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Los zares están prontos para el Mundial 2018
Pablo Benítez
de su viaje a San Petersburgo
El Zenit Arena o estadio Krestovsky, por la isla donde está enclavado en la ciudad rusa de San Petersburgo, parece una nave espacial. Para ingresar hay que sortear controles de seguridad antiterroristas y una vez adentro solo cabe la posibilidad de deslumbrarse. Por entorno, tamaño, diseño, techo y campo de juego.
El estadio albergó el domingo pasado la final de la Copa Confederaciones en la que Alemania derrotó 1-0 a Chile, y será uno de los recintos para las semifinales del Mundial que Rusia organizará en 2018.
Referí estuvo presente en la final y comprobó que Rusia asumió con convicción la organización del mega evento.
El factor seguridad es clave. Pocos coches pueden acceder dentro del predio del estadio. Sus ocupantes deben salir de los mismos, exhibir sus entradas en molinetes electrónicos, pasar detectores de metales, someterse a rigurosos cacheos y encender sus celulares ante el policía que lo solicita.
Los autos o buses, mientras, son abiertos y controlados con buscadores de explosivos y perros. Una vez dentro del estadio, para acceder a la puerta de acceso que corresponde a la numeración de la entrada, hay que volver a pasar otro control de molinete electrónico.
El estadio tiene 286 mil metros cuadrados divididos en nueve pisos, un techo retractil de 32 mil toneladas y ocho torres que alcanzan los 110 metros de altura.
Durante la final no hubo necesidad de cerrar el techo porque no llovió.
La capacidad es de 68.134 espectadores y el costo superó los US$ 1.000 millones por lo que es considerado el estadio más caro de la historia.
El imponente recinto cuenta con 1.109 baños para mujeres, 1.311 para hombres y 48 para personas con discapacidad física. Además tiene ocho tiendas de comidas y ocho restaurantes con 4.962 sillas.
El orden y la limpieza hacen que todo se vea reluciente.
En determinado momento, un chico volcó una botella de jugo de naranja y con su padre informaron el hecho a un voluntario. Menos de cinco minutos después apareció un limpiador para solucionar el asunto.
La visión del campo es óptima desde las gradas.
Eso sí, la construcción llevó su tiempo. Empezó en 2007 y terminó recién a principios de este año. ¿La razón? El diseño original del arquitecto japonés Kisho Kurokawa –quien murió una vez iniciadas las obras– sufrió varias modificaciones, la principal de ellas en el techo ya que las membranas inicialmente previstas se rajaron en el crudo invierno ruso.
El entorno natural del estadio tiene un aire paradisíaco en el verano ruso. La islita de Krestovsky se recuesta sobre el golfo de Finlandia y está rodeada de otros tres ríos, afluentes del Nevá, uno de los más caudalosos de Europa.
Si bien el fin de semana el sol entibiaba poco más allá de los 20°C, los rusos aprovecharon para hacer playa ese domingo a sabiendas de que el invierno no perdona con temperaturas que van más allá de los -30°C.
Proyección mundial
La Copa de las Confederaciones también se jugó en otras tres sedes además de San Petersburgo: Moscú, Kazan y Sochi.
Para el Mundial se utilizarán otros ocho estadios para un total de 11 sedes, ya que dos canchas estarán ubicadas en la capital, Moscú.
Moverse en el entorno de los estadios con el apoyo de los voluntarios es relativamente sencillo. Porque desaparecen las complicaciones del idioma y el alfabeto ruso. Es más, además del inglés hay quienes se animan con el español.
Afuera puede ser más complicado: no abundan los choferes de Uber que hablen inglés ni tampoco los taxistas, con los cuales hay que regatear precio.
De todas formas, ninguno de los dos son el medio de transporte más práctico. San Petersburgo es una ciudad atravesada por muchos ríos y canales por lo que es más recomendable moverse en metro.
Un paseo turístico obligado y barato consiste en dar paseos en barco adentrándose en una ciudad con cierto aire a Venecia.
Es más, en la madrugada los puentes se levantan y los traslados se pueden encarecer significativamente porque las vías de acceso a determinados lugares se ven reducidas.
Eso sí, el tránsito es limpio y ordenado. No se escuchan bocinazos ni insultos entre los conductores.
