencia de estar afiliado a un partido, abiertas a todos los ciudadanos y simultáneas en cada lema.

Ese carácter no obligatorio es lo que mejora la chance de aquellos que cuentan con estructura territorial fuerte, con logística para llegar a votantes, tanto con el mensaje previo, como con el reparto de listas y la movilización al sufragio de ese día.

O sea que en primer lugar, una opinión favorable para un precandidato no determina que el resultado sea “una paliza”. Los sondeos miden “estado de opinión” e “intención de voto”; las encuestadoras profesionales lo hacen con rigor y responsabilidad, pero nadie “adivina” el futuro y habrá que ver lo que pasa ese día de votaciones, incluso con el estado del tiempo.

En segundo lugar, importa cuál es el objetivo de un postulante, porque hay ocasiones en las que el precandidato sabe que no tiene chance de ganar, pero se larga igual porque apunta a mediano plazo a construir un espacio propio y avanzar casillas para contienda futura.

Cuando se especula que pueda “bajarse” un precandidato para evitar un papelón, no se tiene en cuenta las fuerzas mismas de cada corriente política y las reales intenciones del postulante.

¿Entonces? ¿Quién son los que están pensando en bajarse?

De los casos relevantes, ninguno.

Cuando esos rumores son insistentes, los involucrados sienten que sufren “una operación” para debilitarlos.

¿Por qué puede bajarse alguien?

Hay dos respuestas:

a) porque no tiene fuerzas, se quedó sin recursos y hasta perdió las ganas de dar una batalla perdida;

b) porque sin chance de ganar pero con buen potencial, logra un acuerdo que le aseguren una buena posición para lo que sigue (banca al Senado, por ejemplo).

De los casos que circulan, el más insistente es de Oscar Andrade, lo que atrae a los adversarios de Daniel Martínez con el supuesto de que en ese caso el Partido Comunista apoyaría a Carolina Cosse y ella podría ganar la interna.

“¿Y quién les dijo que se baja? ¿Y quién les dijo que si se bajara, el partido apoyaría a Carolina?”, reacciona el secretario general del partido, Juan Castillo.

La postulación de Andrade surgió afuera del PCU, con el empuje propio que consiguió como sindicalista y como panelista de TV, con un gremio que asegura beneficios sociales a sus afiliados y con un discurso potente y que entusiasma al frentista de comité.
Ahora está en la cancha, y le va bien en sus recorridas.

El PCU cuenta con la estructura partidaria más firme del Frente Amplio, mientras que el MPP tiene una red extensa pero con menos disciplina: uno es un partido, con organización vertical; otro es un movimiento, de desarrollo horizontal.
Ambas redes son potentes para una interna: la del MPP tiene el diferencial de Pepe Mujica y de penetración en “organizaciones sociales”; la de PCU tiene la ventaja de eficacia organizativa y de “gimnasia” sindical.

Nada cambió del Congreso del FA que proclamó al Boca hasta ahora, y tampoco hay incentivos para que desista de su intento. No se arregla con “una banca” parlamentaria, como puede ser en otro caso: Andrade no pondría en riesgo su capital político por defraudar a los de afuera del PCU que militan por él.

Y el PCU tiene claro que hay un objetivo por encima de todo: el cuarto gobierno del FA.
Andrade siente que cuando se presentan los cuatro postulantes, la platea vibra más con su discurso, que en la calle le va bien y que su militancia es de fierro. Ni piensa en bajarse; tampoco su partido.

¿Yen los blancos? La expectativa está en la corriente heredera de “PNI-UBD-wilsonismo”, que va dividida y eso le resta posibilidades. Las especulaciones de “bajada” de Antía o Alonso aluden a la capacidad de Jorge Larrañaga de ganar opinión pública con la campaña de plebiscito y acciones intensas en verano, para reagrupar a los que se le habían ido.

Pero Antía y Botana saben que tienen fuerza en sus departamentos, que el peso de intendente en ejercicio da buena base, y que tendrán aportes de votos de sus colegas de Tacuarembó y Treinta y Tres, lo que en interna de voto voluntario, les da un “piso” no tan chico. No para ganar, pero quizá sí para generar una corriente.

¿Larrañaga tiene espacio en la lista y voluntad política para asegurarle una banca en el Senado a Botana como para que ese movimiento reduzca aspiraciones y se conforme como sector de “Juntos”? No es claro, y tampoco es fácil que el hombre de Melo deje en banda a sus correligionarios de cruzada.

Ese movimiento de interior se tiene fe, siente fuerza en sus bases y están convencidos de ir hasta el final.
Son poderosos en su comarca y no se sienten cómodos obedeciendo a jefes de la capital, salvo que fuera alguien que admiraran. Bajarse no sería para ellos una decisión de oportunidad; sería un fracaso.

Para las primarias, los partidos que tienen competencia para candidatura presidencial llegan con varias postulaciones, pero algunas simbólicas.

La historia muestra que desde que hay internas presidenciales, sean el mismo día de la elección (de 1922 a 1994) o en diferente fecha (1999-2014), solamente una vez hubo definición entre tres candidatos; eso fue en 1950 entre colorados: Martínez Trueba (37%), César M. Gutierrez (35%) y Blanco Acevedo (28%).

Salvo ese caso, siempre ha sido entre dos, o con predominio de uno. Con el nuevo régimen, ha sido así:

-los blancos tuvieron varios candidatos pero siempre definieron dos,

-los colorados tuvieron competencia real solo en 1999, 

-el Frente Amplio tuvo una sola elección binaria, la de 2009 con tres postulantes pero dos definiendo; otras dos elecciones con doble candidato pero sin competencia (1999 y 2014) y una de candidato único (2004).

Ese esquema de competencia de a dos está tan fijado en el imaginario popular que genera terreno fértil para las especulaciones sobre renuncia a la postulación. Nadie puede asegurar cuántos precandidatos llegarán al 30 de junio, y es posible, aunque no fácil, que alguno desista, pero los rumores de hoy son apenas rumores. 

 

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