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Negociar con el mundo

La política exterior de Brasil se presenta como un desafío pero también como una gran oportunidad

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02 de noviembre de 2018 a las 05:00

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Los primeros anuncios del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, y de su principal referente del área económica, Paulo Guedes –futuro ministro de Hacienda–, acerca de la política exterior de la próxima administración supone un giro de 180° respecto a la estrategia de inserción  de la principal economía de América Latina durante la gestión del izquierdista Partido de los Trabajadores. La renovada mirada brasileña, que seguramente sacudirá los cimientos del proceso de integración del Mercosur, tendrá un impacto en Uruguay que es necesario analizar cuanto antes y pensar una política comercial más acorde a los intereses del país. 

Bolsonaro rompió con un compromiso diplomático no escrito de los presidentes del Mercosur, de que los primeros viajes oficiales de los mandatarios sean a los países socios del bloque como un gesto de compromiso con el proceso de integración.
La decisión del mandatario entrante de viajar primero a Chile, para mantener una reunión con el presidente Sebastián Piñera, habla por sí sola del cambio de rumbo de la política exterior brasileña. Ambos mandatarios coinciden en la importancia de la libertad económica para el desarrollo de los países, lo que incluye el libre comercio.  

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“A Bolsonaro le conozco poco, pero en lo económico apunta en la buena dirección”, dijo Piñera en un foro en Madrid, el 9 de octubre. 
Durante la campaña electoral, el presidente electo se comprometió a no realizar “acuerdos comerciales espumosos”, terminar con las “tendencias ideológicas” en las relaciones internacionales, acercar a Brasil a los países más desarrollados y recuperar el “respeto internacional”.

Guedes, un admirador del modelo chileno, fue conceptualmente muy claro cuando explicó que la prioridad del gobierno entrante en materia comercial es “negociar con el mundo”, lo que se contrapone con la visión más cerrada que han tenido los gobiernos “progresistas” de dar prioridad al proceso de integración del Mercosur. Algo que a nuestro juicio ha actuado como un palo en la rueda, sobre todo para la inserción internacional de los dos países más pequeños del bloque, Paraguay y Uruguay.  Para ser justos, es un problema que no nace con los gobiernos de signos de izquierda, sino que está presente desde los albores del bloque de la década de 1990 aunque sí se agudizó con el “club ideológico” de principios de este siglo.

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Guedes dijo que “el Mercosur no es prioridad” con el argumento de que había sido malo para la economía brasileña que el país quedara “prisionero de alianzas ideológicas”, una indiscutible realidad que también perjudicó a Uruguay. La impronta “totalmente ideológica” de la que habla el futuro ministro del área económica brasileña también se ha visto reflejada en decisiones o actitudes políticas de los gobiernos de izquierda que priorizaron la afinidad política en la gestión de gobierno.

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“No seremos prisioneros de relaciones ideológicas”, insistió el asesor de Bolsonaro, quien podría asumir un “superministerio” que estaría integrado por las carteras de Hacienda, Planificación e Industria, Comercio y Desarrollo. 
La política exterior brasileña que se proyecta a partir del 1° de enero es un problema para Uruguay, pero también puede ser una buena oportunidad para  pensar en una política exterior para “negociar con el mundo”, como dice Guedes. 

 

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