La cartelería de la ciudad está generalmente traducida aunque en muchos casos es limitada y determinados comercios pueden pasar desapercibidos. Por supuesto que los Mc Donald's, Burger King o Subway ya desembarcaron en las calles rusas. La moneda rusa, el rublo, fue devaluada el año pasado. Cada dólar equivale a 60 rublos y en general los precios son accesibles.
El clima de los hinchas
Los 57.298 espectadores que presenciaron la final de la Copa entre Alemania y Chile impusieron un récord de presencia en el nuevo estadio de Krestovsky, que fuera inaugurado el 22 de abril de este año en un partido por la Premier League rusa entre Zenit y Ural Yekaterinburg.
Los rusos tomaron parte decididamente en favor de Chile, seguramente influidos por la poca simpatía que le despiertan los alemanes.
El que sí despertó un montón de simpatías fue el brasileño Ronaldo, una de las caras visibles que estuvo presente en la ceremonia de clausura de la Copa.
Quien causó una sensación de indiferencia fue Hulk, quien el año pasado fue traspasado desde Zenit de San Petersburgo a Shanghai SIPG de China a cambio de € 55,8 millones. Ingresó la copa al campo de juego y fue presentado por la voz del estadio como una "leyenda de la FIFA". Muchos abrieron sus ojos llenos de asombro ante semejante distinción.
El que fue aplaudido –sin llegar a las ovaciones que se ganó Ronaldo– fue Diego Armando Maradona, protagonista de un spot especial de la FIFA para erradicar el racismo de las canchas, además de elegido para ser parte del staff de premiadores en la final.
La ceremonia de clausura realizada previa a la final fue colorida y amena aunque estuvo lejos de ser deslumbrante. Mezcló ritmos típicos de los campeones pasados de la Copa Confederaciones –desde un tango pasado de revoluciones por Argentina a un extraviado hip hop en vez de samba para Brasil– con un interesante despliegue de vestuario y escenografía. Pero pensando en un Mundial, la ceremonia de apertura pide más para escaparle al aburrimiento.
Rusia ya palpita su Mundial. Su ensayo previo lo salvó con luz. Tiene aspectos por mejorar, pero tiene con qué darle al mundo un gran espectáculo.
INFRAESTRUCTURAS
Arrancó notable
Rusia presentó cuatro estadios en la Copa Confederaciones deslumbrado al mundo con el Krestovsky Stadium, en San Petersburgo. Para el Mundial se sumarán Kaliningrado, Nizhni Novgorod, Volvogrado, Samara, Saransk, Rostov del Don y Ekaterimburgo. En Moscú se jugó en el Otkrytie Arena. Se sumará el Luzhniki.
SEGURIDAD
Máximo control
Los controles en Rusia son de respetar y por la magnitud del evento superan lo que se acostumbra a hacer por estas latitudes y también en algunas ligas domésticas europeas. No hay lugar para la avalancha, la evasión ni el ocultamiento de nada ilícito. Los controles son individuales y para eso los rusos se toman su tiempo. La tienen clarísima.
ACCESOS
Punto a mejorar
Llegar en bus al estadio tomó su tiempo. Su ubicación geográfica hace que al divisarse el coloso uno ya sienta que llegó. Pero toma una hora meterse en las entrañas de ese monstruo por las vueltas que hay que dar para llegar a la isla donde se encuentra. El atasco a la salida también evidencia que deben mejorar la circulación vial.
CÉSPED
Sin problemas
Mucho se especuló a lo largo del torneo con que el estado del césped del estadio de la final no estaba en buenas condiciones. En la fase de grupos se habían disputado ahí tres partidos. Sin embargo, el domingo el escenario lució espectacular y la pelota rodó rápido. En los días previos los finalistas entrenaron en otras canchas.
WIFI
El punto débil
Si bien la voz del estadio de San Petersburgo alentaba a hacer uso de una red de wifi gratuita nadie pudo ingresar a ella porque estaba saturada. Es un aspecto a solucionar. De todas formas, la intención era que los hinchas participaran sacándose fotos en Instagram para ser exhibidas en las dos pantallas gigantes. Una buena interacción con el público.
